LA CASITA DEL GNOMO
Durante mucho tiempo me dijeron que iba a mi bola y que mi
mundo tenía poco que ver con el real, no sé si es por este motivo que ese oído por
el que se escuchan todos los chismes habidos y por haber a mí no suele
funcionarme, creo que tengo oído selectivo y que el resto sale de mi
imaginación ya que está raramente funciona con la maldad.
Paseábamos por uno de esos pueblecitos con encanto de la
Costa Brava, eran aquellos años en los que la belleza de estos parajes aún se
mantenía intacta. Calles estrechas que se enfilaban o que bajaban de golpe
mostrando recovecos encantadores. Y allí al final de la calle estaba la casa
encantada y no lo era porque los espíritus pulularan por ella sino por el aire
de paz que emanaba. Parecía sacada de uno de los cuentos de los hermanos Grim,
pero tenía poco que ver con Hansel y Gretel. ¿Quién podía vivir en tan mágico lugar?
No tarde en hallar la respuesta cuando de la diminuta puerta
salió un hombrecillo cuya barretina roja se asemejaba mucho a un gorrito de
gnomo. Con una regadera en la mano, se dedicaba a regar una cantidad nada
despreciable de flores y arbustos que se mostraban a los lados de la puerta, lo
hacía de una forma sosegada, tanto que me parecía ver a cámara lenta cada uno de
sus movimientos. Ese día me fui a casa convencida de que por fin había logrado
ver a un gnomo de verdad.
A lo largo de los años, fueron múltiples mis visitas a tan precioso lugar, esperando de forma
disimulada la salida del gnomo de la casita. Hasta que un día en una cena de
amigos, una chica de aquel pueblo explicó sin venir a cuento un chisme sucio
que ponía a mi gnomo más o menos como si de un demonio se tratara. Que si era
un borracho, que si se jugaba el dinero a las cartas, que si su mujer cansada
de sus manías se fue con otro…. Y mi gnomo todo candidez se iba llenando de
basura inmunda, hasta que mis oídos agotados se cerraron; ya no les cabía más porquería dentro.
Mi trabajo durante aquellos años con ancianos, me enseñaron
a vivir en presente. Es difícil ver con buenos ojos a aquel a quien cuidas si
alguien antes viene a ensuciarte los oídos con historias antiguas. Así que con
mi gnomo pasó igual, de lo que era, de lo que había sido su pasado yo no quise
saber nada, me importaba solo el instante aquel en que el hombrecillo entraba y
salía de la casa regadora en ristre y que mientras dejaba caer el agua iba moviendo los labios en una especie de letanía.
Más de veinte años después, la casita se mantiene intacta,
solo que ahora es uno de esos lugares donde se alquilan equipos de snorkel e
instructores. Y del gnomo ¿Qué fue? Supongo que vive en alguno de los bosques
cercanos ya que mis oídos no han querido abrirse a más chismes, creo que se
dedica a regar las flores primaverales con una regadora mágica que no tiene que
llenar constantemente, supongo…miles de cuentos corren por mi mente pero esos chismes
no hacen daño a nadie.
El chisme tiene el poder de ensuciar. Muy cierto la realidad se ve de otra forma después que te llenan la cabeza de mugre y malos pensamientos. La casita me ha hecho recordar a una alcancia que algun a vez le hice en cerámica para un primo 😉. Un abrazo
ResponderEliminarEs justo cerrar los oídos a chismes que ensucien a quienes conoces y quieres, aunque sea un gnomo, porque de ese gnomo nos cuentas historias, lindas, que seguramente queremos seguir leyendo.
ResponderEliminarUn abrazo Molí :)
Ese oído selectivo es lo mejor que hay que hacer para no entrar en la dinámica del chisme. Una historia fascinante. Un abrazo y muy feliz semana.
ResponderEliminarImpactada me he quedado. Me ha encantado ese hombrecito tuyo, cuya alma verdadera sólo pueden apreciar unos ojos puros. La casa, la paz, la actitud del hombre y toda la reflexión que se desarrolla alrededor en tu relato introspectivo... me ha enamorado. Tu estilo es natural, sincero y conecta profundamente con el lector.
ResponderEliminar¡Mi enhorabuena y mi abrazo admirado!
Un cuento lleno de enseñanzas. El chisme ensucia y perjudica, ante esto siempre cortar y no ser otra pieza en la continuidad del chismorreo.
ResponderEliminarBesos.
Has relatado una bonita fantasía, no por ello exenta de una gran verdad que, incluso, entristece...
ResponderEliminarMuy buena aportación, querida amiga. No deja indiferente.
Abrazos enormes, y muy feliz día 💙
Dichosos chismes que tanto perjudican.
ResponderEliminarBesos.
LO SUCIO, HAY QUE LIMPIARLO SIEMPRE,Y LA FORMA MÁS EFICAZ DE HACERLO ES NI ENTRAR EN CONVERSACIÓN CON NADIE QUE QUIERA HABLAR DE ELLO. UN ABRAZO
ResponderEliminarQué bonito, has conseguido redimir al gnomo y pasar de los chismes.
ResponderEliminarUna preciosa lección.
Tu hombrecillo, a pesar del tiempo y el olvido, sigue en tus recuerdos, muy bonito post, tierno.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz día
¡Qué bonito Molí! Si, los chismorreos ensucian la visión que tenemos de algunas personas... o gnomos. Interesante cómo has conectado esa casa, tu gnomo y el tema del jueves. Un gusto leerte.
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