UN FUET…..
Verano de 1977
Lo esquive casi con un salto, alguna
cosa envuelta en un papel de seda blanco llamó mi atención. En las tardes tediosas
de aquel verano, empujando la sillita con la niña recorría las calles del
barrio, poco más podía hacer. Aquella era una de las pocas tardes en las que
Cesc había podido salir del cuartel y me acompañaba en aquel paseo sin fin en
el que ambos intentábamos despistar el hambre.
De alguna forma, podíamos considerarnos con suerte, justo al lado de la
antigua portería que ahora era nuestro hogar, vivía otra pareja joven como
nosotros, con un niño algo más mayor que nuestra hija, el chico, Luis estaba haciendo
el servicio militar junto a Xesc en aquellos años en los que era más importante
servir a la patria que poder llenar el estómago de un bebe.
Cada día, Luis que era el encargado de repartir los chuscos de cuartel en
cuartel, lograba despistar unos cuantos, así es que tanto su familia como la
nuestra teníamos el pan asegurado, poco más. De ahí mi gran sorpresa cuando al
ir retirando poco a poco el suave papel, encontré un fuet nuevecito y recién comprado.
Era este un manjar inaccesible para aquellos que solo podíamos comprar lo
imprescindible y normalmente en estos casos solo es él bebe quien cuenta para
lo esencial.
Aquella tarde fue una tarde especial ¿Cómo es posible que un fuet de para tanto
y pueda llenar de felicidad a cuatro adultos? Bueno eso de adultos es un decir,
los chicos acababan de cumplir los 21 nosotras apenas teníamos 18 años. Ningún
sueldo fijo en ninguna de las dos casas, ninguna cantidad para estirar, para
nosotros era igual el día 1 que el 31.
Verano de 2016
En la puerta de casa me encuentro con Azima, se acerca a mi cansada y
sudorosa. Me enseña una bolsa medio llena de patatas y un paquete de leche.
- - Es que ha llegado un camión de alimentos a la Farga[i],
he estado dos horas allí de pie y he podido conseguir esto…..
Azima, a quien hace unos días la trabajadora
social de dijo que era imposible que los 430 euros del subsidio no le llegaran
a final de mes, siendo solo cuatro de familia (dos adultos y dos niñas) y
pagando 400 euros de alquiler. Con sarcasmo pienso que las matemáticas no son
el fuerte de las trabajadoras sociales.
Por la noche me encuentro con Pili, mi vecina, vive sola con dos niños y
cada quince días recoge comida en Caritas, está esperando una pensión que nunca
llega.
- - Mira – me dice mientras me enseña un paquete de mortadela
– me lo acaban de regalar aquí en la tienda, esta noche tenemos cena!
- Si quieres te bajo algo de carne que acabo de comprar –
le digo.
- - Es que no tengo gas y no puedo cocinar…….
Y recuerdo aquellos días en los que la trabajadora social me decía que no
sabia administrarme, que en pescaderías y carnicerías siempre tiraban cosas que
podían servirme para hacerle la comida a mi niña. Yo que como todas las madres
solo deseaba lo mejor para ella, como me sentía de culpable! Y recuerdo los días
sin gas, o los días de invierno en los que una única bombona de gas iba de la
cocina a la estufa, parecía que todo eso había quedado atrás, que la pobreza
era cosa de otros tiempos……..
Que buen relato , repasando distintas épocas , donde nos damos cuenta que ha cambiado la vida pero algunas cosas siguen siendo igual .
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Nos muestras dos momentos, dos años distantes entre si. el hambre siempre es mala. Abrazos
ResponderEliminarla pobreza y el hambre no se acaban nunca. cuando no es en un sitio es en otro. Nosotros ahora estamos bién pèro mira
ResponderEliminarlas colas que se forman en Guinea pera conseguir un mendrugo de pan. Y mucho mas cerca están los refugiados de las querras de Siria e Irak. y aún quedan lss peores. Los que mueren en un rincón abandonados de la mano de Dios.
A vueltas con las nostalgia y, sobre todo, con la marga realidad actual.
ResponderEliminarBesos.
En lo fundamental estamos igual, tirando del hambre a cuestas.
ResponderEliminarEl hambre y las crisis siempre han formado parte de la vida de las personas, lo que pasa que a unos les toca más que a otros.
ResponderEliminarPlanteaste genial este tema, desde las perspectivas de dos años.
Besos.
Dos tiempos, dos momentos y el hambre
ResponderEliminarUn beso, Moli
Una cosa es pasar necesidades de a dos y siendo jóvenes, otra muy distinta estando sola y con varias bocas que alimentar.😢
ResponderEliminarA esas trabajadores hay que enseñarles matemáticas y empatía, la capacidad de entender lo que siente el otro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues si, parece que el tiempo haya retrocedido, y es que nos la creíamos muy felices, y los pobres es tan dificil que salgan de pobres, sobre todo mientras hay otros que cada vez se hacen más ricos a costa de los pobres.
ResponderEliminarUn abrazo
Dos momentos y la misma realidad¿hemos avanzado? No ve el que no quiere ver.
ResponderEliminarBesos
Dos momentos y la misma realidad¿hemos avanzado? No ve el que no quiere ver.
ResponderEliminarBesos
Dos circunstancias, una dura realidad de cada época. Cuando llegara el dia en que, al menos la alimentación sea algo parejo para la humanidad. Emotivo relato, y muy original.
ResponderEliminarBso