DOÑA
PURI – COLEGIO DE SAN MIGUEL 1962
Ana
con solo tres años ha aprendido pronto a sacar provecho de su recién
estrenado bitutor.
--Que
no me entere yo que nadie le hace burla, ni la toca, vamos ni la mira
con malos ojos, que bastante tiene la pobrecita con ser cojita…
La
pequeña comienza a apreciar en pocos días los privilegios de su
cojera ya que pasa a ser la preferida de la maestra.
Doña Puri, se desvive en mimos y regalos con la pequeña cojita que
ella ve desamparada.
--Ana,
no vayas al patio sola que puedes caerte, anda ya vengo yo contigo…
--Ana,
siéntate aquí a mi lado en la mesa…
--Ana,
cuanto tengas que ir al retrete me lo dices…
Semanas
después una tarde cualquiera en la salida de clase, todas las niñas
impecablemente colocadas en fila. Ana se dedica a probar el pequeño
aparato dando patadas al resto de las niñas. Ella, gracias a su
cojera, y a doña Puri, está exenta de mantenerse quieta en la fila,
así que utiliza sus privilegios de alumna preferida dando patadas y
tirando de las trenzas.
Doña
Puri, la coge por los hombros y ante sus pataletas le da un buen
cachete en el culo. Ana se siente defraudada y a la vez contenta.
Desde ese día se acabaron los privilegios y pasó a ser una más en
la clase, también se quito de encima una profe bastante empalagosa.
DOÑA
MARCE – COLEGIO DE SAN LEON 1963
Una
pizarra sin fin daba la vuelta alrededor de la clase. Doña Marce
dividía la pizarra con una tiza blanca dejando de forma equitativa un trozo para cada niña. En uno de los pupitres,
colocaba tizas de colores y cada pequeña en su espacio dibujaba de forma libre. Doña
Marce tenía una paciencia infinita a la hora de explicarles
cualquier cosa. Aprender a leer fue muy fácil para Ana y para las
otras. Doña Marce la castigaba cuando en una de sus rabietas
empezaba a dar patadas, pero se hacía la sorda cuando su patada con
el aparato de hierro la utilizaba cuando alguien la atacaba a
traición y salía corriendo. Doña Marce nunca la trato de forma
diferente al resto de las niñas, la dejaba correr por el patio,
saltar a la comba o jugar a la goma. Cuando se caía la animaba a
levantarse y a veces la acompañaba a la fuente a lavarse hasta que
aprendió sola. Pero lo que nunca olvidaría Ana eran las tardes en
las que todas las niñas dibujaban con tizas de colores en la gran
pizarra compartida que volteaba toda el aula.
LA
SEÑORITA MARI – COREA 1966
--Que no me llaméis doña Mari….Se ño ri ta Mari que soy soltera…
--Que no me llaméis doña Mari….Se ño ri ta Mari que soy soltera…
La
señorita Mari había llegado de Madrid, vivía sola pero parecía no
importarle, vestía como una autentica señorita, se maquillaba,
llevaba tacones pero lo más alucinante era que era coja como ella.
Al
principio no se dio cuenta, si no llega a ser por las otras niñas y
por sus madres ni se hubiera enterado. Bastante tenía con su vaivén
para fijarse en los vaivenes de las otras….Pero un día una niña
lo dijo así de sopetón:
--Señorita
Mari y ¿como es que siendo usted coja, es maestra?
--Y
¿Porque no? Fue la respuesta de la profe.
La
señorita Mari era una mujer segura y con carácter bastante exigente
con sus alumnas, especialmente con Ana. La pequeña había pasado
unas pruebas a través de las cuales paso directamente desde el
parvulario a segundo de primaria, por eso no había continuado con
Doña Marce en esta escuela nueva y recién estrenada a las afueras
del pueblo. Lo mejor que aprendió Ana de su nueva maestra es que la
cojera no marcaba ningún limite y que en el futuro ella podría
conseguir ser lo que quisiera.
Una gran lección fue la que aprendió Ana: conseguir cualquier cosa que se propusiera. ¡Me encantó! Y como siempre, Molí, son geniales las fotografías con las que acompañas el texto.
ResponderEliminar¡Besos!
Marcados ejemplos y enseñanza, nadie tiene porque ser tratado de manera diferente, a cada uno lo suyo, y por cierto así llegará hacer lo que se proponga.
