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domingo, 22 de noviembre de 2015

MEMBRILLA

Hay veces que si que puede ser verdad eso de que algún tiempo pasado fue mejor, no tuve la suerte de conocer la Membrilla colectivizada, claro ejemplo de que muchas autopias son posibles llevarlas a cabo. El libro de Armand Guerra, "A través de la metralla" es un documento escrito que relata las aventuras y peripecias del equipo cinematográfico que filmó tres documentales titulados "Estampas guerreras" actualmente desaparecidas. En diciembre de 1936 el equipo visito Membrilla, el autor pudo vivir lo que el definía como "el milagro de la revolución", uno de estos milagros de los que quedan constancia en las fotos de Cappa son los rostros de felicidad, las sonrisas, la alegría de un pueblo que tiene la oportunidad de decidir y no solo en las urnas. Lastima de lo que pudo haber sido y al final no fue.......



Manzanares. Mucha animación en las calles y......mucho frió. Ha empezado diciembre y con él el  frió legendario de la estepa manchega.
Tres kilómetros más y estamos en Membrilla.

Pueblo grande, pero descuidado por el caciquismo cochino que había dominado siempre allí. Las calles son barrizales. Penetran nuestros coches bajo un espacioso cobertizo de la casa de la Colectividad. Membrilla, como Pedralba, como Brihuela, como otros muchos pueblos de nuestra España, vive el colectivismo. Nuestra organización ha hecho un magnifico trabajo. Nos recibe el compañero Arias, alma de la directiva, y de lo primero que se preocupa es de nuestra merienda. Traemos hambre ¿a que negarlo? Y en la cocina del Sindicato nos sirven las compañeras una exquisita merienda, para esperar sin bostezos la hora de la cena. Nos destinan a nuestras habitaciones, y acto seguido procedemos al cambio de impresiones sobre el funcionamiento de la Colectividad.

El compañero Arias, con una amabilidad que le agradezco, nos informa detalladamente de todo. La circulación del dinero se ha suprimido. Todo se hace por medio del carnet sindical o de productor y la cartilla de consumidor. Para la distribución del pan, Membrilla se ha dividido en cuatro distritos y la Central. Con lo que se evita a los vecinos un buen trecho de camino. Cuando los puestos distribuidores de pan de los distritos han agotado las existencias, entonces se recurre a la Central, que esta en el mismo local del Sindicato.

Hemos empezado a trabajar al día siguiente de nuestra llegada. Pero como el sol se pone temprano, a las cinco de la tarde estamos ya de regreso. Voy a una de las barberías del pueblo, colectivizadas, hay poca actividad.

- A pesar de ser el servicio "gratuito" pues la moneda ha sido abolida - me explica el barbero, mientras me afeita - los clientes vienen raramente, fuera de los sábados y los miércoles. Y eso se comprende. Antes, en régimen burgués, se afeitaban una vez por semana, y algunos de ellos cada quince días por razones de economía. Hoy les viene muy cuesta arriba afeitarse más a menudo. Solo hay dos obreros de la construcción que vienen a afeitarse todos los días. Y nosotros les servimos con gusto, pues vemos despertarse la afición a la higiene en ellos. Algunos se abstienen de venir a menudo porque temen se les critique el "abuso". Ya ves tu! Como si nosotros no estuviéramos aquí para servir a la colectividad.

Acaba su trabajo conmigo, le doy las gracias y me encamino al Sindicato.

Entro en el departamento del pan, y para descansar al compañero que lo sirve me siento yo  a la mesa. El sistema es facilísimo: 
El "cliente" presenta una cartilla con todos los días del mes en una columna, y al lado otra columna para inscribir el número de panes. Otras columnitas, paralelas, son para el chocolate, el aceite, arroz, etc. A medida que vienen las mujeres, ellas mismas cogen sus panes, yo me limito a inscribir la cantidad y a poner el sello. Nunca se da el caso de que alguien se lleve más pan del que necesita. ¿Para qué? Sabe muy bien que no le ha de faltar, Tampoco en los demás artículos alimenticios.


                      Queseria de la colectividad, Membrilla, 1937

- En el antiguo régimen - me explica el compañero - estos pobres campesinos apenas podían comer el pan necesario, pues sus jornales misérrimos no alcanzaban para la nutrición. Hoy comen con exceso; es decir comían, pues actualmente ya no tienen ambición, sabiendo que no ha de faltarles. El año pasado, solo en Membrilla se contaban quinientos obreros en paro forzoso. Esto significaba, con sus mujeres y familia, alrededor de dos mil personas que, o comían poco y mal, o tenían que emigrar a otros contornos. Actualmente, todos los campesinos trabajan - trabajan sus propias tierras, pues todo esta colectivizado en Membrilla -, y más brazos que hubiera! Y en el pueblo faltan obreros de todos los ramos. Nunca se trabajo tanto en Membrilla!

