PRIMER TRABAJO
La verdad es que con trece años no se piensan mucho las
cosas, bueno trece años y medio para ser más exactos. Justo acababa sexto de
EGB y con buenas notas, estaba cansada de esa pérdida de tiempo, de la cola
interminable para recitar de memoria las lecciones a doña Ramona y de su golpe
de regla en la punta de los dedos cuando no te salía todo de carretilla.
La idea no fue solo mía, mis amigas inseparables de esos
días ya no volverían más, su vida escolar acababa allí y se iniciaba su vida
laboral. Y ¿Qué iba a hacer yo sin ellas? En esos momentos tenía que haber
pensado más en Ana, pequeña emigrante que llego de Membrilla unos meses antes
que yo a aquel Hospitalet de los años 70. Ana me envidiaba porque mi madre movió
cielo y tierra para conseguir plaza escolar para mí en una escuela parroquial
dependiente de la iglesia de La Florida barrio obrero de l’Hostitalet de Llobregat.
Pero la suerte de Ana fue otra desde el principio ya que como era bastante
mañosa le toco quedarse en casa cosiendo a destajo con su madre, pocos momentos
para jugar, pequeños instantes cuando nosotros recién llegados íbamos por su
casa. Ana tenia once años como yo, pero su destino estaba echado.
Conseguí trabajo en un pequeño local ubicado justo debajo
del edificio donde vivía, este consistía en construir cajas y forrarlas, mi
primer sueldo unas trescientas pesetas semanales. Cuando lo comente en casa mi
madre puso el grito en el cielo, pero como justo empezaba el verano decidió dar
tiempo al tiempo.
Éramos unas seis niñas trabajando en negro, el trabajo
casi a destajo no nos dejaba tiempo ni para desayunar, comíamos a escondidas en
un horario que iba de las siete de la mañana a las tres de la tarde. Los lunes íbamos
una hora antes para preparar toda la maquinaria que dejábamos en remojo el sábado
al mediodía, ese día, el sábado el horario de salida se alargaba hasta las
cuatro o las cinco de la tarde. De todo ese tiempo solo recuerdo el enorme cansancio y el
terrible dolor de pies, bueno y los gritos e insultos del jefe que eran
constantes lo más “bonito” : inútil que no sirves para nada……
No dije nada porque era mi decisión, aguante estoicamente
todo el verano, solo la madre del jefe, una señora algo mayor tenía algo de
compasión hacia nosotras y a veces a escondidas nos traía algo de fruta. Así aprendí
a odiar el trabajo y a verlo como una maldición.
Supongo que doña Ramona aparte de sus golpes de regla sentía
un cariño especial por mí y sabia de mis posibilidades como estudiante. Fue
ella la que una vez iniciado el curso en septiembre se puso en contacto con mi madre.
Le dijo que con mis condiciones físicas era mejor que estudiara Comercio y mecanografía, que esos estudios me
abrirían la posibilidad de trabajar por lo menos sentada, algo más conveniente
en mi caso ya que todo el peso de mi cuerpo se mantenía sobre la pierna
izquierda.
Así fue como mi madre convencida por doña Ramona me hizo
salir de aquel lugar inmundo, mis otras compañeras continuaron allí en la rueda
de las niñas explotadas.
Conseguí mis títulos de Comercio y Mecanografía con
quince años, trabaje los veranos en antros similares y en trabajos que
menoscababan mi autoestima. Después me costó muchísimo encontrar un trabajo que
me gustara, durante mucho tiempo estaba convencida de que era una inútil y que
no servía para nada.
· * El trabajo de los niños es una explotación infame que
afecta a su seguridad, a su crecimiento físico e intelectual y que hace que aprender a quererse como
persona sea una tarea bastante difícil (lo digo por experiencia…..)
Yo con 13 años, el verano que empece a trabajar.....
Que historia nos has dejado querida amiga , que cierto es la explotación de eso menores que abusan de ellos con trabajos infames , deberían estar mucho más castigado los abusos infantiles por hacerles trabajar horas y horas bajo condiciones inhumanas .
ResponderEliminarMenos mal que la profe Ramona , le dió un buen consejo a tu madre aún siendo de las que tiraba de regla ..
Un buen relato y muy guapa ..Abrazos y feliz semana muakkk.
Me has recordado a otro maestro que tuve, que le dijo a mi padre, que era una pena que no hiciese el Ingreso para bachiller, en vez de estar tras la barra de un bar de pueblo.
ResponderEliminarHizo caso: aunque estudié el bachiller y seguí detrás de la barra, que los tiempos no daban para más.
Besos.
Has tocado el tremendo problema de los niños explotados que se agrava aún más en los países tercermundistas. Es algo inaceptable que parece mentira que se dé aún en el S.XXI
ResponderEliminarQué guapa con 13 años pero qué triste tener que trabajar tan pequeña cuando a esa edad se está para jugar y estudiar.
ResponderEliminarUn beso grande.
Una gran reflexion , la terrible injusticia del trabajo infantil, hoy en una Provincia Argentina Jujuy , el Gobernador dio vuelta atras a la historia permitiendo legalmente el trabajo infantil. No faltaran pusilanimes que lo sigan. Un abrazo
ResponderEliminarEn mi niñez, ya muy lejana, el trabajo infantil era frecuente. Afortunadamente esa situación ha cambiado mucho, tal vez porque ni tan siquiera hay trabajo para los adultos.
ResponderEliminarGracias, Inma, por sumarte a mi convocatoria.
Un fuerte abrazo.
No era tan inusual dejar los estudios y ponerse atrabajar a los catorce años. La salida de comercio y mecanografía era más que buena elección de futuro. Existía una explotación, sin duda. No hay que remontarse tanto en los tiempos, para reconocer que por fortuna, hemos avanzado mucho en España.
ResponderEliminarTierno tu post, con una voz de pasado que no te llegó a gustar. Un abrazo
En esa época y ahora en muchos sitios tratan al trabajador como una porquería, y más siendo niños, ni te digo, los explotaban y pobres de ellos que se quejaran. Desde luego que muchos de esos trabajos eran una maldición bíblica.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué buen grito, querida amiga. Es tremendo lo que se llega a hacer con los niños que, como muy bien dices, atenta contra su salud física y mental.
ResponderEliminarMuy buen texto... Gracias por compartir esa etapa de tu vida.
Un abrazo, y feliz finde 😘
Muchas cosas que antes eran de lo más normal ahora las vemos como un escándalo. Desde luego, todo lo que tenga que ver con la infancia y temas denigrantes no merecen perdón de Dios, ni de Dios ni del hombre :-)
ResponderEliminarTristemente, sigue todavía en muchas partes del mundo. No sé cuándo veremos la luz.
Un beso enorme.
Qué dolor leerte!Y lo peor, (no nos escandalicemos) que el en siglo XXI siguen existiendo explotadores y explotados.
ResponderEliminarUn abrazo
Si por lo menos el jefe os hubiera tratado mejor, pero bueno, supongo que aquellos años setenta fueron duros. Después vino el Estado Democrático, Social y de Derecho. Y ahora lo poco que nos queda. Los niños a la escuela, el bachillerato o la formación profesional y, los que puedan, a la universidad. Que ya habrá tiempo de currar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
La explotacion infantil. de antes y de ahora.
ResponderEliminarBeso de trueque.
Como para no sentir el trabajo como una maldición, dura experiencia Inma.
ResponderEliminarBesos.