ResponderEliminarUn abracito :)
Que buenos textos nos dejas, a veces quien marcan la diferencia no son los pequeños sino los adultos, tal fue el caso de Doña Puri, se entiende que era por deferencia a Ana pero al final menos mal se dio cuenta que era mejor que la tratarla como a los demás. Es el principio de la aceptación, todo se puede conseguir con tesón. Un abrazo con todo mi cariño.
ResponderEliminarUno de los pilares de la escuela es la de la integración; así que a Ana hay que tratarla como a una alumna más siempre que sea posible, obviamente. En la primera historia se la ve aprovechándose de la bondad de la maestra... pero todo tiene su fin.
ResponderEliminarBss.
Me imagino los sentimientos de Ana (?), en esa escuela en las que no solo era una rémora ser cojo, lo era hasta ser zurdo.
ResponderEliminarEso en lo físico, de lo mental, mejor no hablar.
Besos.
Suerte tuvo Ana al tener unas señoritas de esa clase de altura...lo principal es que pudo aprender que no existe ningún impedimento para llegar donde se quiere...para muestra un botón....el hombre que mas admiro ya se ha ido pero creo que ha sido una de las personas que dejó bien en claro que lo único que puede impedir que llegues a donde quieres, eres tú mismo: Stephen Hawking.....besosss
ResponderEliminarQué bien has descrito las diferentes formas de llevar adelante un grupo que tienen los maestros, sobreprotegiendo, estimulando, conteniendo, en fin, predicando con el ejemplo, que es como mejor se enseña. Muy bien armado tu aporte Moli. Me encantó verte de pequeña (aunque ya te conocía en la segundafoto) un beso
ResponderEliminarMe deleitado en lo que escribes
ResponderEliminartan tuyo
tan intimo
y lindo
Los niños pueden ser muy crueles contra los que tienen algún defecto, por eso la actitud de los profes puede ser de demasiada condescendencia, por suerte algunos son algo más equitativos.
ResponderEliminarMuy bien las opciones que has puesto.
Muy bellas y emotivas historias que hacen reflexionar, me encantaron todas y las disfrute mucho eyendolas
ResponderEliminarAdmirable que desde pequeña aprendió de los tropiezos y enseñanza.
ResponderEliminarEn la escuela que estudié primaria había niños de todos sabores, me siento satisfecha ahora que lo entiendo que no hicieron distingos, ni dirección, ni el persona, ni nosotros los alumnos, todos éramos tan distintos, tan iguales, no maltratabas ni te maltrataban, no burlabas ni te burlaban, fue una escuela estupenda.
Abrazo
Vaya, que buena idea esa de dividirlos por profesoras. Me ha gustado mucho cada uno de ellos.
ResponderEliminarUn saludo
A veces no hace falta ni ser buen maestro. La srta. Mari enseñó a Ana más que todas las demás, simplemente siendo como era.
ResponderEliminarUna genial idea la comparativa por contraposición.
Besosss, Molí
Fascinante tu triple relato que muestra la enseñanza de la vida aunque haya comenzado con desventaja. Te felicito por la intensidad de tus textos. Gracias por participar y un abrazo
ResponderEliminarAl principio de curso a los que se portaban peor en la FP nos hacia subirle la máquina de escribir a una chica con cojera importante.
ResponderEliminarElla era muy amable y nos daba las gracias siempre, mi rabia era contra la profe.
Una vez tuvimos que manejar otros equipos, habían otros profesores, nadie pidió nada para ella. un amigo y yo le subimos los equipos. nadie nos dio las gracias ni menciono nuestro esfuerzo.
Ella siguió agradeciéndolo.
Y todo el mundo siguió a lo suyo. A veces los valores tan manidos son simplemente tener unos machacas.
Hoy si veo algún comportamiento feo le afeo sin dudarlo.
No me lo enseño nadie. Bueno lo aprendí luchando..
Un placer leerte
Beso
Llego tarde, y te pido disculpas. Esos profesores tan diferentes, con los alumnos con dificultades, cada uno a su manera, enseñaron a Ana que la diferencia no es excusa, y tampoco inconveniente.
ResponderEliminarUn abrazo
Una historia deliciosa con una misma alumna tratada desde tres diferentes perspectivas. Y con una enseñanza vital cómo descubrir que puede conseguir todo lo que se proponga. Las fotos son estupendas, me han traído recuerdos como cuando repartían la botellita de leche en el recreo. Saludos
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