GABRIEL
Dicen que abrir la puerta de una vieja casa viene a ser como el rito
que rompe con sus maldiciones, que hay una formula ancestral la cual pasa de
padres a hijos cuando por cualquier circunstancia una puerta se cierra para
siempre, pero a mi esa fórmula nadie me la ha pasado no me queda otra que
adivinar, porque nadie me la dijo.
Cuentan, y yo lo recuerdo desde que
tengo uso de razón, que tío Alberto fue durante dos décadas el mejor violinista de al menos las tres cuartas
partes de Europa, que su violín acariciaba con sus notas hasta las almas menos
sensibles, que no había nadie que quedara al margen de su embrujo, que hasta el
mismo sol apartaba las nubes en los días más oscuros ante la magia de su violín,
al menos eso es lo que me han contado siempre los mayores.
Comentan, que la historia de amor
entre tío Alberto y Alicia fue como un cuento de hadas, que como no podía ser de
otra forma fue la música la que los unió, que ella era una de las mejores
bailarinas del ballet nacional quien en su día dejo de lado todo por cuidar con
esmero a aquel pequeño diferente que nació. Eso comentan yo aún no había nacido
por eso tengo que creerlos.
Susurran a mis espaldas que Gabriel,
no pudieron elegir mejor nombre que aquel para un angelito como aquel, a pesar o puede que gracias a su diferencia
les lleno de dicha en los siete años que vivió. Que se fue para siempre un atardecer mientras tío Alberto
interpretaba para el su mejor melodía con acordes acompasados de amor.
Nadie sabe dónde marcharon, hay
quien dice que cruzaron el inmenso océano para nunca más volver. Siete candados cerraron para siempre
la puerta de la inmensa casa familiar, nunca más nadie atravesaría su verja al
menos mientras alguno de los dos viviera, esa era la maldición.
Camino lentamente mientras por el
largo camino crujen las hojas de otoño que
apenas hace unas horas acaban de caer, en mi mano dos argollas entrelazadas
sostienen encerradas siete llaves, es su legado, soy su única heredera. Cuando
atravieso el umbral miro al cielo y entre nubes veo a un querubín que me señala
y sonríe complaciente mientras en mi oído va susurrando la formula.
Dentro de toda su tristeza es un hermoso relato, Molí
ResponderEliminarBeso
Qué bella historia de amores trastocados... desde el cielo ese querubin tan bien amado se complace con tu llegada. Precioso detalle. Me gustó mucho tu historia. Muy emotiva. un abrazo y gracias por participar.
ResponderEliminarUna historia triste y melancólica llena de dulces recuerdos.
ResponderEliminarEmociona.
Besos
A mí me parece una historia preciosa a pesar de todo, y la fantasía (o no) del querubín recibiendo a otra alma.
ResponderEliminarUn beso.
Lo he leido y un silencio se prolonga...me recuerda tantas cosas que pueblan en mi cabeza que esta silencio muchas no es ajeno cuando se toca el corazón...
ResponderEliminarEnhora buena
Una bella historia con un toque de tristeza y melancolía. que no deja de tener un poco de misterio a mi parecer
ResponderEliminarEs verdad, es muy melancólica la entrada... pero está muy bien construída... saludos...
ResponderEliminarMelancolía, amor y un nuevo comienzo para ese lugar, cuyas puertas se abrirán.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es melancólico y lleno de amor, es muy bonito
ResponderEliminarUn saludo
Eres una auténtica escritora, con una magnífica imaginación y una gran belleza en la composición de tus relatos.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Sólo queda abrir puertas y ventanas que entre el aire llevándose la melancolía que dejó la temprana muerte de Gabriel, el cual, desde su lugar en el cielo, si es que el cielo existe, seguro verá con buenos ojos.
ResponderEliminarBuen relato, Inma.
Un abrazo.