MUJER DISCA SUPERCAPACITADA
Al principio
creí que eran solo casos aislados, si sé que parece que estamos hechas de una
pasta especial y todo eso, pero ¿tantas?. No, es que no logro entenderlo.
La mire a sus
ojos tristes que iban más allá de una posible aceptación:
- - Es que el
problema – me dijo – no es tener que vivir nuevas limitaciones con el SPP[i]. El
problema es que nadie lo entiende, que mi marido espera de mí lo mismo, vamos
que siga haciéndole la cena y que me cuide de todo el trabajo de casa. Luego están
mis hermanos, que dicen que como yo no trabajo (tiene concedida la incapacidad
absoluta) y ellos si, pues que tengo la obligación de cuidar de mis padres. Y
yo es que no puedo más con los dolores y el cansancio…..
Son (somos)
mujeres a quienes desde pequeñas nos mentalizaron de que nuestro trabajo,
nuestro rendimiento tenía que ser superior al del resto de la población. Que si queríamos
casarnos o tener unos hijos antes teníamos que demostrarlo a pulso. Algunas tuvieron
que lidiar como mínimo con miradas desaprobadoras y en el sumun con los
cuestionamientos de servicios sociales. Porque ¿Cómo una mujer incapaz de
caminar bien o de no andar iba a poder cuidar de un hijo? Y así no es extraño
que muchas aprendieran a ser las esposas y madres perfectas, a llegar más rápido
y hacer más cosas que las llamadas “normales” para no defraudar a la suegra quien dudo de la elección de un hijo que entre tantas mujeres eligió una coja.
Y pienso en María
y en Marta y en Sofía y en tantísimas que sufrieron maltrato, pero
especialmente en Isabel quien estando tirada en el suelo entre el amasijo de su
bitutor y llena de golpes un policía le
dijo sin compasión:
- - Señora, nosotros
no podemos hacer nada y además algo le habrá hecho usted a su marido…..
Tampoco se borra
de mi memoria aquella chiquita que arrastraba su cuerpo con anchas muletas en
una pequeña comunidad de Las Segovias en Nicaragua. Debía tener poco más de veinte años y ya había parido seis hijos,
trabajaba en el campo y en la casa para mantenerlos. Ella como algunas de las
adolescentes con discapacidad que conocí en mis prácticas no sobrevivieron.
Y sigo aquí en
nuestro primer mundo, donde las mujeres discapacitadas de mi generación han
conseguido trabajar el doble en trabajos más o menos remunerados, donde han
tenido hijos que han cuidado con mimo y maridos disca o no a quienes se
han sometido. Las que hemos tenido más suerte solo hemos llegado a escuchar
insinuaciones o frases más o menos dolientes:
- -Ya ves si aunque
eres coja me case contigo……(eso era algo que me repetía mi ex).
Pero algunas tuvimos
el valor de separarnos a tiempo y trabajar y volver a estudiar y a buscar
nuevos trabajos y a criar a nuestros hijos. Aunque nos doliera hasta el alma, debíamos
mostrar siempre que éramos las mejores.
En el caso de los
disca a causa de la polio poco
antes o después de los 50 aparece el SPP. Más limitaciones, uso de bastones, después
bastones y silla, más tarde solo silla y nos adaptamos pero a diferencia de la mayoría de ellos, en
nosotras continúan las obligaciones. Y cuando no se puede cumplir con estas se
empieza a dar un éxodo importante de maridos, así que el miedo a la soledad
(maldita y jodida soledad) lleva a seguir haciendo aunque no se pueda, a tener
la cena preparada, a cuidar de padres y nietos aún y con un certificado de gran
invalidez[ii].
La sensación de
incomprensión de las personas afectadas por el SPP y otras neurodegenerativas
es mucho más mayor en las mujeres que en los hombres, esta incomprensión se da,
sobre todo, en el seno de la propia familia. Lo vergonzoso del caso, es que aún haya muchos maridos que esperen y exijan que una mujer sin
fuerza, con múltiples dolores y arrastrándose a duras penas entre bastones y
silla de ruedas continúen cuidándolos a ellos.
Madre mía que relato.... hasta el alma... no digo más.
ResponderEliminarGracias por compartir la vida de cara y a bofetón. Gracias.
