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miércoles, 22 de julio de 2020

OREGANO, SALVIA Y TOMILLO



ORÉGANO, SALVIA Y TOMILLO

La casa olía a orégano, era este el olor que se filtraba por cada rincón. En la cesta de la entrada proliferaba la salvia fresca y el tomillo en flor. Él tenía once años y ella nueve cuando se perdieron por el camino de Can Balca, cuando oscureció él apago su miedo con un beso y ella dejo de llorar, su incipiente amor quedo sellado con un ramo de orégano, salvia y tomillo, lo mejor que se podía encontrar por los alrededores. 

Diez años después se casaban en la ermita de Sant Vicenç desheredados de tierra pues ni él era hereu ni ella pubilla[i] comenzaron su vida en común con escuálidas pertenencias y una gran dosis de amor en una pequeña casa de pastores que les cedió un tío de ella.

Cada atardecer, se acercaban al camino de Can Balca y mientras el sol se escondía juntaban sus labios como aquel primer día cual promesa de amor eterno. Después vinieron los hijos; tres en tres años y la necesidad de partir ya que la poca tierra que poseían no daba suficiente para alimentar tantas bocas. Barcelona fue su destino en el barrio de Hostafranch, atrás quedaron los atardeceres de Can Balca y hasta los besos fueron escatimándose con el paso de los años, el trabajo duro de ambos los llevaba a cruzarse cual fantasmas por el piso, a veces el amor y la supervivencia son difíciles de compaginar pero ellos poco a poco lo consiguieron.

Cuando los hijos eran pequeños, casi cada verano hacían las maletas y se escapaban a sus adoradas montañas. Cada atardecer, compartían con los niños las vistas desde Can Balca, después los chicos crecieron y preferían quedarse jugando con otros chicos del pueblo la mayoría veraneantes como ellos. Pasada la adolescencia se acabaron los veranos entre montañas y los veraneos. Los intereses de los hijos eran otros y ellos trabajaron aún con más tesón para pagar estudios, y ayudar a los chicos en su emancipación. Después ya fue posible rehacer la antigua casa y escaparse y cultivar un amor que siempre estuvo allí, en los atardeceres de Can Balca y en los ramos de orégano, salvia y tomillo que en su pequeña casa nunca faltaron.

Sus planes de instalarse definitivamente en la casa una vez jubilados se fueron al traste por el cuidado de los nietos. Demasiadas horas de trabajo las de los padres, muchos conciertos, conferencias, necesidad de estar solos para mantenerse como parejas, pasaron a ser como una telaraña invisible que unía la familia por ellos creada. Hasta que los años comenzaron a pesar y la memoria de ella empezó a deshacerse cual nubes después de la tormenta. Fue cuando los hijos les hablaron de un lugar ideal: una residencia para la tercera edad, recién construida en su barrio.

No fue difícil volver, la mirada perdida de ella lo estaba pidiendo a gritos. Por primera vez hizo oídos sordos y se olvidó de los hijos. Ella era su mundo, su vida, su amor y ahora más que nunca necesitaban Can Balca.

Construyo un pequeño jardín a una vera del camino donde entre flores resaltaba el orégano, la salvia y el tomillo. Coloco en uno de los lados dos viejas sillas de plástico, la vida en la ciudad no los había hecho especialmente ricos pero ¡les había robado tanto!

Y ahora cada atardecer se les ve caminar incluso en los días de lluvia hacía su lugar en la vida. Saben que no les queda mucho, que falta poco para que marchen para siempre, que de ellos solo quedaran dos viejas sillas de plástico situadas en un lugar remoto entre el verde de Can Balca.



[i] La tradición catalana otorgaba le herencia de las tierras y propiedades solo al hijo mayor (el hereu) si en la familia no nacían varones, la herencia pasaba a la hija mayor (la pubilla). Lo normal eran las uniones de hereu y pubilla con el fin de agrandar el patrimonio. La suerte de los hermanos posteriores era la de buscarse la vida o en el caso del segundo hijo hacer votos de sacerdote.

9 comentarios:

  1. Un buen relato y un precioso recorrido por un vida , donde los olores siempre han estado presentes a naturaleza, Me ha gustado esa nota que dejas sobre la tradición catalana de la herencia ...tan bien se daba en muchos lugares de España. Creo que ya no .
    Un abrazo y una linda semana.

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  2. Un rincón de amor y de recuerdos. No me extraña que quisieran regresar allí. Precioso relato. ¡Gracias, gracias!

    Besotes

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  3. PD- El aroma de esas hiervas me llega hasta aquí

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  4. Que bonito relato, con los aromas que fortalecieron y dieron fuerza a ese amor, para seguir construyendo. No es para menos que quisieran volver donde el primer beso.

    Un abrazo :)

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  5. ¡Qué bonito! El último párrafo me ha emocionado. Muy acertada y real la historia. Precioso
    Un abrazo

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  6. Esa tradición es muy peculiar de muchos lugares.
    Me has atrapado en los olores de la memoria y por eso, te felicito por las letras.
    Un beso enorme, Inma.

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  7. Envueltos en esos aromas tan conocidos en ambientes mediterráneos, nos cuentas una historia, por desgracia demasiado habitual.
    Abrazos.

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  8. Una vida entera en pos de tres perfumes esnciales para sus sueños: orégano, salvia y tomilo. Muy bella historia. BEsos!!!

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  9. Me ha parecido una construcción de un paraíso a medida, cercano, para gozar de los nietos, de la paz, de la naturaleza.

    Muy lindo post, la verdad, y tierno. Un abrazo.

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