DESDE
MI VENTANA, LA VIDA SIGUE
Llueve, ahora más que nunca agradezco estos días de
lluvia que no me hacen sentir prisionera. Los seres humanos somos animales de costumbres
fijas, ya hace años que tengo claro que no puedo salir cuando llueve. El complicado
circuito electrónico de mi scooter no resiste el agua, tampoco he ideado un
sistema que evite que me moje. Tanto con bastones como con scooter no me queda
otra que acabar empapada, así que la lluvia es la clave de muchos de mis días
de confinamiento.
A pesar de la lluvia, la veo pasar con el albornoz
puesto camino de la piscina. Valiente como pocas se mete en el agua fría en los
días gélidos de invierno, estos días tampoco ha dejado de hacerlo. Nadie dirá
nada, porque si algo he podido ver en las personas que habitan este lugar
cerrado es el respeto hacia los otros. El Parkinson hace que su vida sea un
séquito de frustraciones físicas, lo único que la activa, que la hace estar
viva y que evita un deterioramiento aún más rápido es su hora de natación en la
piscina comunitaria. Por suerte no tenemos policías de ventana, de esos que están
abundando últimamente. Hay que ver lo que hace el aburrimiento: ha resurgido la
Stasi estalinista con todo su esplendor.
En los días de la lucha de banderas, me estuve cuestionando
irme a vivir fuera de mi pequeña ciudad. Mi amor por el lago y sus paisajes, la
cercanía de la Costa Brava y de la frontera francesa me llevaron a elegir
quedarme aquí, cosa que en tiempos como estos no me arrepiento.
No hay policías de ventana en Banyoles, en las
salidas inevitables que he hecho, no he visto miradas escrutadoras que me
juzgan, ni críticas, ni denuncias sino todo lo contrario. Me saludan desde la
distancia, personas a las que ni conozco. El saludo, las miradas cariñosas, el
sentimiento de unión se nota a pesar de las mascarillas. Y eso que cerca de mí
no veo balcones aplaudiendo, ni fiestas de balcón. Los banyolines son muy de
estar por casa y de salvaguardar su intimidad, son de dejarse ver poco. Supongo
que mis más de treinta años aquí me ha llevado a ser bastante como ellos, mis
problemas de movilidad tampoco ayudan mucho, parte de mi vida trascurre tras la
ventana.
En los días de sol salgo al balcón y escucho con más
fuerza que nunca el canto de los pájaros, mis rosas extienden su fragancia
estirando sus pétalos al sol, mis gatos se estiran en el suelo y yo respiro
hondo. Por las tardes, escucho a los niños del piso de arriba en sus correrías infantiles,
soy un bicho raro porque me encanta escucharles y sentir que la vida sigue. Y
cuando el día se cierra, cuando la noche extiende su manto, miro las luces de
las ventanas de los alrededores: vidas y esperanza.
Yo es que no salgo mucho, me refiero antes de no salir. Salvo mi hora y media o dos de mis recién estrenadas mañanas cuando aun se podía. Bastón y cámara en ristre. Cuesta arriba subía a mi ciudad medieval hacia cuatro fotos y de paso mi ejercicio diario (mis tobillos son una pena) el bastón es mas por presumir y por si acaso que las cuestas abajo son muy traidoras y estos cuando fallan te hacen dar con todos los huesos en el suelo y la cámara vale una pasta menos mal que procuro que me caiga encima.
ResponderEliminarPor eso no me fastidia mirar ahora desde el balcón o la terraza. Luego cuando se pueda volveré a mis paseos matutinos.
Así es que a mirar por la ventana.
Besos
Las ventanas dejan entrar el aire, los trinos de los pájaros, las voces de los niños, el sol o las estrellas y salen los suspiros las miradas, los sueños.... Una propuesta abierta que seguro será un éxito. Abrazos
ResponderEliminarDetrás de cada ventana hay un mundo, una persona que piensa y siente, una familia que tiene la misma esperanza que nosotros, salir de esta mala pasada, aprender, crecer.
ResponderEliminarEs muy lindo tu relato, pasa por varias emociones y todas me gustaron.
Un abrazo.
