Los participantes
deberán realizar un microcuento en 30 palabras o menos. El texto deberá tratar
sobre un gato (animal).
DESPERTAR GATUNO
Son cojines suaves que acarician mi cara, ronroneo difuso que se
acerca hacia mí. Y yo aprieto mis ojos simulando ese sueño, que tú de madrugada
no me dejas dormir.
Para este reto
realizarán una historia sobre una mosca en la sopa. El texto deberá incluir la
palabra mosca en el título y 50 palabras exactas (el título no cuenta en las 50
palabras).
FRÍO EN LA CALLE
Atraviesa
atolondrada la puerta del restaurante. Hoy el frío arrecia por eso pasó de largo
por la heladería. Se acomoda en una mesa resiguiendo con interés las propuestas
culinarias. El golpe certero del camarero la pilla desprevenida, quedando su
cuerpo indolente aplastado sobre la propuesta: sopa de fideos con albóndigas
Para este
reto realizarán una historia sobre un deporte. El texto deberá describir un
juego extraordinario o competencia, algo digno del recuerdo. En 100 palabras o
menos (el título no cuenta en las 100 palabras).
CICLISMO TUBULAR
Aprendió a pedalear al mismo tiempo que daba sus primeros pasos,
antes de cumplir los tres ya corría sin las ruedecillas. Con ocho, le llego de
manos de su padre su primera bicicleta de competición. Adoraba las tardes
estivales en las que junto a su padre y entrenador recorrían las carreteras
circundantes. Con doce empezó a competir. A veces una pájara no le dejaba
seguir, pero él se esforzaba aún más por ver a su llegada la paternal cara
sonriente. Nunca gano una carrera, pero lo mejor de su infancia fueron esas
horas de entrenamientos exhaustivos, tan cercano al padre.
Para
este reto realizarán una historia que se desarrolle en una iglesia, parroquia,
templo, capilla, etc. No importa que religión sea, la historia debe suceder en
el lugar donde se llevan acabo los ritos. El texto deberá describir un acontecimiento
importante: asesinato, robo, fraude, milagro, algo sobrenatural, etc, lo que
ustedes quieran, pero que sea extraordinario. En 200 palabras exactas (el
título no cuenta en las 200 palabras).
CUMPLEAÑOS EN LA IGLESIA
Doña Chencha cual criatura feliz ríe, y aplaude. Ante ella un
enorme pastel con cien velas, su sueño de llegar a centenaria está a punto de
cumplirse. Aunque a veces la fatal casualidad pisotea los deseos y así es como
antes de soplar las velas, Chenchita como la llaman cariñosamente cae
fulminada.
De cumpleaños a velatorio, como quien no quiere la cosa y todo el pueblo que va a la iglesia a rendirle su último homenaje. En medio de la homilía de despedida unos golpecitos y una voz tenue surgen del ataúd:
--¡Eh! ¿Quién se ha llevado mi pastel? —
Rápidamente abren la caja y Doña Chencha sin atisbo de sorpresa sigue reclamando su pastel. Presta una nieta va a la cocina de la casa, lleva el pastel y las velas a la iglesia y todos celebran en el templo la fiesta de cumpleaños de la ahora centenaria.
Después del festejo Chenchita se queja de sueño, se estira en el ataúd y ahora sí se muere. Cinco muertes más preceden a Chencha y una intoxicación general y es que con las prisas nadie ha pensado en los tres días que el pastel estuvo fuera de la nevera a cuarenta grados.
De cumpleaños a velatorio, como quien no quiere la cosa y todo el pueblo que va a la iglesia a rendirle su último homenaje. En medio de la homilía de despedida unos golpecitos y una voz tenue surgen del ataúd:
--¡Eh! ¿Quién se ha llevado mi pastel? —
Rápidamente abren la caja y Doña Chencha sin atisbo de sorpresa sigue reclamando su pastel. Presta una nieta va a la cocina de la casa, lleva el pastel y las velas a la iglesia y todos celebran en el templo la fiesta de cumpleaños de la ahora centenaria.
Después del festejo Chenchita se queja de sueño, se estira en el ataúd y ahora sí se muere. Cinco muertes más preceden a Chencha y una intoxicación general y es que con las prisas nadie ha pensado en los tres días que el pastel estuvo fuera de la nevera a cuarenta grados.
Para
este reto realizarán una historia sobre una guitarra. No importa que sea una
guitarra eléctrica o acústica. La historia debe mencionar una canción. El
título debe incluir la palabra guitarra. En 250 palabras o menos (el título no cuenta en las 250
palabras).
GUITARRA CON DUENDE
Era aún un chiquillo cuando el toque de su guitarra hacía jalear
a los vecinos del patio, entre jazmines i azahar dominaba cada palo.
