CONVOCATORIA JUEVERA PARA EL JUEVES 23 DE ENERO, A AMIGA MONTSE RUIZ DESDE SU BLOG LA BITÁCORA DEL MAR NOS INVITA A ESCRIBIR...
EL PAQUETE DE CHICLES
La cita era a las diecisiete treinta de un lunes frío, y
aunque llevaba días preparándome con esmero, no podía evitar ese halo de
angustia e inseguridad que según se acercaba el momento me iba poseyendo. Sabía
que un día u otro pasaría, que era posible que no lo resistiera, que yo era
demasiado sensible, pero si mis compañeros podían ¿Por qué yo no? Así fue como
ante la propuesta del profesor de medicina legal y forense yo fui de las
primeras que se apuntó.
Era un privilegio que aquellos estudiantes
más implicados en la asignatura, pudiéramos asistir como espectadores a nuestra
primera autopsia. Una oportunidad única que podía no darse más en mucho tiempo
ya que nos encontrábamos ante un caso de muerte violenta y en una capital
pequeña como Girona era este si más no un caso excepcional.
Lo poco que sabíamos del hombre a quien
iban a practicar la autopsia, era que se había suicidado tirándose en picado
desde la montaña del Far, en caída un total de casi 1.200 metros. El panorama
de lo íbamos a encontrarnos era para pensárselo, pero a pesar de todo me dije
que ya no había marcha atrás.
De mi entrada en el Anatómico Forense, el
recuerdo que aún me impacta es el del olor: una mezcla de desinfectante fuerte
y de quirófano de hospital. Nos facilitaron batas de esas de usar y tirar, cobradores
para los zapatos, mascarillas, gorros y una botellita de plástico con un líquido
de olor fuerte. –Tendréis que ponerlo en las mascarillas cuando se abra el cadáver-
nos dijeron. – El olor suele ser insoportable—Añadió una ayudante muy joven.
Soporté bien cuando sacaron los restos de
lo que antes había sido un ser lleno de vida, fui capaz de mirar un rostro inexistente,
mientras el profesor y médico forense nos iba hablando del rigus mortem que aún
se mantenía gracias al frío de la nevera. Intenté observando aquel cuerpo de
forma indefinida, imaginarme sus motivos, aunque en el fondo lo que intentaba
encontrar era algún atisbo humano que parecía haberse diluido en aquel espacio aséptico,
pero sobre todo en aquel cuerpo destrozado que aún conservaba unas ropas de
buena calidad.
--Procedamos—dijo el profesor—para eso
primero tenemos que buscar indicios en sus ropas, no sea que en el
levantamiento del cadáver se les haya pasado alguna cosa por alto…
Me derrumbé justo cuando tras mirar en los
bolsillos sacó un paquete de chicles justo de la misma marca que yo solía
comprar. Lo llevaba en el bolsillo izquierdo del anorak, tal y como yo solía
llevarlo. En ese momento la estancia se llenó de un inmenso olor a menta, de
ese instante solo recuerdo salir llorando. ¿Cómo fue posible que un simple
paquete de chicles me hiciera ver a la persona de golpe?
No quise presenciar la obertura del cuerpo
y según mis compañeros me perdí cosas fantásticas. Solo sé que por un instante
sentí la tristeza de un alma antes humana deambulando. Y aunque me licencié
como criminóloga nunca he asistido a una autopsia.
Hay detalles tan importantes que pueden dar un giro a nuestra vida y cambiar el rumbo de las decisiones. Una buena historia que recordaré cada vez que compre un paquete de chicles. Abrazos
ResponderEliminarGenial el texto, como nos ha ido entrando en ese instante ha sido un placer leerlo. Sin duda los pequeños detalles saltaron las alamas de tu ser sensible, esos chicles fueron el detonante que hizo pensar que no era algo raro lo que estaba en esa mesa, sino un ser humano.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo ...muakkk.
Por cierto que bonita profesión la tuya .
Entiendo tu entereza al apuntarte, lo mismo que tu reacción final.
ResponderEliminarEs verdad, un cadáver es algo inanimado,inerte y sin historia, que sólo cobra vida cuando, cuando lo humaniza algo tan simple y cotidiano como un paquete de chicle.
Besos.
No debe ser nada fácil aquello, la verdad. Pero hasta el más pequeño de los detalles, en un momento de sensibilidad alterada, nos puede hacer venir abajo.
ResponderEliminarEl otro día estuve escuchando un reportaje sobre los centros donde se custodian los cadáveres dados en donación. La despersonalización es indispensable. En el caso de tu relato es imposible. Me ha recordado mucho a lo que escuché y la misma sensación que la chica que iba en el espacio.
Un abrazo enorme y me ha parecido fantástica tu narración por la sala.
Hola guapa, vaya entrada la verdad es que tiene que impactar mucho cuando tienes que hacer la autopsia, a una persona que a muerto de esa manera, yo la verdad es que no podría. Besos de flor.
ResponderEliminarTremenda historia que he vivido de principio a fin y que me ha provocado las mismas sensaciones que a la protagonista de tu historia.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Qué fuerte!
ResponderEliminarBesos
Wow, que momento más turbio que le ha tocado pasar. Me ha dado un buen escalofrío imaginar la escena. Excelente relato y muy buena narración.
ResponderEliminarSaludos~.
Por un momento pensé que conocías al fallecido; como si el paquete de chicles y el bolsillo del anorak donde los llevaba fueran una señal con el cual identificarlo.
ResponderEliminarDebe ser difícil asistir a un autopsia, y no te digo nada, hacerla. Yo para eso, creo no sirvo.
Gracias por participar.
Bss.
Me has conmovido con la profundidad de tu historia. A veces la humanidad está atada a pequeños detalles, como ese paquete de chiclets. un abrazo y gracias por compartir este recuerdo.
ResponderEliminarUn toque impresionante, ese paquete de chicles que hace que un ser anónimo sin vida se convierta en uno más que podrías haber rozado en el metro, visto en un supermercado, saludado como vecino... Escalofriante. Un abrazo
ResponderEliminarYo no creo ser capaz ni de entrar a un lugar así... Tu relato es estupendo, de verdad que sí.
ResponderEliminarUn beso.
Hay que tener valor para hacer la autopsia.
ResponderEliminarInteresante tu relato.
Besos.
Los detalles son muchas veces las cosas más importantes de las vidas y lo son de los relatos...nos estabas llevando por el tema de los olores y mira por dónde, salta un paquete de chicles que hace que todo cobre sentido...muy bueno
ResponderEliminar¡Qué fuerte, Inma!
ResponderEliminarRealmente hay experiencias como esas, donde el dolor sale por donde uno menos se lo espera.
Besos
Lo leí, pero no te comenté, parece. Me encantó el giro que das, con un paquete de chicles, que parece tan anodino, y la intriga que queda.
ResponderEliminarUn abrazo
A veces la imaginación es un inconveniente. Le dio demasiada importancia a esa coincidencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
No me extraña, la verdad es que la medicina me atraía pero la descarté por completo por razones como la que expones que hacía desistir a muchos.
ResponderEliminarY, de llegar al caso, empatizar con la persona que tratas. Supongo que quienes siguen trabajando en ello han hecho un callo que a mí me parece imposible de lograr.
Besos, amiga.
Muy original. Un saludo
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