Hay que ver lo que da de sí una ventana, las vidas e historias que se pueden ver y sentir.
ResponderEliminarMe has hecho llegar muchas emociones y sentirlas tan bien ..
Un fuerte abrazo y seguimos mirando a través de nuestras ventanas .
A mí me pilló recién operada y mataría por poder salir, aunque cuando lo hice para quitarme los puntos (la única vez desde el día 13 de marzo) sí que me increpó una señora por la calle (a pesar de lo aparatoso de llevar el pie vendado y con zapato ortopédico), e incluso nos paró la policía. Habrá que irse a vivir a Banyoles.
ResponderEliminarEs notable como, pese a las circunstancias que nos son comunes, hay tanta variedad en la forma de adaptarse a estas difíciles circunstancias. Es más, cada quien con su muy particular sensibilidad vive (o sobrevive) este difícil trance desde su personal perspectiva haciendo que las cosas se vean muy diferentes. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarVives en un lugar de ensueño. Estuve viendo fotos en Google.
ResponderEliminarConozco Girona, la ciudad. Estuve justo en el festival de las flores y ese ese recuerdo es inolvidable. Yo me la paso muy bien en casa, hay tanto que podemos. Tampoco me gusta salir mucho los días de lluvia. Recuerdo en Cádiz y Sevilla, la primera vez que estuve era en Otoño, con lluvia y viento cruzado, la de paraguas que rompí.... y cómo me mojé hasta los huesos, pero claro, no quería perderme nada.
Besotes.
Qué bonito lo que cuentas que ves desde tu ventana, Molí. Y olé por esos baños en la piscina comunitaria que lleva a cabo tu vecina, eso es tesón.
ResponderEliminarPara mí los días de lluvia también son días de casa y se hacen más llevaderos.
Mucho ánimo y genial convocatoria :3
Un besazo
Yo llevo muy bien el confinamiento, esa es la verdad. Debo ser de las pocas personas que lo ven como algo intrínseco pero reconozco que no debe ser fácil para todo el mundo. Todos necesitamos tomar aire y más que eso, comunicarnos. Considero que las cosas con para todos pero que dentro de las igualdades hay que dar paso a las "desigualdades" por mera salud mental. Amo los días de lluvia.
ResponderEliminarGirona es un lugar precioso y sus alrededores. Algunos tenemos la suerte de vivir en auténticos paraísos donde la vida es completamente diferente.
A disfrutar de esos paisajes, de tus momentos y paciencia... Todo pasa.
Un beso enorme.
Esta mañana he tenido que salir ,(solo cruzar la calle y el patio comunitario, de donde vivo), para ir al "super".Me he cruzado con poca gente, pero TODOS nos hemos saludado con un escueto "buenos días" filtrado por la mascarilla y lo más importante, con esas ganas de vida y esperanza, que afloran en cada sonrisa.
ResponderEliminarBesos.
Entiendo perfectamente lo que cuentas, en estas circunstancias se ponen de manifiesto más que nunca la idiosincrasia de las personas que habitan el barrio o el bloque y eso influye en cómo es la salida o la o salida a los balcones, sin que eso signifique que no están agradecidos al cuerpo sanitario y todos los demás que cuidan de nuestro confinamiento.
ResponderEliminarUn abrazo Moli
Me gusta cómo lo has contado, y cómo vas pasando tus días, así más o menos, vamos pasándolo todos, desde nuestras casas, esperando que todo esto acabe pronto, y mientras, disfrutando de nuestro confinamiento, porque cada día que pasa es un milagro que estemos con vida, y hay que agradecer.
ResponderEliminarMuchos besos.
La vida se valora más ahora. Escuchando las cifras verdad?
ResponderEliminarCon vecinos herméticos es algo más aburrido.
Pero un saludo se agradece.
Ya queda menos signorina.
Baci
S
Me ha parecido un diario muy humano y de calidad. Hacemos como podemos, superando dificultades par hacer la vida lo más normal posible. Si los vecinos son muy ruidosos, estamos perdidos, pero si son muy asociales, es aburrido todo. Un poco más :-)
ResponderEliminarUn abrazo y pro una tarde bonita