--Ezte niño tiene duende—decían los gitanos de Santa Cruz. Y es que Paco había mamado fandangos y bulerías, llegando al éxtasis cuando su padre cantaba. El mejor cantaor de cante jondo y la mejor bailaora no podían parir otra cosa que al mejor guitarrista de flamenco.
Los entendidos dicen, que cuando un artista se despoja de sus ataduras, alcanza tal estado de gracia que hace que los espectadores lloren, se muerdan, se rasguen las vestiduras y tiren las sillas. Ese es el duende, la quintaesencia del flamenco. Un duende que recorría a Paco de arriba abajo, algo que no se aprende, sino que se vive y se lleva en los genes.
Sabía, como nadie tocar los picados, marcando el ritmo al cantaor de turno, el día que Camarón se cruzó en su camino, nacía lo mejorcito del flamenco. Guitarra que navega entre dos aguas, que mira tus ojos como estrellas. ¿Qué sería del flamenco sin tu toque?
Pero la casi perfección del toque se da cuando Paco como genio, fusiona el jazz con la guitarra, o el rock o lo que se ponga en medio. Hace años que la guitarra llora la ausencia del artista que se fue para siempre, nostalgia de unas manos capaces de alzar púa justo en el instante preciso, de hacer llorar al público, de hacer que surja el duende.
--Ezte niño tiene duende—decían los gitanos de Santa Cruz. Y es que Paco había mamado fandangos y bulerías, llegando al éxtasis cuando su padre cantaba. El mejor cantaor de cante jondo y la mejor bailaora no podían parir otra cosa que al mejor guitarrista de flamenco.
Los entendidos dicen, que cuando un artista se despoja de sus ataduras, alcanza tal estado de gracia que hace que los espectadores lloren, se muerdan, se rasguen las vestiduras y tiren las sillas. Ese es el duende, la quintaesencia del flamenco. Un duende que recorría a Paco de arriba abajo, algo que no se aprende, sino que se vive y se lleva en los genes.
Sabía, como nadie tocar los picados, marcando el ritmo al cantaor de turno, el día que Camarón se cruzó en su camino, nacía lo mejorcito del flamenco. Guitarra que navega entre dos aguas, que mira tus ojos como estrellas. ¿Qué sería del flamenco sin tu toque?
Pero la casi perfección del toque se da cuando Paco como genio, fusiona el jazz con la guitarra, o el rock o lo que se ponga en medio. Hace años que la guitarra llora la ausencia del artista que se fue para siempre, nostalgia de unas manos capaces de alzar púa justo en el instante preciso, de hacer llorar al público, de hacer que surja el duende.
Para
este reto realizarán una historia sobre una taza de café. Puede ser cualquier
tipo de café: capuchino, americano, irlandés, etc. La historia debe incluir a
una mujer atractiva, sin importar la edad, pero no puede ser la protagonista. En 300 palabras o
menos (el título no cuenta en las 300 palabras).
SOLO, NEGRO Y AMARGO
Como cada mediodía después de comer se dirigió al antiguo bar
del barrio, le pesaba esa soledad acuciante, desde que ella se fue nunca fue lo
mismo. No soportaba las tardes largas y vacías posteriores a su temprana
jubilación. ¡Habían planeado juntos tantas cosas! Tantos viajes pendientes que
los largos horarios de trabajo nunca permitieron…
--Un café—dijo.
--¿Cómo siempre? –pregunto sin dilación Pascual, el camarero.
--Solo, negro y bien amargo, ya lo sabes de siempre…
De siempre no, porque antes de que ella se fuera compartía con ella su buen gusto por un buen capuchino italiano, claro que tampoco se conformaban con el bareto del barrio. Solían desplazarse hacia el centro, al barrio pijo como decía el para hacerla enfadar un poquito. Alguna tarde, como buenos amantes de lo dulce, elegían una chocolatería y daban buena cuenta de una taza humeante de chocolate caliente con porras. Pero eso era antes, hacía ya tanto tiempo…
Perdido en sus recuerdos, no se había fijado en la escultural mujer que tomaba un cortado en la mesa de enfrente. Era una morenaza de cuidado, que vestía una blusa ajustada con dos botones estratégicamente desabotonados. Miro hacia abajo, buscando las piernas y se encontró con unas medias negras que envolvían unas piernas como a él le gustaban. Largas, imponentes, pero no demasiado flacas. La miro por unos instantes. ¡Ay! Si se hubiera cruzado con ella unos años antes…pensó…Inmediatamente se centró en la taza humeante de café, solo en aquel bar sabían hacer el café justo como a él le gustaba: Negro intenso, solo, sin un grano de azúcar. Ese era el castigo justo para alguien que como él había engañado a la mujer de su vida constantemente. Desde que ella se fue pena con su soledad.