Bss
Molí siempre pones garra en tus textos pero el de hoy me has dejado sobrecogida no tengo palabras pq es una vergüenza tener que pasar por todo eso y encima no quejarse ...ya está bien las mujeres hay que respetarlas y desde aquí pediría una buena revisión a las leyes para que avancemos para algo bueno para la mujer pq tan bien lo será para el hombre .
ResponderEliminarGracias por hacernos llegar tus historias .UN FUERTE ABRAZO MUAKK
Gracias por compartir...no tuve maltrato ; si me super exigí, en todo quise ser la mejor y hoy tengo que dar gracias al universo que a los 65 años todavía camino algo con ayuda de ortesis y muletas..fuerte relato de muchas realidades Molí abrazo desde Argentina
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstas letras constituyen un texto a la verdad, la reflexión y al derecho que tenemos a ser respetadas y consideradas. Gracias Moli, siempre tan acertada y veraz.
ResponderEliminarCreo que hay que mirar hacia adelante, lo que hay ya lo sabemos.
ResponderEliminarBeso de hombre.
El tema de la incomprensión y de la violencia vejatoria va más allá de un tema de género, creo, abarca el concepto de aceptación de la realidad de cada quien respetando todos sus derechos, incluidos los de las lógicas limitaciones e impedimentos físicos no como prueba de menor capacidad sino de mayor fortaleza. Valiosa y contundente refelxión nos traes, Inma, nos cabe a todos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarP.d
te felicito por la producción de la entrada de la lista de participanetes. Te quedó muy buena
=)
Buenas tardes, Molí:
ResponderEliminarMi enhorabuena más sentida por la claridad y rotundidad de tu texto, al que alejas de todo tremendismo al contra una verdad cruda.
Un gran abrazo, Molí.
Muchas de nosotras identificadas en estos ejemplos...espero que mejoren nuestras condiciones con cada díaque mostramos la fuerza de nuestras voces!
ResponderEliminarEjemplos duros y no por eso menos cotidianos.
ResponderEliminarHay que luchar y poner en relieve la lucha. Gracias por compartirlo.
Besos
Tus relatos siempre me erizan el alma hasta la piel...sinceramente, son supermujeres...bsoss
ResponderEliminarLeyéndote se me han revuelto las tripas, me ha entrao una mala leche que no veas.
ResponderEliminarQuiero pensar, viviendo los hechos de ayer, que los días están contados para que estos comentarios y estas actitudes , no sólo machistas, sino además inhumanos, ojalá sea así.
Vaya forma de hurgar en las tripas Inma... Nada de discas.... muy... y a mucha honra.
ResponderEliminarTu pluma sigue ilustrando amiga.
Besos
La realidad más cruda es la que nos muestras. Hay que seguir luchando por que tanta discriminación se acabe. Somos personas, somos iguales.
ResponderEliminarBesos.
Luchar día a día con nosotros y con los demás. Luchar por haber nacido mujer, por ser viuda, por ser mayor, por tener alguna carencia, por lo que uno desea que dibuje de excusa.
ResponderEliminarLa falta de valores, la falta de educación y mil cosas más que espero algún día se acaben pero dudo mucho...
Es triste pero me temo que real... y no sé, no, cuándo acabara esto.
Un beso y un abrazo.
Llevas razón en todo lo que expones Inma, Una cruel realidad que afecta sobre todo a las mujeres, pero no siempre es así el comportamiento masculino. Mi esposa, como sabes, tiene polio al igual que tú y eso no la hace menos válida sino todo lo contrario, siempre he creido que es mucho más válida que yo como ser humano, sigo enamorado de ella, cada día más, y mí máxima aspiración ha sido siempre proporcionarle toda la felicidad posible. Aunque debemos ser activos en la lucha por la igualdad, hay excepciones a la regla y es lícito reconocerlas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias por compartirlo, la verdad es que llega muy adentro.
ResponderEliminarUn beso enorme.
El teu relat es colpidor,com pocs n'hagis escrit. Yp m'ho he près amb ironia perquè és la manera de suportar la indifencia dels demés. Dey meu! tendrien que cuidar-nos com a reines,i som nosaltres que seguim fen t'ho tot.Les idiotes de les dones,les ruques de carga de la casa I aixó no hi ha 8 de marz que ho solucioni. (Jo tinc una degenerativa fa més de vint anys) Salutacions,amiga.
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