Con cinco años me espeluznaba la algarabía del carnaval, no me gustaba disfrazarme, de hecho aún hoy no soporto ni mascaras ni disfraces, una que es rara que le vamos a hacer….Pues bien como comentaba el carnaval parecía no estar hecho para mí o al menos eso era lo que pensaba mientras escuchaba una discusión que año tras año se repetía.
-Pero es que van todas mis amigas – decía mi hermana
- Bueno y si tus amigas se tiran a un pozo, tú te tiras detrás
¿no? – suerte que ya lograba descifrar las sutilezas de mi madre porque si no…
Estaba claro a mi madre que vivía entre su cultura
cordobesa y la manchega le costaba aceptar los entresijos de la cultura y
tradiciones de Membrilla.
Para mi alma callejera era diferente, el bullicio de la
calle Nueva rompía mi zascandileo, me daban miedo aquellas caras cubiertas con
medias y cuando alguna de aquellas mascaras se cruzaba ante mi corría despavorida.
-Anda, anda, anda ¿a que no me conoces? – y escuchaba las
voces chirriosas con un sentimiento de intimidación.
Con el paso de los años, llegue a comprender aquella
especie de rebeldía que llevo a muchos pueblos manchegos a mantener una
tradición más que perseguida, eran los carnavales de prohiciones, aquellos que podían
hacer que los más osados fueran detenidos y pasaran la noche en el cuartel de
la guardia civil.
La tradición empujaba el jueves de comadres (jueves
previo al carnaval) a los chiquillos anca la madrina a comer gachas blancas,
exquisito manjar dulce con sabor a matalahúva, la madrina solía obsequiarnos con
una naranja y una peseta. Los días de carnaval se abrían los baúles y se
preparaban colchas y manteles que se utilizaban como disfraz. La ropa vieja ya
no utilizada servía como disfraz, las colchas y manteles daban el último toque
y en unos años en los que a duras penas se permitían las máscaras de cartón (
si esas de la gomilla detrás) cuando cubrirte la cara con un pañuelo podía llevarte
de bruces al cuartelillo, los mozos y mozas ingeniosos ellos cubrían sus caras
con una tupida media de aquellas desechadas y llenas de carreras pero ideales
para ese fin.
Membrilla en carnaval bullía de máscaras concentradas la mayoría
en la calle Nueva, pero lo más esperado por los más jóvenes era la noche con su
baile de máscaras, la mejor oportunidad de bailar con quien supones pero no
sabes, la fiesta más esperada por mi hermana y la que mi madre más temía.
Cincuenta años después, miro fotos actuales de los carnavales en
Membrilla, fotos similares a las de otras ciudades y poblaciones, con sus disfraces y sus comparsas y recuerdo
aquellos días vividos en blanco y negro con añoranza.
Tenía cinco años y no comprendía
que estaba viviendo momentos únicos e irrepetibles.
MEMBRILLA JUEVES DE COMADRES
MEMBRILLA JUEVES DE COMADRES
Buenas noches , leyendo tu texto me has hecho recordar los carnavales que me contaba mi madre , pues ella en su época tampoco le gustaban más bien le daban miedo , pues eso de ver pasar a la gente y no conocerla para ella era algo que no entendia , y sobre todo que los carnavales de antes en nada se parecen a los de ahora empezando por el vestuario , como bien dices se aprovechan ropa vieja y colchas para hacer sus disfraces , hoy en día eso ya apenas o nada de utiliza.
ResponderEliminarMe gusto recordar otros carnavales .
Un fuerte abrazo y feliz resto de semana.
Aquellos tiempos en los que los carnavales eran tan diferentes.
ResponderEliminarYo nunca me he disfrazado en carnavales, es que no me gusta.
Un placer leerte, querida MOLI.
Un beso enorme.
¡Hola! Qué bonitos recuerdos. Por donde vivo no es que se celebre el carnaval a lo grande, en realidad, hay algunas zonas específicas a las que nunca fui a participar porque a mis padres no les agradaba, pero me llamaba la atención. Tu relato ha sido precioso <3 ¡Un abrazo! Y gracias por haberte sumado.
ResponderEliminarFíjate que nunca he vivido de niña ni joven carnaval... no se estilaba. Ahora sí, en los coles, en la ciudad.
ResponderEliminarA mi me da pena no tener esos recuerdos.
Muy emotivo tu relato Molí!
Bss
Gracias por estas postales de tus recuerdos! Pintan mundos para mí lejanos en sus costumbres y tradiciones 😋 un abrazo
ResponderEliminarCarnaval referente cultural.
ResponderEliminarBesos ocultos.
Momentos que has recordado para nosostros. Y participaste bien de este jueves,
ResponderEliminarTodo una muestra de cultura, tu relato.
Besos.
Me gustó ese toque de tradición y festejo de tu relato juevero. A mí siempre me han atraído las mascaradas y los disfraces, y al mismo tiempo me da yuyu el no saber quién está detrás de cada máscara, curiosamente. ¡Puede que por ello no me gusten los payasos!
ResponderEliminarUn beso
Imagino que para una pequeñita de cinco años un carnaval puede ser drámatico,el paso del tiempo nos hace comprender muchas cosas, añorar otras, belleza de tradiciones
ResponderEliminarMagnífico publirreportaje de tu pueblo (ji ji ji). Tradición y sentimientos evocados desde el recuerdo, una mezcla interesante. Muy bonito Inma. Besos.
ResponderEliminarMe has hecho recordar aquellos carnavales en los que nos echaban cascarones llenos de confeti, aplastándonoslo en la cabeza. ¡Qué tiempos!
ResponderEliminarn beso Moli
Irrepetibles con su jueves lardero, sus lluecas, y la rebeldía detrás de una máscara...siempre se ha dicho que ocultarse detrás de una máscara era de cobardes...o ¿era de rebeldes? La mancha es lo que tiene...contrastes vitales...yo ahora también los vivo
ResponderEliminarGracias por tu impresionante relato. Lo has contado tan bien que me has transportado a mi niñez, tan lejana ya.
ResponderEliminarMuchas gracias!!!!
Un saludo
Rhodéa Blasón
Pues lo has contado con tanta gracia y entusiasmo (cuenta tambiénla pizca de nostalgia) que yo me voy a Membrilla, en el Tunel de Tiempo, te acuerdas? Gracias Inma, por este jueves contado cerca del fuego (en mi caso junto al parrillero, que es el único lugar donde hace falta el fuego con este hermoso verano que está haciendo). Besos!!!
ResponderEliminarPues mira cómo erré el destino....Pero valió la pena ;)
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