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martes, 26 de abril de 2022

NO ERAN PAJITOS

 JUEVEANDO CON EL MES DE MAYO




NO ERAN PAJITOS

Las flores se escapaban en grupos de dos o de tres, aunque a veces cruzaba la puerta alguna despistada y solitaria que corría afanosa en post del resto. Las muchachicas es lo que tenían que cuando llegaba el mes de mayo no había quien las mantuviera atadas en el corralillo[i] del colegio. Desde aquellos días no puedo evitar que mayo se presente ante mi lleno de fragancias y de colores maravillosos. Eran otros tiempos, dirían algunos, pero yo desde la nostalgia bendigo aquellos años y la sana costumbre de las flores.

Creo que nosotras, las niñas de la escuela de Corea, éramos las portadoras de las flores más auténticas. Las otras, las que engalanaban las cruces de mayo en los diferentes barrios, eran las intocables, las compradas y cultivadas pero que nunca desprendían tanto olor. A las muchachicas nos quedaban los pajitos[ii] y es que cuando regresábamos siempre había algún adulto que nos lo recordaba de forma despectiva.

--Gra!! Pero si solo son pajitos…

Aunque para nosotras eran las flores más preciosas del mundo.

Cruzar dese la salida del comedor escolar hacia las eras y los campos era lo más habitual, no eran tiempos de controles acérrimos e incluso éramos disculpadas si aparecíamos unos minutos más tarde una vez iniciadas las clases. Supongo que, si se observaba la escena a vista de pájaro, era fácil ver los campos de trigo incipiente coloreados con el rojo de las amapolas o el amarillo de los pendientes de la reina y inmersas en ellos nuestras batas a rayas blancas y amarillas.

De vez en cuando se sentía algún grito de admiración ante el descubrimiento de alguna flor desconocida o escasa en el lugar. También era posible encontrar vainas con chicharos verdes suyo sabor era más delicado que el de los guisantes. Las amigas solíamos compartirlos y dividir los granos de forma equitativa. El tiempo que separaba la salida del comedor hasta la entrada a las clases de la tarde pasaba volando y casi siempre regresábamos atolondradas y con prisas, pero protegiendo con cuerpo y alma los manojos de florecillas recién cortadas.

Media hora, después de iniciadas las clases comenzaba el ritual, en fila desfilábamos ante el pequeño altar en el que estaba situada la virgen. Una a una íbamos depositando los ramilletes y era el momento de las poesías, las de las pequeñas, aunque siempre se repetían nos hacían bastante gracia:

-Aunque soy muy chiquitita

Y tengo muy poquita voz

No me cansó de decir

¡Viva la madre de Dios!

Había días en que alguna de las mayores aparecía con alguna poesía desconocida y aprendida de alguno de sus mayores. Yo raramente salía, tan atrevida para unas cosas y tan comedida para otras, como solía decir mi madre. Después regresábamos alborotadas hacía las clases, los muchachos habían asistido en silencio a un rito que parecía sostenido únicamente por las manos femeninas.



[i] Patio del colegio

[ii] Forma en que llamaban en Membrilla a las hierbas y flores silvestres.


10 comentarios:

  1. Qué bonito texto, me supo a nostalgia de la infancia. Por aquí (por el matiz de "chícharos", te digo) a unos guisantes más finos les llaman "frésules".
    Besitos.

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  2. Esa canción creo que casi todas de una generación la hemos cantando alguna vez en el colegio. Me has traído recuerdos de una infancia super feliz. Un beso MOLI.

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  3. ¡Qué lindo relato primaveral con aromos de flores y reminiscencias de antaño! tierno y nostálgico. Besos, Inma

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  4. Hermoso recuerdo atado a las flores del campo y a la inocencia compartida. Un fuerte abrazo Moli

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  5. esa poesía de recuerdos... esos versos tirados por las abuelas que nos dejaban impávidos... Mi abuela podía tener mala la cabeza por el alzheimer... pero esos versos fluían como los más.

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  6. Nadie los esperaba, pero eran exquisitos

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  7. Unas vivencias y recuerdos desde el colegio, con sus canciones y ofrenda de flores, que permanece en los recuerdos desde niños.
    Un placer leerte
    Beso

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  8. Que hermoso, me imagino ese campo, ese espacio lleno de flores, de vida y de colores

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  9. ¡ es tan entrañable tu relato ! hay tanta emoción tanta vivencia en lo que nos has contado que me ha emocionado. Con todo mi cariño un gran abrazo

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  10. Precioso texto que me recuerda a tantos momentos de la infancia y, en especial, a esa entrega de flores en el mes de mayo. Un texto lleno de ternura. Me gustó leerte. Un abrazo Inma.

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