- Milagros de la revolución! - digo yo, riendo - Otra cosa curiosa - interviene el compañero Arias-. Tu habrás oído hablar de las costumbres de esta comarca: los muchachos solteros estaban obligados, al pedir relaciones a una muchacha, a entregar a ésta cierta cantidad de dinero, que variaba según los posibles de cada uno.
- En efecto. He leído no hace mucho un reportaje sobre La Solana, en donde se explicaba eso. 
- Pues en Membrilla era igual. Y cada vez que el novio iba a verla a la reja tenía que traerle un "regalito" en metálico: un duro, dos pesetas,....lo que pudiera. 
- Dos duros me tría el mio cada semana, cuando venía a verme- interviene una muchacha de pelo azabache, ojos azules y bien formada, que nos ha estado escuchando-. Y cuando me pidió, me entrego quinientas pesetas.
-¿Cuanto tiempo habéis sido novios? - le pregunto curioso.
- Dos años y pico, nada más. Nos peleamos..., por culpa suya, lo que me permitió, según la costumbre, quedarme con todo el dinero.
- Cerca de dos mil pesetas - afirmo yo - que tú abras guardado cuidadosamente, ¿ no es así? 

Arias ha sido llamado por el Comité; yo me quedo conversando con la "capitalista".
- E n efecto. Eran más de dos mil pesetas. Pero cuando estalló el movimiento me fueron requisadas y tube que darlas para comprar otros productos necesarios a la colectividad. No me arrepiento! Hoy tengo en mi casa todo lo que necesitamos, y como el dinero no tiene ningún valor, pues no me preocupo.

La muchacha dispone de tiempo, pues veo que coge una silla y se sienta a mi lado, para contarme cosas de Membrilla.
- Cuando estalló el movimiento, quedaron suprimidos la Iglesia y los archivos. Antes, todo el mundo se casaba por el juzgado y por la iglesia. Y no quieras saber la de dinero que costaba todo eso! Hoy se casa la gente con mucha más facilidad y sin desembolso alguno. Y hay muchas más bodas que antes. Pasado mañana se casan tres parejas. Yo lo se, porque son conocidas mías. La ceremonia consiste en una comida con los allegados e íntimos, y el Sindicato nos regala, es decir, regala a los novios una azumbre de vino y otro tanto de limonada, para mezclarlo, y ...nada más! Al día siguiente, la cartilla de consumidor contiene uno o dos panes más, y algo más de viandas, para los que han ingresado en la familia. Y cuando vienen "herederos", pues, nada: un poco más de leche, las ropitas y demás, que también regala el Sindicato. la vida se ha simplificado de tal modo, que ahora da gusto vivirla!

- Pero, ¿habrá sido muy duro para adaptar a las muchachas a esta nueva vida?
-Quia! Si lo estábamos deseando! Ahora el casamiento está al alcance de todo el mundo! - dice riendo y sonrojándose a la vez-. Y los padres, los viejos en particular, no han hecho tampoco grandes aspavientos.

La entrada de varias mujeres en busca de pan, corta nuestra conversación.

El día siguiente lo empleamos trabajando en los campos colectivizados. Tomamos muchos detalles interesantes. Un detalle curioso: no he visto entre los campesinos de Membrilla, ninguna cara triste. Buen síntoma! Otro "milagro" de la Revolución!

El domingo lo dedicamos a a una excursión a la sierra bastante distante de Membrilla. Llaman sierra a unas colinas enanas de rocas rojizas, lo que a fin de cuentas, cambia notablemente el paisaje, matando la monotonía de aquella triste estepa manchega que me recuerda las solitarios estepas rusas.



La colectividad de Membrilla tiene en esta "sierra" copiosos ganados, muy bien cuidados por los pastores colectivizados.
Luce el sol. Pero el viento frío corta las carnes. Nuestra estancia allí es acogida con júbilo; pero, apenas terminado nuestro trabajo de impresión, tiramos unas cuantas placas y nos metemos de nuevo en los coches. Pepe opina:
- Este frío manchego me hiela el sentido.
- No exagere! - arguye Manolo-. ¿Como va a helarte una cosa que nunca has tenido, sevillano?
Dos días más en el pueblo feliz de Membrilla, impresionando detalles de esta nueva vida, y despidiéndonos agradecidísimos del compañero Arias y demás compañeros del Comité, subimos en los coches y partimos en distintas direcciones; Cotiello, con el chófer Manolo, se va a Madrid a entregar el material rodado y proveerse de material virgen. Nos citamos en Valencia, para dentro de tres días, pues tengo la intención de marchar al frente de Teruel. Morchón y yo, con el chófer Pepe, nos encaminamos hacia Ruidera, "la perla de la Mancha", cuyas lagunas son una verdadera maravilla. Como todavía disponemos de un par de rollos de negativo, tomaremos lo más saliente.

Llegamos a Ruidera ya entrada la noche. El frío a recrudecido.......

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