REPARTOS
Desde que se supone que tenía uso de
razón, comenzó a comprender que la vida no era justa. Que si hay alguien en el
cielo repartiendo lo que te toca en la vida no lo hacía con equidad, lo supo
cuando tuvo que ir a la escuela sin libros después de que se fuera de casa su
papa. Lo vivió cuando junto a su madre y sus hermanos no les quedo otra que
dejar el apartamento más o menos decente en el que vivían y acabaron en un piso
de la periferia sin agua corriente, ni luz, ni gas.
En el reparto del mundo, a ella le
había tocado la pobreza, la enfermedad que por reparto le toco a su madre
tampoco lo puso mejor. No tenían una cobertura médica privada que los cubriera y
les cayó encima un tiempo de penurias en las que solo podían sobrevivir.
En eso del amor, tampoco tuvo mejor
suerte. Se entregó en cuerpo y alma al primero que le dijo que la amaba, pero
en el reparto le toco un maltratador del que tuvo que huir. Era aún casi una niña
cuando se fue de casa escondiendo un embarazo del que ni su madre ni sus
hermanos hubieran querido ni oír hablar.
Trabajó de todo lo que sabía o podía aprender:
limpiadora de escaleras y casas bien, reponedora de supermercado, planchadora a
domicilio, repartidora de pizzas…trabajos esporádicos por días u horas sin
visos de continuidad. Con suerte dormía en algún albergue, la mayoría de veces
en la calle huyendo de trabajadoras sociales las cuales no dudarían en quitarle
a su bebe cuando naciera. Por qué en eso del reparto de niños son solo los
pudientes los que tienen el derecho de quedárselos ya que pueden mantenerlos,
los pobres no.
Nadia, que nada tenía consiguió un
trabajo con más horas poco después de salir del hospital. Su hija no traía un
trozo de pan bajo el brazo, pero si le daba el empuje para arriesgarse más y
seguro que también le estaba dando suerte. El trabajo en precario, tan mal
pagado como los otros, le permitía hacer un número indefinido de horas con lo
cual ya le fue posible alquilarse una habitación. A crédito consiguió su
bicicleta y con su pequeña colgando en su mochila le es posible seguir el ritmo
del trabajo.
Son cosas de los tiempos actuales, se
dice a sí misma en ese maratón de repartos en el que pasan sus días. Gracias a
millones de compradores compulsivos cuya finalidad en su vida son las compras
online, Nadia trabaja y sobrevive llevando a su hija con ella, cuanto más
reparto más dinero. Por eso amanece cada mañana a las seis, abriga a su hija
para que no pase frió y comienza a repartir.
Sin duda alguna habrá mujeres como la que relatas que no tengan más opciones que llevar a su hijo encima para poder alimentarse ambos .La vida es cruel e injusta ..para mi la historia que nos dejas me transmite que quien quiere cuida de sus hijos y sale como puede adelante con ellos ..la fuerza del amor y las ganas de salir de ese submundo y el sobre todo el amor de su bebé ..Una cruel historia pero sin duda un ejemplo donde la mujer es fuerte y sale de donde se lo propone .
ResponderEliminarAbrazos y besotes para el resto de la semana .
Alguien a la que la tecnología, la compra por Internet, le permite tener ingresos. Una compensación mínima por todas las dificultades que tiene y ha tenido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pintas la historia con mucha tristeza, y puede que haya casos similares pero tambien es cierto que muchas madres llevan a sus bebes al trabajo. Un abrazo
ResponderEliminarHay personas que parecen tener especial atracción para los desafíos y la historia de esta chica que cuantas nos habla de fuerza de voluntad y superación personal. Bien por ella! Un abrazo Moli.
ResponderEliminar"Pedidos ya". Pido un trabajo digno para esa madre y una guardería para esa hija.
ResponderEliminar¿A que número hay que llamar?
Besos.
Conmovedora historia. Justo leí una historia verídica bastante similar de una mujer de El Salvador, refugiada en Suecia que tenia un hijo y además tuvo un aborto espontáneo de que creyeron que lo habia provocado y la condenaron por ello a 40 años de carcel. Terrible su biografïa y sin embargo, ahi la ves positiva y luchando por los derechos de las mujeres.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por habernos anfitrionado.
Una historia preciosa y una mujer valiente ,ojala el mundo donde vivimos esté a la altura. Besos.
ResponderEliminarSe parte el alma al leerte, pero se parte más aún sabiendo que esio existe, no es solo un magnífico relato.
ResponderEliminarEl mundo está mal repartido, pero le queda una esperanza de sobrevivir.
ResponderEliminarUn saludo.
I tan mal repartido, como está. Y sobre todo es injusto. Bueno MOlí, otra vez has contado una historia, que parece real... un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMe gustó mucho tu relato. Sí, muy mal repartido está todo. Es muy verídico este texto. Yo veo la de repartidores que hay en BCN y no quiero ni imaginar el estrés y agotamiento que deben llevar....! Que trabajo más precario. Y sólo es uno. Son tiempos duros. Este relato, podría dar para mucho más, una novela quiero decir.
ResponderEliminarUn abrazo