--Un café—dijo.
--¿Cómo siempre? –pregunto sin dilación Pascual, el camarero.
--Solo, negro y bien amargo, ya lo sabes de siempre…
De siempre no, porque antes de que ella se fuera compartía con ella su buen gusto por un buen capuchino italiano, claro que tampoco se conformaban con el bareto del barrio. Solían desplazarse hacia el centro, al barrio pijo como decía el para hacerla enfadar un poquito. Alguna tarde, como buenos amantes de lo dulce, elegían una chocolatería y daban buena cuenta de una taza humeante de chocolate caliente con porras. Pero eso era antes, hacía ya tanto tiempo…
Perdido en sus recuerdos, no se había fijado en la escultural mujer que tomaba un cortado en la mesa de enfrente. Era una morenaza de cuidado, que vestía una blusa ajustada con dos botones estratégicamente desabotonados. Miro hacia abajo, buscando las piernas y se encontró con unas medias negras que envolvían unas piernas como a él le gustaban. Largas, imponentes, pero no demasiado flacas. La miro por unos instantes. ¡Ay! Si se hubiera cruzado con ella unos años antes…pensó…Inmediatamente se centró en la taza humeante de café, solo en aquel bar sabían hacer el café justo como a él le gustaba: Negro intenso, solo, sin un grano de azúcar. Ese era el castigo justo para alguien que como él había engañado a la mujer de su vida constantemente. Desde que ella se fue pena con su soledad.
Para
este reto realizarán una historia sobre un animal que viva en la calle, pero
que sea conocido y cuidado por todos los vecinos. El título debe ser el nombre
del animal. La historia debe incluir un acontecimiento importante en la colonia, calle o
barrio donde se sitúe la historia. Mínimo 300 palabras, no hay un máximo.
MORO
– MERCHE BLÁZQUEZ (GANADORA DEL TORNEO)
Moro era un perro labrador negro, por su color lo habían
bautizado así, aunque podrían haberlo llamado diamante también, porque su
brillo era cegador.
Moro había tenido dueño, pero
tuvo que marcharse de la ciudad y no pudo llevarlo consigo. Lo dejó en la
calle, en mi calle, una calle sin asfaltar, con una enorme explanada al otro
lado de la carretera, donde había columpios y montículos de tierra que hacían
las delicias de los afortunados que tenían una bici, y en la que pasé muchas
horas aquel verano en que Moro quedó a merced de los vecinos.
A pesar de haberse convertido
en un perro callejero, Moro no tenía aspecto de estar abandonado ni hambriento.
Los vecinos bajaban paquetes con sobras de comida, especialmente pollo o arroz,
y debido a su bondad y nobleza, nadie temía acercarse a él, a pesar de que, a
mis diez años, me llegaba casi a la altura del pecho.
Tampoco le faltaba aseo.
Jamás se le vio una pulga o una garrapata invadiendo su precioso pelaje. Tal
vez era gracias al agua de mar. Los chicos de la pandilla solían ir a la playa
en bici, a unos ocho kilómetros, y Moro les seguía y se bañaba con ellos.
Volvía bien cansado de correr y se tumbaba a la sombra. Solo perturbaba su
descanso la percepción de que algún gato andaba cerca, o el aviso bromista con
que los chicos le provocaban para ver cómo despertaba de un brinco: «¡Moro,
gato!»
El verano acabó. Los vecinos reivindicaron al ayuntamiento el
saneamiento de la calle. Se asfaltó la calzada, la explanada se convirtió en
parque, y se construyeron aceras enormes donde los bares instalaban sus
terrazas. No sé si fue la urbanización de la zona o que se nos pasó la edad de
jugar en la calle, pero cuando quise darme cuenta, Moro no estaba. No sé si
murió, si se lo llevaron a la perrera o si alguien lo adoptó; lo que sí sé es
que Moro nunca más fue tan feliz como aquel verano que vivió en la calle.
Me gustaron todos cado uno con sus inconvenientes de ser pocas letras y luego ya el final algo más, al menos poderse extender ..
ResponderEliminarLa finalista sin duda logró su merecido premio, primero la historia es conmovedora y está muy bien escrita ..Gracias, estos retos ayudan mucho a soltarse y sobre todo a que tu imaginacion sea más activa .
Abrazos .
Me gustan todos. El de tu amiga, justo ganador por su sencillez y belleza.
ResponderEliminarBesos.
Hola, sabia de que existia otro concurso literario, pero el que no había leido nunca fuéron sus diferentes ejercicios. Lo tuyos me han gustado mucho. ¿y esto se haced cada semana?
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