ESTE JUEVES RELATO: TRAVESURAS
POR UN TROZO DE QUESO
Todo ocurrió por un trozo de queso, lo que nadie en
el centro pudo comprender era que hacia Rosa involucrada hasta el cuello en
todo aquel afaire. Posiblemente si hubieran abierto más los oídos, si no
tuvieran tanto trabajo atrasado, habrían estado más al tanto, pero quien sabe,
porque a veces los ancianos se comportan como niños y entonces……
Todos sabían de la glotonería de Carmen, era tal
que con su voz acaramelada conseguía quitarle cualquier tipo de comida al
primer compañero que se encontrara. Como digo todo empezó con un trozo de queso
Comté francés de tamaño considerable. Carmen siempre comentaba que cada año
venían a visitarla unos amigos franceses y que le traían una buena cantidad del
susodicho queso.
Pues bien, el día esperado llegó y junto con los amigos llegó el manjar más deseado el cual, y conociendo la afición de Carmen a la
glotonería, fue cuidadosamente depositado en el fondo de la nevera con la
intención de dárselo de forma proporcionada y de acuerdo a las instrucciones de
la enfermera.
Justo por esos días, Rosa, la anciana más seria y
moderada que nunca nadie hubiera conocido, tuvo un enganche con una de las
compañeras de mesa. Como los insultos de Rosa, que a malgenio no había quien la
ganara, provocaron llantos y desganas, Jorge, el director del centro la llamó
al orden enviándola por un tiempo indeterminado fuera de SU mesa y así fue como
la anciana más seria y sensata acabo en la mesa más desordenada en la que
estaba Carmen.
Carmen llevaba años postrada en una silla de
ruedas, cosas de la edad, Rosa caminaba con dificultad cogida a su caminador,
Luisa corría como una flecha lo que no le respondía era la cabeza, Antonio
cruzaba el pasillo tembloroso sobre su bastón.
Después de los hechos acontecidos se supo sin
muchas dificultades que Carmen fue la inductora y que los otros tres secundaron
el plan. Pero Rosa, quien iba a pensarse que Rosa...tan seria, tan sensata, tan
responsable ella, vamos la que más años hacia que estaba en la residencia y que
contaba con la confianza de todos.
Sabían que hacia las dos de la madrugada la
cuidadora de noche estaría lejos entretenida con la ropa de las secadoras y la
plancha. Se organizaron e hicieron guardia y justo en el momento acordado,
subieron los tres en el ascensor que los bajaba hacia la cocina. Rosa con el
corazón a punto de salírsele por la boca, Antonio con aquella sonrisa de un
niño en el momento de hacer una travesura, Luisa solo los seguía con su mirada
pérdida.
Abrir la nevera y encontrar en ella un mundo de manjares
prohibidos: montones de flanes y gelatinas, latas de aceitunas, quesitos, hasta
dos botellas de cava….y en el fondo el famoso trozo de queso, manjar exquisito
del que su compañera tanto les había hablado.
Cogieron un carrito y fueron poniendo todos aquellos
tesoros y algunos más: galletas, manzanas, algún pastelito de aquellos que
nunca les dejaban comer. Sigilosamente volvieron al ascensor y con el mismo
cuidado entraron en la habitación de Carmen, otros compañeros se unieron a la
fiesta. Así Gala apareció con una inmensa caja de bombones que nadie supo de
donde salió y Pedro aportó un buen puñado de caramelos saqueados en los múltiples
festejos del centro.
Comieron y bebieron todo lo que les permitió el
cuerpo, la que más Carmen que nunca tiene final:
- Que me quiten lo bailaó!
Gritaba hasta que no pudo más.
Fue tal el alboroto que Ana la cuidadora subió y
casi le da un jamacuco de lo que se encontró, como eran casi las siete de la
mañana no pudo arreglar el desaguisado antes de que fueran llegando sucesivamente
sus compañeras. En ese momento, se escuchaban el todo el centro los gritos de
Carmen:
-
Ay! Que me muero, que me muero de
risa…
Y realmente se murió de verdad, dos días después en
el hospital. Quienes fueron a darle su último adiós, descubrieron en Carmen
aquella sonrisa socarrona que siempre la acompañó
En cuanto a Rosa, desde ese día, fue la reina de
la inducción en múltiples travesuras, siempre calladita y quieta en un rincón
pero escondiendo una sonrisa socarrona legado inequívoco de su antecesora.
Cualquier edad es buena para hacer travesuras y acabar con una sonrisa en los labios es algo impagable.
ResponderEliminarUn saludo.
Bien valió la travesura si estaba a punto de llegar su hora. Se fue feliz y contenta y con la sonrisa niña que seguramente la hacía verse más bonita!
ResponderEliminarLinda tu historia de travesuras más allá de la infancia!
Un abrazo
Yo quiero llegar a esa edad y seguir haciendo travesuras, mientras se preparan es lo mejor. Me ha encantado y solo lamento no haber participado en la travesura. Saltibrincos
ResponderEliminarA veces quién menos lo parece es el que monta todo el tinglado, como Rosa en este caso...tan calladita...y es que dicen que las personas mayores se vuelven como niños, supongo que así será.
ResponderEliminarUn beso
Bueno, al menos murió feliz, comiendo todo lo que le dio la gana, que a estas edades todo son prohibiciones.
ResponderEliminarUn abrazo
No hay edad para las ganas de vivir, no hay edad para la diversión, no hay edad para las travesuras. Me ha encantado tu historia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Entre dos la tenían y ella sola se cayó jajajaj Mira, lo mejor de todo es lo que estuvieron pensando y pensando para ese final... Y, qué narices, después de una vida complicada, que disfruten cómo les de la real gana sus últimos días.
ResponderEliminarUn beso muy grande.
Los ancianos son los niños más traviesos que existen en el mundo y a mi tu relato me ha dado mucha ternura...
ResponderEliminarBesines!
Es una travesura muy tierna y bonita. Lo que más me ha gustado es la edad. Preciosa, sinceramente. Besitos
ResponderEliminarLas travesuras no tienen edad, "como el amor". Tierno tu relato. Saludos
ResponderEliminarLos abuelos cuando se ponen son peores que los niños... conozco uno que le encolaba media cáscara de nueces en las patas a su gato para ver si mantenía el equilibrio!!!
ResponderEliminarUn beso.
Que divertida historia, Inma. Nos recuerdas que cualquier edad es buena para tratar de disfrutar de la vida (y de sus manjares). Aunque alguno tuviera que quedarse en el camino.
ResponderEliminarMe encantó tu propuesta de jueves Inma. Ha estado cargada de divertidas travesuras. Enhorabuena, compañera.
Un abrazo.
Yo quiero hacer muchas travesuras cuando se vieja. Jaja.
ResponderEliminarMás besitos
Me llevo tu blog, es precioso.