LA PÁGINA 29 – LA BUSQUEDA
A veces, sobre todo en primavera, íbamos de noche con katiuskas
y una luz de carburo. Como casi no se veía yo olfateaba como si fuera el perro
de caza del abuelo, pasaba las manos por las plantas húmedas y sentía todos los
sonidos: el silbido de las lechuzas, el tric trac de nuestros pasos, la ramas y
hojas que movía el viento…
Esas noches posteriores a la lluvia eran las mejores ya que
conseguían crear en mí un halo de misterio y entonces no importaba para nada el
riesgo de los resbalones, ni el hecho de que después de unas horas,
inexorablemente mi ropa estaría completamente empapada. Creo, que el juego en sí,
lo inventó hacía algunos años el tío Paco, eran aquellos años en los que la
televisión se veía en blanco y negro y en los que solo había dos canales.
Según mi padre, no hay nada mejor que el aburrimiento para avivar
la imaginación y es que según el los niños de ahora la tienen muy dormida. Yo
también lo pienso cuando veo a mis dos hijos pegados a la pantalla del móvil incapaces
de inventarse juegos como aquellos.
Cuando regreso a aquellos años de mi infancia, cuando me veo
sumergido en el silencio, cuando aparecen los primeros trazos de lluvia
incipiente, no puedo evitar revivir aquellos momentos. Es entonces cuando
regreso a los veranos en el camping Las Ballenas situado en la comarca del
Garraf. Cuando veo a todos extendiendo las tiendas, con la finalidad de pasar
allí todo el verano. Con mi imaginación logró hacer el largo camino por los
acantilados llegando exhausto a nuestro pequeño paraíso y bañarme como lo hice
en aquellos días cientos de veces, regresando agotado a la hora de la comida.
Pero uno de los recuerdos que más me reconforta, es el que
me lleva a los días de lluvia, encerrados en la tienda de Alicia que era la más
grande y jugando sin parar partidas de cartas. Aunque lo mejor venía a la
noche, cuando ya la tormenta había pasado. Entonces nos enfilábamos por el
bosque con todos los sentidos bien abiertos en busca del monstruo atolondrado.
Quien encontraba la primera pista perdida de un personaje al que nunca
llegamos a ver realmente. Posaba su dedo índice sobre los labios en
un rictus de silencio, ya que el sigilo era nuestro escudo. Seguíamos caminando ya nerviosos con la sana
esperanza de encontrar a aquel que en su camino perdía zapatos, calcetines,
camisetas y jerséis.
Sabíamos que había acabado el juego, cuando ante nosotros
aparecía una caja con chuches: chicles de bola, caramelos Sugus, bolsas de
kikos y de pipas. Entonces bajábamos en tropel, cantando alegres por haber
logrado conseguir aquel tesoro. Éramos felices con tan poco que no imaginábamos que
en los años siguientes, las generaciones posteriores a la nuestra no lograrían
aquella felicidad aún y teniéndolo casi todo.
No solo esta convocatoria es linda por la imaginación sino por todos lo libros que vamos a tener la oportunidad de conocer y doble ración una es la hisotria real del autor y otra la que nosotros hacemos de una párrafo.
ResponderEliminarGracias Moli.
Un besazo.
Un volver a los recuerdos de la infancia partiendo de un texto que pone el énfasis en un ambiente propicio para la evocación emotiva. Muy apropiada y cohesiva la trama lograda. Un abrazo
ResponderEliminarY si no lo leeremos en catalán que conserva también su dulzura, ¿no te parece? Hay libros que pierden esencia con la traducción.
ResponderEliminarSiempre nos acercas a reminiscencias, al pasado, a aroma de recuerdos. Esta vez, tampoco has deshilvanado.
Un beso enorme.
Un regreso en el tiempo, Buen encabezadoy muy bien continuado, no conozco al autor, un motivo mas para leer.
ResponderEliminarEs una convocatoria maravillosa, estoy leyendo relatos fantásticos... y ese sabor a Sugus y chicles de bola final junto a los recuerdos con lluvia lo más. De lo mejorcito de la vida.
ResponderEliminarBss
Para empezar te diré que no puedo estar más de acuerdo con la frase sobre el aburrimiento que decía tu padre y luego decirte que ha sido una gozada leerte porque me has recordado a mí época de campista con mis hijas chiquititas organizando la tienda y todos hechos una piña en la organización de "esa casa" durante el verano.
ResponderEliminarNo se si eramos nosotros o los tiempos y las cirvunstancias. Si nos volvieramos ahora niños, no seé, no sè como reaccionariamos.
ResponderEliminarEl relato es entrañable y ñas bolsas de kikos (churruca, no mr. Corn, hummm...) vaya premio...
Abrazooo inma
Un relato lleno de recuerdos y que gran verdad lo felices que éramos con unas simples chuches, te felicito por esta convocatoria además de darle a la neurona, conocemos más de nuestra literatura.
ResponderEliminarUn besazo Inma!!
¡Oh, que bonito relato, Molí! Muchas gracias por traducir también el párrafo y por anfitrionar este jueves.
ResponderEliminarUn besazo