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miércoles, 6 de febrero de 2019
LA VIDA DE LOS OTROS
La veo desde lejos y su silueta no me deja
impasible, camina lentamente, con la única rapidez que le proporciona el
carrito en el que se apoya. Suelo verla sobre todo a partir de los primeros
días cálidos de primavera. Desde hace un tiempo busco su conversación,
consciente de su soledad similar a la mayoría de ancianos. Sé que tiene una
cuidadora que “la hace estar firme”, dice que nunca se casó porque era demasiado
bajita y que los hombres pues eso que no le gustan, se por pequeñas
conversaciones algunas cosas que a la gente del pueblo no se atrevería a
contar. Un día una frase dicha al azar mientras yo me cruzaba con ella me llevo
a imaginar su vida:
- - Pues nada, que cuando llegue a
Barcelona como eso de dibujar se me daba muy bien me dedique a dibujar para
tebeos femeninos, historias de amor de aquellas de antes….
El año 1950 marcaba el inicio de una nueva década,
Fina se dijo a si misma que era el momento de hacer un cambio. Le costó
discusiones con sus padres en unos años donde las mujeres solo abandonaban la
casa familiar acompañadas del marido. Fina nunca pensó en casarse, de hecho, aún
no lograba comprender la atracción que producían el ella otras mujeres. Nunca
explico lo que pasaba por su mente, porque era impensable y sobre todo porque
era pecado.
Acababa de cumplir los veintisiete, edad
suficiente para ser considerada una solterona, era menuda y no muy agraciada lo
cual hizo recapacitar a su padre. El peligro de que su hija fuera ligera con
los hombres no existía, por eso le dio permiso para irse a vivir a la ciudad
condal.
Cogió el carrilet, porque prefería el traqueteo
del pequeño tren a el ímpetu de los conductores de la Teisa. Una vez llegada al
Pont Mayor se desplazó arrastrando su maleta hasta la estación de Gerona. De allí
a Barcelona el camino se le hizo corto.
Enseguida encontró un trabajo como modista, y
se instaló en una habitación que le alquilaron unos conocidos, pero como le
gustaba hacer sus dibujitos en un lado del papel del patronaje. Eran sobre todo
chicas, muchachas que jugaban o que se divertían de múltiples formas. Historias
que ella dibujaba en los laterales y que hacían desesperar a su patrona.
Y la vida giró cual rueda de la suerte, un
amigo de la familia de la modista descubrió sus dibujos y enseguida vino la
propuesta: Dibujar tebeos para chicas.
No le faltaba imaginación, a veces es más fácil
imaginar el amor que tenerlo, sus historias, aquellas historias que corrían en
su mente desde su más tierna infancia empezaron a tomar vida y esas vidas eran
el sueño de miles de las chicas adolescentes de la época. Nunca se casó, tampoco
se dedicó a una vida de divertimiento como preveía su padre. Su vida íntima,
fue solo de ella, nadie imagino o supo, era la perfecta solterona: la tieta[i].
Mi imaginación a veces prolífica nunca pudo
llegar a forjar una historia como esta referente a una vecina con la que a
veces me cruzo, una frase me ha llevado a indagar y ver que la realidad suele
superar la ficción, mi vecina una ancianita típica de mi ciudad fue dibujante
de tebeos y para muestra un boton,,,,,
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