Páginas

miércoles, 16 de marzo de 2016

PINTAR EL INVIERNO DE COLOR

Des del EL BALCÓN DE CAS y partiendo de unas imágenes preciosas, se nos invita a crear un eslogan y a escribir.......


PINTAR EL INVIERNO DE COLOR

Nunca entendió porque desde pequeña le llamaban estrafalaria, solo sabía que la forma como vestían las otras niñas no era de su agrado. Nunca soporto los lacitos que le ponía su padre en las coletas y mucho menos si estos adornaban alguno de sus vestidos, odiaba intensamente aquellos calcetines altos que con dos pompones a ambos lados parecían marearse en el vaivén de sus piernas.

Lucia era más de pantalones con peto a los que pronto aprendió a añadir telas de diversos colores, eso unido a camisas de colores fluorescentes o a jerséis anchos y rayados. También le encantaban los sombreros de paja los cuales pronto empezó a decorar a su antojo. Así que le costó más de una trifulca con su madre eso de ir contracorriente.

Su adolescencia fue tranquila eran pocos los chicos a quien gustara su forma de vestir y no mirando más allá del envoltorio se perdían la profundidad y belleza de unos ojos negros curiosos para conocer los secretos más recónditos del mundo.

Nunca entendió los cánones que año tras año la moda en el vestir imponía. Ahora pantalones anchos tipo pata de elefante, otro año vestidos incómodos y ajustados, tacones altos, bailarinas…..realmente cada año era más difícil encontrar ropa que fuera con ella. Así es que siguió modificando aquella ropa que podía ser distinta con un poco de imaginación y con su gracia innata. Lo que no podía comprender y que era su lucha constante cada invierno, era esa manía de los diseñadores de crear siempre ropa oscura para los meses de invierno. 

¿Acaso no es esta estación ya bastante oscura de por sí? ¿No son meses que obligan a vivir más horas en la opacidad que en la luz? ¿Por qué esta manía de hacer que las personas vivan cubiertas por tinieblas?
Otra de las cosas que no soportaba era esa necesidad de llevar los pies enfundados por estrechas botas. Lucia se pasaba el día descalza, le gustaba dar libertad a sus pies, como decía ella. Era todo un abanico de sensaciones las que podía percibir a través de sus pies hasta el frío intenso era una sensación que la hacía renacer cada día.


Así es que aunque han pasado los años, aún hay quien la llama estrafalaria. Su lema des de hace ya décadas es el de PINTAR EL INVIERNO DE COLOR. Para ello no duda en ponerse anoraks de colores vivos y radiantes. Y para sus pies nada más cómodo y fresquito que unas frescas sandalias de verano. Así la vemos cada día paseando por las calles de su ciudad, junto a Peter su último amor, un inglés tan estrafalario como ella.

lunes, 14 de marzo de 2016

PALABRAS DE SINDEL: SEMANA 11 DE 52

¿A DÓNDE VAN?



Pequeñas de quienes todos se olvidaron, a las que un día unos padres dejaron allá. Demasiado niñas aun para recordar aquellos rostros que en su día tanto amaron. ¿A dónde van aquellos para quienes solo fuiste un accidente? ¿A dónde van aquellos a los que les falto valor para luchar por ti? ¿Pueden continuar con sus vidas ignorantes de todo aquello que sus hijas pueden padecer?


Fueron pequeñas a quienes la polio ataco entre los años 40 y 60. Algunas hijas ilegitimas, abandonadas por su padre antes de nacer, otras se encontraron con la falta de aceptación de aquellos que nunca quisieron una hija diferente por la que luchar. Así fue como algunas niñas polio quedaron por siempre olvidadas detrás de las paredes de aquel hospital de paredes blancas.

En aquellos años de oscuridad, sufrieron sin el consuelo de una madre, operaciones, tratamientos y rehabilitaciones con un solo sueño: poder caminar y escapar algún día hacia aquel lugar al que día a día volaban aquellas amigas de las que nunca más sabrían…..¿ A donde van?

Pasaron los años entre sabanas y batas blancas, aprendiendo a tragarse la injusticia de la misma forma que hacían con su dolor. Asumieron el desprecio y las malas palabras, como un castigo justamente merecido, porque aun gracias a las monjas que las habían recogido y que las mantenían allí en el hospital.

Vieron de cerca miles de lágrimas, crecieron cuidando de las más pequeñas, la única familia que conocieron fueron sus compañeras, aquellas que recibían visitas cada domingo, aquellas que recibían tantos regalos que muchas veces los compartían con ellas: con las pequeñas polio abandonadas a su suerte en aquel oscuro hospital.
En su vida en el hospital recorrieron las tres salas: la del Niño Jesús, que se abandonaba una vez hacían la primera comunión, la de la Inmaculada de la que se salía una vez se hacían mujeres y la tercera, la de la Esperanza de la que sabían tenían pocas posibilidades de salir.

Marzo de 2016, por fin me atrevo a visitar el Hospital Beata Maria Ana en Madrid, llevo un tiempo escribiendo un libro sobre mi infancia y quiero enfrentarme a la etapa más dolorosa de esta. Quiero comprender, quiero ver un poco de luz después de años de terapia intentando superar sensaciones de abandono y de dolor. Entre los 9 a los 11 años viví allí, lejos de mi familia, enfrentándome a operaciones, rehabilitación y a un profundo dolor psicológico que para bien o para mal siempre me marcó.

Unos días antes me pongo en contacto con una recepcionista, le aviso de mi llegada y de la posibilidad de visitar todas las estancias, aunque se que ahora poco se parecerá a todo aquello que me ha perseguido durante años. Mi sorpresa es cuando la chica me habla de la posibilidad de poder hablar con: las chicas polio. Ante mi sorpresa me explica que en el hospital aún continúan ingresadas 7 u 8 señoras de 60 a 75 años. Niñas polio que fueron abandonadas, a las que nadie visitaba, a las que nadie recogió……la mayoría con unas secuelas de polio que les impide caminar.

Cuando recorro el hospital al lado de una monja, le pregunto por ellas. Me dice que no, que no puedo visitarlas, que solo el gerente puede darme permiso y que se  tiene que contar con ellas (esto último lo comprendo perfectamente). No tuve la posibilidad de visitarlas, de saber nada de sus historias, de cómo es posible superar el dolor sin alejarte del lugar que te lo produjo, de tantas cosas……..

No quiero olvidarlas, ellas observadoras de nuestra marcha, de nuestra ilusión de nunca más volver, de nuestra alegría al abrazar a nuestra madre…….ellas que nunca lo tuvieron, a ellas hoy les dedico estas líneas, aunque ahora que se dé su existencia lucharé para sacarlas del olvido, ellas hoy para mí son las más grandes heroínas.

¿Dónde va el dolor de sentirse para siempre abandonada? ¿A dónde van todas aquellas lagrimas secas y no derramadas? ¿A dónde van las ilusiones y los sueños que no pueden realizarse?

 Su nombre era Colegio Hospital ASILO...... 
Sala de rehabilitación
  
Aquí se lavaban las manos los médicos antes de operarnos.....

El Beata Maria Ana en aquellos años....
En estos balcones sacaban nuestras camas algunos días de verano
Lo que alcanzaba nuestra vista......