DE DERROTAS Y VICTORIAS
La tenue caricia
de un último rayo de sol ilumina la estancia; el polvo danzando rompe los colores
opacos mirados a trasluz, los cuales parecen filtrarse entre lágrimas formando
estrellas difusas. Pero lo más notable de la habitación es la inmensidad de la
cama vacía acompañada por las paredes blancas y ese frío inmenso que empieza a
instalarse en sus almas junto a una extraña sensación de paz.
Voces y
juegos infantiles rotos por el miedo y el sonido tintineante de la botella de
suero. Imágenes de la camilla rodando y ellos corriendo tras ella con la
angustia de quienes esperan un milagro que no llega.
Los primeros
días después del diagnóstico fueron los peores, no quedaba otra que aceptar y
redescribir la palabra maldita en sus mentes: Cáncer. Le podían poner todos los
apelativos que quisiesen ya que los médicos eran expertos en la definición y
uso de palabras nuevas. Palabras con las que envolvían con esmero la palabra
maldita. Un diagnostico que por más certero que fuera a ellos no les producía
más que una sensación de irrealidad y terror.
Abrir la
puerta a la esperanza y redefinir los sueños. Hacer planes solo a muy corto
plazo y luchar, lo primordial era luchar ya que batallas más cruentas se habían ganado.
No importaba el precio, ni el tiempo que ahora se había empecinado en marcar un
ritmo acompasado, la lucha sin tregua era la finalidad.
La lógica dice
que solo los adultos están preparados para la lucha y ellos como adultos lo
estaban, pero ¿Cómo preparas para una batalla dura y cruenta a una niña de seis años?
¿Cómo incluyes en su imaginario de cuentos una historia atroz en la que es
posible que ganen los malos?
Pero la
pequeña, su pequeña desde el principio demostró tener mucho más valor que ellos
dos juntos. Días de juegos con agujas y gasas, canciones de esperanza junto a
sesiones de quimioterapia. Rizos que se intercambian por un precioso sombrero
de lana. Dos pasos hacia adelante por uno hacia atrás, pequeñas victorias que
se celebraban con pastel de fresa cuando los vómitos daban tregua.
Meses después
empezaron a pesar más las derrotas que las victorias: el dolor apagaba los
juegos, los vómitos la ilusión por el pastel, las canciones molestaban a los oídos…Solo
los cuentos tenían algún sentido, solo las historias fantásticas pervivieron a
la hecatombe…
“Había una vez en un reino muy
cercano una princesa guerrera que blandiendo una espada de fuego se empecinaba
por luchar contra un monstruo inmenso. La princesita era muy querida por todos
aquellos que la conocían y ella se mantenía firme con una espada que cada día
le pesaba más y más….
- ¬¿Por qué no dejas esa espada tan
enorme? ¿No ves que pesa demasiado para ti?
-
Mama, porque si la dejo caer vosotros
estaréis tristes…
- ¬Tristes ¿Por qué corazón?
- ¬ Porque habré dejado de luchar contra
el monstruo, porque él me habrá vencido…
- ¬No importa mi amor, a veces es bueno
dejar de lado al monstruo y huir. Irse lejos, a otro lugar donde no existan los
monstruos terribles.
- ¬Así ¿puedo soltar la espada mama?
- ¬Si suéltala cariño…
- ¬¿Puedo irme papa?
- ¬Puedes irte cariño, vete en paz….
Esa madrugada, la niña se durmió para siempre. Se acabaron los pinchazos, las carreras angustiosas, el dolor desesperante, los rizos que caen, los vómitos de sangre...Y es que como escribió en su día Jorge Luis Borges hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria.
Esa madrugada, la niña se durmió para siempre. Se acabaron los pinchazos, las carreras angustiosas, el dolor desesperante, los rizos que caen, los vómitos de sangre...Y es que como escribió en su día Jorge Luis Borges hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria.
Triste relato, crudo, emotivo, muy doloroso pero tan real! sabemos de historias tan intensas como la que relatas, en donde la lucha no da el resultado esperado y entonces la muerte resulta ser una salida liberadora. Te agradezco mucho por participar, Moli.
ResponderEliminarP.d
Por cierto, la frase es de Borges.
=)
Un triste y tierno relato donde se da la frase de Jose Luis Borges ..la dignidad de morir es tan importante como la vida que se elegi ..
ResponderEliminarGracias por esta lección de dignidad .
Abrazos con mucho cariño .
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTe comento entre lágrimas. Conmovedora triste y a la vez dulce historia. Que valientes los padres que la dejaron irse.
ResponderEliminarBesos, Inma
Tan bello como fuerte y desgarrador.
ResponderEliminarPero nada más aporpiado al tema elegido.
Besos
Pero hay derrotas que nos hunden, no es la tuya una historia más, es la realidad cotidiana en algunas familias y la batalla perdida en hospitales infantiles. Un abrazo desolado
ResponderEliminarLastimoso y con mucha ternura este relato, muy doloroso, pero tan real amiga!
ResponderEliminarFeliz viernes Moli.
Un beso
Es una historia preciosa,me ha conmovido profudamente .Un abrazo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarRelato muy duro y, por desgracia, ocurre.
ResponderEliminarNo hay palabras para describir el momento de dejar marchar a un hijo, y menos todavía para describir el último beso.
Va para ocho años que perdimos a nuestra hija de solo tres y al leer tu relato me he identificado con los padres y la niña. Tenemos otra hija mayor que fue en su día, y lo sigue siendo, nuestro motor.
Bss.
Madre mía, Inma. Iba a decirte que me has dado la noche, pero no, ya que la actitud de la chica tiene tanta dignidad (por no usar otra palabra), que lo que nos deja es admiración.
ResponderEliminarBesos, amiga.
Esta vez me has dado directamente al corazón con esta historia tan triste, pero la frase está maravillosamente integrada en el relato y es verdad que a veces hay que rendirse con dignidad sin que ese signifique una derrota. No creo que pueda haber nada más duro para unos padres que perder a un hijo, pero más duro sería verlo sufrir día tras día sabiendo que ese sufrimiento no va a acabar.
ResponderEliminarUn beso
Ufffffff, qué duro, me ha costado mucho leerlo, uffffff
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