CONVOCATORIA JUEVERA PARA EL JUEVES 8 DE ABRIL, LA AMIGA DOROTEA DESDE SU BLOG LAZOS Y RAICES NOS INVITA A ESCRIBIR SOBRE LA VEJEZ....
DE UN TIEMPO EXTRAÑO
Aún te veo llegar con tus alpargatas, tus pantalones de
pana, tu blusón y tu boina, porque en los años sesenta cualquier abuelo que se
preciara casi seguro que llevaba boina.
--¿Ande vamos hoy abuelo?—mis seis años me hacían empinarme
para que tu estampases un beso en mi frente.
--A buscar collejas---y ante mi cara extrañada añadías--¿Tu
sabes lo que son las collejas?
Pues no, ni repajolera idea aunque después de un buen rato
buscando me las enseñaste en tus manos y luego enganchadas en el suelo. Un
manjar de dioses, decías tú y cuando mi tía vitoreaba tu llegada yo ya estaba
convencida de que ese día comeríamos como dioses.
Desde que recuerdo te veo llegar subido al carro y como siempre
eras porteador de tesoros: espárragos, setas, romero, tomillo, alhucema,
chicharos verdes…aparte de lo que daba el huerto claro.
Mi abuelo tiene arrugas, raso pelo blanco que cubre con su
boina, manos con caricias que raspan mi cara y miles de historias, cuentos y
fabulas. Mi abuelo me mira con ternura y cuando estoy cansada me aúpa en brazos.
Mi abuelo cuando tiene un plan fenomenal me lleva con él aunque para eso venga
a buscarme a las seis de la mañana. Mi abuelo no cree en dioses aunque a veces comemos como ellos, mi abuelo no tiene dinero tiene atos[i]
para ir a comprar pero como dice que los caramelos no son buenos siempre me
trae un trozo de paloduz.
--¿Qué comes abuelo?
--Peros—me respondes mientras con tu navajilla pelas unas
manzanas muy chiquitas.
Me gusta sentarme a tu lado mientras cenas, lo haces siempre
a las nueve de las noche, nunca comes carne, ni jamón, ni pescado. Desde hace
años eres vegetariano, aunque cuando eras joven, según me cuentas, sí que comías
carne. Cenas peros y un trozo de pan con queso del que me das un trocito al
final. Después, si hace buen tiempo nos sentamos en el patio y en la quietud de
la oscuridad tus cuentos se hacen
escuchar.
En la cámara de arriba conservas aquellas delicias que
comeremos a lo largo del año: uvas que se convierten en pasas, higos que se
endulzan según se van secando, hierbas con infinidad de aromas y una caja metálica
en la que guardas el oro rojo de la última cosecha: azafrán manchego. Olemos
juntos su perfume, cogemos algunos hilitos con los dedos, es el olor que desde
que recuerdo deja su fragancia por toda la casa, el que acompaña toda mi vida
como nieta de un azafranero.
Hola IMMA: tu abuelo como todos los abuelos del mundo, gozan infinidad de la compañía de sus nietos, y éstos recuerdan toda la vida las histórias que les contó una tarde su abuelo, mientras les mecia encima de sus Piernas achacosas. EL mío decía siempre: Cuidado con mis rodillas que tienen más de cuarenta años cada una y no tienen recambio. Un abrazo.
ResponderEliminarPrecioso. Tan entrañable..
ResponderEliminarGuardas unos recuerdos que son oro, como ese mismo azafrán.🌹
Yo no puedo narrar cosas tan bonitas...
Un abrazo
Esos recuerdos bien merecían unas palabras me ha encantado de leerlo, es más, me has emocionado un montón. Un besazo Moli.
ResponderEliminarUn relato entrañable que me encantó leer porque he gozado al hacerlo con un abuelo que nunca tuve y que me hubiera de haberlo tenido, que hubiese sido como el tuyo.
ResponderEliminarSólo conocí a mi abuela y era tan especial que nunca me planteé que no tenía abuelo, como que no me hacía falta, pero ahora leyéndote pienso que me hubiera gustado tenerlo porque el abuelo debe ser distinto a la abuela aunque igual de entrañable.
A la vista está que me ha gustado mucho tu relato.
!Anda que no habré comido collejas! Iba por el "puente el hierro" de mi pueblo y desde arriba las conocía. Y zanahorias sanguinas y peros en una ensalada que hacía mi madre, con un poco aceite vinagre y agua.
ResponderEliminarNo tuve la suerte de conocer a ningún abuelo, pero el abuelo que ahora soy, recuerda aquellos tiempos en la Mancha que tan bien retratas.
Besos.
Una mirada atrás llena de amor correspondido. Tu abuelo era un mago que sabía dónde buscar los tesoros del campo. Esté donde esté, seguro que tu homenaje lo ha encantado. Gracias por compartir y un abrazo
ResponderEliminarLa memoria olfativa es quizás la que más perdura y suele transportarnos con añorada claridad hacia días lejanos. Felices, en tu caso, y dignos de ser evocados con el arte de tus letras. Un placer leerte. Besos
ResponderEliminarBellisimo recuerdo lleno de emociones
ResponderEliminarRecuerdos entrañables para no olvidar nunca jamás.
ResponderEliminarBesos.
También recuerdo a mi abuelo con boina, me gustó y mucho.
ResponderEliminarque gráfico ytiernote ha quedado. me has hecho recordar a mi abuelo viniendo en el Carro los días que salía muy pronto y no me quería despertar. gracias.
ResponderEliminarBesosss imma
Tu abuelo me ha recordado a mis abuelos. Hombres de campo, inteligentes, apañados, con inquietudes... y ese vínculo especial entre ellos y nosotras...
ResponderEliminarNo solo son pozo de experiencia y sabiduría, son ese balde lleno de amor y esperanza del que solo nos damos cuenta al final.
Un beso enorme y magnífico relato, Inma. Me ha encantado.
Tan persónales y entrañables, qué de recuerdos tiernos nos regalas.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz tarde
Que linda relación, yo no he conocidos a mis abuelos hombres, solo mis abuelas, pero es una tierna y entrañable historia la que has vivido junto a el, llena de enseñanzas, me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo Molí:)