CONVOCATORIA JUEVERA PARA EL JUEVES 26 DE SEPTIEMBRE, EL AMIGO GUS DESDE SU BLOG JULIANO EL APOSTATA NOS INVIATA A PERDONAR......
TE PERDONO
Antes de salir de casa hizo un repaso
general, llevaba días dándole vueltas, nunca hasta unas semanas antes había sido
tan consciente de sus pecados. ¿Cómo era posible que se pudiera ser malo sin saberlo?
Y es que si seguía a pie juntillas lo que
les había explicado Don Anselmo no le quedaba ni uno, a pesar de que algunos no
los tenía tan claros como el relativo al sexto.
Con el primero tenía sus dudas, él tenía
claro lo mucho que quería a sus padres, así que como era posible que hasta en
eso estuviera pecando. ¿Cómo podía el querer a un Dios desconocido hasta por
encima de sus patines recién estrenados?
Con el segundo, pues resulta que esa
exclamación que había escuchado infinidad de veces en boca del abuelo también era
pecado, incluso el día que se les murió el burro y los dejo pasando hambre por
meses.
Para él, el tercero era un coñazo, porque
resulta que pudiendo ir a la plaza a jugar al futbol los días festivos tocaba
ir a misa ¿Y hay algo más aburrido que los sermones de don Anselmo?
El cuarto, bueno ese es otra cosa, pero
resulta que cuando se negaba a hacer un recado, cuando en lo mejor de un juego
lo enviaban a buscar el pan no respondía, pues eso también era pecado.
Con el quinto no lo tiene claro, ¿es pecado
cuando su madre mata un conejo para el arroz? ¿Y cuando el abre con la cuchilla
una lagartija?
Cuando escuchó la palabra adulterio se quedó
en blanco, ¿era eso lo que le mandaba el sexto?, pues resulta que después de
discutir con Antoñita que de eso sabía mucho, el día que se agacho a mirarle
las bragas él estaba cometiendo adulterio, mira por donde…
Con la de veces que se había metido en la
alacena para comer a escondidas una onza de chocolate o alguna cucharada de
mermelada de la que hace la abuela y ahora resulta que a eso se le llama robar
y es pecado.
Con el octavo lo lleva fatal porque ¿Cómo hacer
alguna trastada sin decir después una mentira? Si siempre dijera que había sido
él se pasaría la vida castigado sin salir de casa. Vamos que eso se tenía que
negociar con Don Anselmo.
Pues resulta que pensar en Azucena la niña
rubia de la ciudad también es un pecado como una casa, ahora lo tiene más difícil
a la hora de pedirle que sea su novia.
Y cuando va a casa de Juanito y se queda
embelesado mirando su tren eléctrico y desea con todas sus fuerzas que los próximos
reyes le traigan uno exactamente igual. También es pecado resulta……
Se arrodilla en el confesionario y de forma
rápida para quitárselo cuanto antes de encima le dice casi sin respirar a Don
Anselmo que no le falta ninguno, que ha pecado contra los diez y que ya sabía
que iría directamente al infierno. El cura ya cansado de tanto desfile de niños le hace la señal de la
cruz, mientras el escucha:
- - Yo te perdono.
Mañana es el día de su primera comunión, tendrá
que ir con muchísimo cuidado porque eso de no pecar es tan difícil…
¡Me ha encantado! Es perfecto. Ironía, inocencia... Si es que hay pecados que no es que sean perdonables, es que son benditos.
ResponderEliminarTu historia me ha hecho sonreír y confirmar mi replanteamiento de esta sociedad nuestra.
Un beso grande.
Fantástico querida Molí , lo has bordado desde la inocencia de un niño , que se pregunta cuantos pecados puede tener un alma inocente y cuantos perdonas necesitará para tener su alma limpia ...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y gracias por este texto tan genial.
Perfecta disección, de eso que nos enseñaban en la doctrina, que bien o nos hacía infelices, (sobre todo durante las "misiones"), o bien pasábamos directamente de ello, (durante el resto del año).
ResponderEliminarCuando tuvimos capacidad de discernir, elegimos los que de verdad eran trascendentes, pero no por que no los mandaran, sino por nuestra propia conciencia.
Me ha gustado mucho tu entrada, paisana.
Besos.
Un buen repaso le has dado a todos, los peques aunque pidan perdón y se arrepientan, vuelven a repetir los mismos pecados. Abrazos
ResponderEliminarLos peques viven sólo el presente, por eso, remiten,no tienen pasado que les pueda enseñar.Una historia para reflexionar.Excelente Moli.
ResponderEliminarBesos
Pizacas de ironía, de inocencia. Un texto encantador. No hay pecados, si te fijas, sino asumir la resònsabilidda y no la culpabilidad, si bien hay quien es malo, del todo.
ResponderEliminarUn abrazo
Cuando éramos niños recuerdo ibamos al confesionario a pedir perdón ante el sacerdote, y siempre decíamos los mismos pecados, me has llevado a aquella niñez.
ResponderEliminarMuy buena tu aportación.
Besos enormes.
Cuando una era pequeña, sobre todo antes, uno se pensaba que todo era pecado, menos mal del cura que tenía el poder de perdonarlos todod.
ResponderEliminarun abrazo
Hay lucidez en ese pequeño, ¿que es eso de tener que acatar tantas prohibiciones, tanto mandato?
ResponderEliminarQue se embrome Anselmo, por ser parte de un sistema que se mete tanto en las vidas ajenas.
Un abrazo.
Originalísimo y buenísimo y todos los "isimos" que le quieras añadir, ademásde que me he reído con ganas, lo cual también es digno de tener en cuenta.
ResponderEliminarSimpático texto para desnudar una forma de control y sojuzgamiento que nada tiene de simpático. Crearnos culpa por cosas que no son maldades es una forma de imponernos su poder y si lo hacen desde niños, peor aún. Un abrazo
ResponderEliminar¡Qué relato tan genial! Esperemos que nuestro protagonista acepte el perdón y la próxima vez se atreva a "pecar" para pedirle a Azucena que sea su novia.
ResponderEliminarUn besazo, Molí
No hay nada más aplastante que la lógica de los niños. Desde su mirada inocente, desmontan uno por un esos "mandamientos" que en la mayoría de las veces, la propia iglesia no practica.
ResponderEliminarMe gustó tu entrada, por la ironía que nos dejas y porque la realidad es así.
Bss.