NACÍ PARA ESCRIBIR

NACÍ PARA ESCRIBIR                                                            

Nací para escribir, no era una simple intuición sino una certeza. Mi finalidad en la vida no se limitaría a frases de contenido útil o a borrones de aburrimiento. Este fue el motivo, de que me enamorara de ella en cuanto la vi. Sus manos, eran unan manos suaves y gráciles que también fueron hechas para la escritura. Un mundo de sueños encapsulados a punto de reventar, en forma de verso, prosa o aventuras.

Cientos de garabatos cabalgando a su alrededor, mientras ella, ávida de cuentos abría con ansia sus oídos con el afán de robar; frases sueltas, conversaciones o palabras nuevas. Anhelos que surgían de un lenguaje a media lengua, intentando explicar aquello que es invisible para los ojos.

Y yo su compañero fiel seguía cada pequeño avance y la animaba en cada tropiezo mientras aquella pequeña mano que me sedujo se empecinaba en llenar cada uno de sus dedos con mis trazos. Pintarrajos azules que en semanas se tornaron letras y que en poco tiempo formaron palabras y frases con sentido. Hasta que un día, la chiquilla, se sienta y con aquella constancia que caracteriza a aquellos que están acostumbrados a jugar con las musas, escribe aquella primera frase cientos de veces escuchada:

--Érase una vez…

Y yo sigo expectante los giros de la mano, hasta que al final de la aventura aparece ante mí una palabra que señala el final. Ella no lo sabe, pero con apenas seis años de edad, acaba de escribir su primera historia. Mientras yo, su primer bolígrafo azul me entristezco al pensar que me perderé sus andanzas de escritora porque mi carga ya se muestra traslucida