REGRESO A GAMBIA
Recuerda el día de la imagen, ya antes de regresar, una voz
interior le decía que no podía ser tan fácil. Tantos días escuchando embelesado
las historias sobre Gambia y por fin sus sueños se harían realidad.
África en su corazón catalán, tres lenguas perfectamente
dominadas: el sarahule que hablan en casa, el castellano del barrio y el catalán
del colegio. La libertad de las calles, los partidos de futbol en el parque, el
estudio del Corán en la escuela coránica. Pero a Gambia, el país de origen de
sus padres, solo lo conocía por cientos de historias contadas.
Cuando cumplió los diez comenzó la marcha a atrás.
--En el próximo viaje, vendrás a Gambia conmigo—le dijo su
padre.
--¿De vacaciones? —pregunto casi sin creerlo.
--Más o menos, más o menos…
No supo más y se centró en la emoción del viaje. Le
compraron una maleta de las de verdad, de aquellas con ruedecitas, la ropa
nueva para el viaje se la dejaron elegir a él en la tienda de segunda mano de
Bakari, eligió una sudadera con capucha y unos tejanos. El resto de la ropa era
ropa africana, túnicas coloridas confeccionadas por los cosedores. Y así llegó
el día del viaje en avión, en su emoción no quiso ver las lágrimas de su madre.
Apenas pararon en la ciudad, estuvieron casi una semana en
el poblado del padre, el último día su padre lo llevó a un hermoso lago. Allí
se lo dijo.
--No vas a volver… mañana te llevo a Banjul.
Y ante sus réplicas, el padre lo hizo callar secamente.
--Ya volverás cuando seas mayor, si es que quieres, tu sitio
está aquí. Mañana te quedaras en la madrasa[i],
ahora sí que aprenderás la verdad…
Mira aquel lago en el que al igual que el de su pequeña
ciudad catalana, miles de gaviotas vuelan en busca de un certero alimento. Se
siente estafado, engañado… le han mentido. Sabe que al igual que otros
compañeros su nombre quedará en la mente de sus amigos de clase y que en poco
tiempo se olvidaran de él. Quiere llorar, pero ya hace tiempo que le han dicho
que es un hombre y a diferencia de las mujeres, los hombre no pueden llorar.
[i] Escuela coránica
donde los niños se dedican al estudio exhaustivo y memorístico del Islam, este estudio
puede durar hasta cinco años.
Para mi es una crueldad de los padres hacia ese hijo. Puedo entender que no quieran que pierda sus raíces, pero llevarle al lugar donde ellos emigraron para una vida mejor es crueldad. Un texto magnifico. Mi beso y abrazo para ti.
ResponderEliminarQué triste, tu texto. Muy bien escrito, he vivido las emociones de ese niño.
ResponderEliminarBesos.
Buenos días Molí, ya tengo elaborada mi aportación. Si no entra en tu idea, nunca tendrás dificultades conmigo, no la publiques, el tema era libre, yo he escogido la actualidad que nos atenaza. Te dejo mi enlace, no obstante:
ResponderEliminarhttps://ginesfranconettihavuelto.blogspot.com
Un fuerte abrazo.
Qué terrible! desarraigado por su propia sangre! una historia de traición y olvido que duele imaginar. Un abrazo, Inma.
ResponderEliminarP.d
pese al poco tiempo del que dispongo, he logrado sumarme a tu convocatoria. Lo celebro.
Es tremendo el argumento de tu relato, pero desgraciadamente no por ello imposible de suceder.
ResponderEliminarNo es la mejor manera de que un hijo conozca su cultura y su país.
un abrazo Molí, las fotos todas estupendas.
En mi población hay un número bastante alto de familias migrantes de Gambia y por desgracia se dan demasiados casos como el de este niño.
EliminarTremendo y crudo relato que, seguro, no se aleja de la realidad. Si ya suceden situaciones dolorosas en esta injusta vida en tantas culturas y partes del mundo, que suceda de la mano de los tuyos, tiene que ser horrible…
ResponderEliminarMuy buena aportación, como siempre, excelente narrativa.
Un placer, amiga.
Abrazo grande 💙
Excelentemente bien relatada esta realidad del desarraigo y de como los padres pueden dañar la vida a sus hijos en pos de una búsqueda de las raíces que ellos habían abandonado hace tiempo. También es cierto que no puede generalizarse y habría que analizar caso por caso, desde las perspectivas psicológica, antropológica y/o sociológica.
ResponderEliminarBesos
Sentirse en medio de dos culturas... la pena es que no sirva para sumar riqueza cultural sino para dividir. Como siempre una preciosidad Molí y gracias por la convocatoria, estoy leyendo relatos fantásticos de los participantes.
ResponderEliminarBss
siempre los padres pretenden reparar los errores que ellos mismos cometieron: ¡estudia y serás algo! ¿acaso su emigración a otro país a otra cultura y religión tan contraria a sus ancestros no le han reportado lo que ellos esperaban? Y vuelven a cometer errores ya no con sus vidas si no con sus hijos negándoles la posibilidad de integración en la que ya estaban sumergidos. Un error no se arregla como las manchas de moras con otra mora...verde. Un abrazo
ResponderEliminarOhh, qué pena *.* No lo entiendo... Vivir 10 años en España para luego llevarlo a un lugar en que no tiene ningún lazo. De todas formas, la fotografía es impresionante.
ResponderEliminarUn besazo, Molí
Yo no creo que los niños que se crían aquí deban regresar salvo interés curioso. Pero es una historia bien buena.
ResponderEliminarUn abrazo
Una historia muy emotiva que nos sacude conciencia. Muy buen relato. Saludos
ResponderEliminarEstá bien no olvidar nuestras raíces, saber de dónde venimos pero hay mil formas para ello y estos padres han elegido la que no es mejor.
ResponderEliminarUn duro relato, una bofetada tremenda.
Un beso enorme.