3 EL TRÍO
Los acordes
eran similares al sonido emitido por su violín, su vida estaba ahí caminando de
forma acompasada envuelta por la música de Bach, o de Mozart, o de Debussy.
Desde donde llegaba su memoria el violín se alarga como una extensión de ella.
Toda ella desde la punta de la uña del dedo gordo al pie hasta el último de sus
cabellos vibran a través de la melodía. Las cuerdas resbalan como si de
pequeños pececillos se trataran, cristalinas y transparentes. Todo eso fue así
hasta que apareció el, con el sonido grave y sinuoso de la viola. Como no podía
ser de otra forma ambos sucumbieron a las notas y así formaron el primer dúo.
Los cuerpos
entrelazados lentamente se acoplan, los suspiros de ella son pequeñas notas
efervescentes, los de él más agudos la llevan a tal estremecimiento que su
cuerpo sucumbe al placer una vez, y otra y otra no hay intermezzo
posible ya que el domina el col legno
y el tremolo como los mismos dioses
de la música. No es posible separar sus cuerpos, de la misma forma que sería
imposible interrumpir una bella melodía cuando el arco está vibrando sobre las
cuerdas. Pareciera que toda una vida de practica con los instrumentos los
hubiera instruido de igual forma en las artes amatorias. Así el sexo con toques
musicales sabe a gloria, un arpegio imposible de parar.
El otro
entró en sus vidas por casualidad, en una de las pocas escapadas que se
permitían lo encontraron en un oscuro antro del barrio antiguo. Tocaba el bajo
en un quinteto de jazz y a diferencia de ellos dos nunca había soportado la
música clásica. Ninguno de los dos perdió de vista sus dedos acariciando casi
con furia el instrumento, tan igual a un contrabajo, pero tan distinto en los
toques de improvisación dentro de la banda. Nada que ver con ello ¿o sí?
Cuatro manos
acompasadas acarician su cuerpo, el nuevo miembro en un trío plenamente
acoplado da la nota discordante que la lleva al clímax haciéndola gemir de
placer. El nuevo amante es un experto en el pizzicato,
lo que les faltaba a ambos y una buena dosis de improvisación.
En los cánones
musicales de su tiempo quedo reconocido como el único trió que fue capaz de
fusionar como nadie las sonatas y melodías de la música clásica con el swing y
el ragtime.
Querida compañera juevera: en el silencio de la tarde vibra tu música escrita/tu escritura musical. Los arcos acarician las cuerdas y el conjunto hace que las notitas negras con y sin bandera recobren vida... Gracias por tu aportación y un abrazo
ResponderEliminarEsta genial tu relato. Entre acordes y suspiros te quedo un trío de lo más original.
ResponderEliminarBss.
Pienso que con tu numero de contorsionismo a tres y cuatro instrumentos Has compuesto más que una operación numérica, un cuadro muy bueno de erotismo y sexo. Besos, amiga Imma y da capo....
ResponderEliminarMuy completo tu relato: música, sexo instrumentos... ¿se puede pedir más?
ResponderEliminarMe encantó tu relato, Moli. La música, los amantes... Los escenarios se entremezclan y a veces es imposible separar los unos a los otros. Ah, y la imagen del final me ha recordado que tengo pendiente ver la película (adoro a Eva Green <3)
ResponderEliminarUn besazo
Un triángulo amoroso es una forma de usar los números, también presentes en la música. Así que fue una buena idea la fusión de esos temas, como la fusión de los amantes. Con gustos comunes por la música, aun siendo distintos géneros, la planificación de la música clásica y la improvisación del jazz se convirtierpn en compatibles.
ResponderEliminarEva Green, la reconocí a partir de un comentario, es toda una inspiradora de historias.
Y si son felices, ¿quien tiene la autoridad para cuestionarlos?.
Que buena historia.
Un abrazo.
👍👌😘😘😘💙
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