Páginas

lunes, 6 de abril de 2020

AE. ¿PORQUE ESCRIBO?

AULA DE ESCRITURA GIRONA
PROFESOR: JOAQUIM NOGUERÓ



1- ¿PORQUE ESCRIBO?

Siempre he pensado que la culpa la tienen los indios, bueno ahora ya estoy convencida del todo. No es que fuera yo muy de películas de cowboys y más en unos años en los que estaba muy delimitado el tipo de películas que nos habían de gustar a las niñas. Y aunque, como no podía ser de otra forma, no me perdía ninguna de las películas de Marisol que llegaban cada dos semanas al cine de mi pequeño pueblo. Yo, con lo que realmente me quedaba eclipsada, era con las danzas ante el fuego de los indios. Así que lo tuve claro cuando con cinco años una amiga de mi madre me hizo la pregunta crucial:
--Y tu guapa ¿Qué quieres ser de mayor? —
--Jefe de los indios—respondí sin titubear.

Desde aquel día me gane a pulso mi fama de fantasiosa: --Muchos pájaros en la cabeza, tienes tu…
Dos años después, tuve mi futuro claro, ya que un día decidí que sería capitana de un barco en ultramar. La cosa no sería muy chocante, salvo por dos problemas difíciles de subsanar. El primero era que era impensable una niña de mediados de los sesenta pretendiera llegar más lejos que ser azafata de avión. El segundo y más difícil, era que no había visto el mar en mi vida y que en la inmensa estepa manchega que rodeaba mi infancia predominaban más los colores rojiverdes de los campos de trigo, nada que ver con los tonos azulados del Mediterráneo más cercano, pero a kilómetros de mí.

El segundo culpable de mi afición a leer continuamente, hecho que me llevo a escribir, fue el escritor inglés Charles Dickens, con quien a parir de los trece años tuve conversaciones más que interesantes, no os podéis imaginar todo lo que aprendí de él. Y aunque mi escritor preferido no me hablo en ningún momento de técnicas, ni de personajes, ni de narradores; tengo que decir, que dominaba como nadie el arte del embaucador. Así fue como me explicó que en un bosquecillo cercano. Por cierto, yo en aquellos años vivía en L’Hospitalet de Llobregat. Pues como decía en un bosque que descubrí un día en el que me escapé de casa buscando alguna aventura digna de explicar. Descubrí entre l’Hospitalet y Esplugues un pequeño bosque que según tengo entendido sirvió de escondite al presidente republicano Negrin.

No sé, quien le hablo a Charles del susodicho bosque, la cuestión es que se pasó noches insistiendo. Porque el insigne escritor, tenía el vicio de que en cuanto me veía dormida atravesaba mis sueños y se ponía a charlar conmigo. Supongo, que los escritores ya difuntos tienen ese vicio: hacer de mentores de las jovencitas que tienen la manía de escribir.

Como decía, fue Charles quien me convenció de que en el bosquecillo de Negrin había un tesoro por descubrir. Me enseñó exactamente el lugar, me dijo, aunque ahora me es difícil recordar todos los detalles; los pasos, los giros…para llegar al punto exacto, en el que yo pala en mano tenía que buscar. ¡La de días que me tiré buscando el dichoso tesoro! Así que mientras mis amigas se dedicaban al arte del ligoteo, yo como una ilusa rascaba la tierra de un bosque en L’Hospitalet, bueno tampoco es que estuviera muy por la labor de tener novio y esas cosas que me tocaban por edad…
Y volvió a surgir la dichosa pregunta, otra amiga de mi madre, pero en un lugar diferente y con las connotaciones de lo que se esperaba de las hijas de los recién llegados emigrantes:
--Y tu ¿De qué piensas trabajar? ---
--Quiero ser escritora---fue mi respuesta.
Mi madre esta vez intentó dar una disculpa ante semejante osadía por mi parte:
--Está es que siempre ha tenido la cabeza llena de pájaros…—

Y aunque no me quedo otra que incorporarme al mundo laboral con trece años, simultaneando estudios y trabajo. Conseguí lo máximo a lo que la hija de una familia obrera podía aspirar: Me saqué mi título de Comercio y Mecanografía para poder trabajar en una oficina, trabajo que ejercí por poco tiempo porque siempre lo odié.
De mis lecturas de Dickens, Víctor Hugo, Charlotte Bronte y otros escritores que tocaban a fondo cuestiones sociales. Nació mi otra vocación: la de educadora social y años más tarde criminóloga. Ejercí como educadora, lo de criminóloga ya es más difícil, pero da para mucho en este mundo de la imaginación
Y aunque de alguna forma, siempre he estado escribiendo, si más no mi imaginación era todo un bullicio de historias e ideas. Tener una familia con una historia digna de ser escrita para que no se pierda en la vacuidad del olvido, aunque solo sea por eso, sé, ahora más que nunca, que quiero escribir. El legado de mi madre, está compuesto por infinidad de historias, la mayoría de ellas reales y tengo claro que superan cualquier ficción. Así que gracias a las aventuras que me hizo vivir el autor de Oliver Twist, a sus palabras y consejos leídos entre líneas y filtrados en mis sueños. Gracias a una madre que tenía que ocultar su fiel creencia en mi porque a una chica emigrante de familia obrera, no le quedaba otra que aportar su salario para la subsistencia de la familia, fue capaz de trasmitir una historia de antepasados que esta forjada por cientos de historias. Así que no me queda otra que escribir y yo encantada…


No hay comentarios:

Publicar un comentario