CONVOCATORIA JUEVERA PARA EL JUEVES 17 DE MARZO, ESTA SEMANA LA AMIGA MYRIAM DESDE SU BLOG DE AMORES Y RELACIONES, NOS INVITA A PARTICIPAR CON EL LEMA:
SUCEDIÓ EN UNA FABRICA
LA FABRICA DE CHOCOLATE
La historia comienza de forma parecida a muchas otras: mujer emprendedora
que allá por 1890 compra un molino papelero y se va introduciendo en la
fabricación de chocolate. Diversificando el negocio inicial con otros. Cuando mueren la señora y su marido la
herencia va a parar a manos de un hijo derrochador que se la pule en pocos años
y en ese instante es cuando aparece el señor C, alquila la antigua fábrica y….
Si por algo llegué a saber del señor C fue por sus múltiples
excentricidades y porque era alguien con quien era difícil toparse sin que éste
iniciara una conversación. Supe de su fábrica de chocolate gracias a uno de
esos encontronazos:
--Y que ¿Eres nueva por aquí? – asiento- ¿Ya has visitado la
fábrica de chocolate?
Digo que no, más que nada porque acabo de ubicarme en la
pequeña ciudad… él lo vio como un error imperdonable y me dijo no sin cierta
exigencia que tenía que ir.
La fábrica, ya llamaba la atención desde la carretera porque
en su entrada había como un pequeño zoo: una balsa con cisnes, ocas y patos.
Cabras, ovejas e incluso algún ciervo. ¿Quién podía negarse a semejante tentación?
Pero lo que más llamaba la atención era su dueño, quien cada
día de lunes a sábado, se recorría todas las tiendas de comestibles de Banyoles
e incluso los incipientes supermercados. Y es que uno de sus trabajos más
importantes era el control de que no hubiera una sola tienda sin su chocolate.
Podía meter autenticas broncas y sentirse dolido e indignado si alguien se
había descuidado del delicioso manjar.
Aparte de este continuo recordatorio, consiguió poner
columpios para los niños en los lugares más insospechados, la marca de su
chocolate colocada estratégicamente sobre los columpios, es una huella
indeleble que aun puede sorprender a alguno de los visitantes de los pueblos de
la provincia de Girona y puede que más allá.
De la misma forma, no dudo en hacer colocar un camión en un montículo,
tenía cientos de estrategias para hacer ver su producto en unos años en los que
la televisión y sus anuncios no eran del abasto de todos.
Según me iba convirtiendo en una banyolina más, cada día me
iba sorprendiendo con las historias que se contaban de tan singular personaje….
“DIARIO LOS SITIOS GERONA: Se necesita administrativa y
secretaria para ocupar un puesto de responsabilidad en la fabrica de chocolate
T, se requiere buena presencia, y gran velocidad en mecanografía. Interesadas
presentarse en la fábrica el próximo lunes a las 9 en punto de la mañana. Se
exige puntualidad quien llegue un minuto más tarde no pasara a la entrevista…”
Una cola de chicas de diferentes edades y pulcramente
vestidas esperan a las 9 en punto. Pasa la primera, el señor T va haciéndole las preguntas que cree conveniente. Después le dice:
--Ahora vamos a ver su velocidad mecanografiando…
-- Señor C, pero ¿Y la máquina de escribir? –
--Allí…- le dice señalando un rincón remoto de la estancia
donde una Olivetti nueva está puesta en el suelo.
Conociendo las manías y extravagancias del señor C, la chica
se sienta en el suelo como buenamente puede y empieza teclear…
--Fuera, no me interesa… - le dice el señor C cuando aún no
han pasado cinco minutos.
La escena se repite a lo largo de una hora con aspirantes
diferentes. Una se sienta meticulosamente en el suelo, otra se arrodilla para
escribir, otra más atrevida se estira…
--Su nombre señorita---
--Pilar soy Pilar—dice la chica nerviosa…
--Pues Pilar puede empezar a escribir…
Pilar mira a su
alrededor y descubre la máquina, se levanta con una cierta seguridad, la recoge
del suelo y la pone cuidadosamente sobre la mesa donde la están entrevistando.
Algo nerviosa coloca el papel en el rodillo y…
--El trabajo es suyo Pilar, pero tiene que empezar mañana
mismo.
--Pero, si aún no ha medido mi velocidad…
--Ni falta que me hace, en una hora he visto pasar por aquí
un montón de cabezas veletas, aquí lo que se necesita es alguien que demuestre
cada día que su cabeza sirve para algo.
No es raro que hijos consentidos despilfarren lo que tanto trabajo y esfuerzo costó a los padres construir.
ResponderEliminarEl Señor C que adquirió la fábrica después era un genio del mercadeo. Mira que poner hasta un camión en un montículo. Y la fábrica sigue en pie hasta hoy, por lo que veo.
Me gusta mucho el chocolate. Cuando vaya por allá seguro que lo pruebo. Gracias por tu relato, querida Inma, gracias por haberte sumado a mi convocatoria.
Beso grande
La fábrica fue yendo para quien sabía manejarla.
ResponderEliminarY la anécdota es memorable. Tenía sentido la prueba.
Un abrazo.
Tu relato diría yo que es verídico. El señor C de tonto no tenía un pelo, supo conservar su negocio y sus excentricidades no dejaban de ser una treta para dar con gente que valiese.
ResponderEliminarSi la fábrica era de chocolates Torrás, yo les compro, no tienen azúcares y están buenísimos.
Saludos y abrazos.
Una buena anécdota y, qué pena que aquello que tanto cuesta levantar a alguien, otros que vienen después lo dejen pasar.Saludos
ResponderEliminarQué relato tan interesante. Ríete ahora de los RRHH de hoy en día, donde esté ese señor C que se quiten los demás. Me gusta la frase de quiero gente que use la cabeza jajaja.
ResponderEliminarMuy emotivo.
Bss
Es una pena que algo que construyen los padres los hijos lo lleven a la bancarrota. Menos mal que en esta ocasión al menos alguien tuvo cabeza. Las fotos son geniales. Un relato muy bueno me ha gustado leerlo. Un besote grande.
ResponderEliminarNo he comido esos chocolates.... pero la prueba...?, no entiendo lo de usar la inteligencia para eso.
ResponderEliminarTeclas y chocolate.
¡Ey, qué buena historia! Tiene contexto histórico, su chispa con la anécdota y hasta colofón con ese final algo triste.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Besos.
Uno de los muchos factores necesarios para levantar cualquier negocio, es el de tener bien sentada la cabeza; en este caso, ella se sentó sobre una silla, como debe ser.
ResponderEliminarMuy bueno, querida Molí. Y estupendas fotografías que, sin ninguna duda, marcan historia.
Abrazo grande 💙
Ingeniosa manera de seleccionar personal . Hacerlo pensar más allá de lo que aparenta ser un capricho al que se debe consentir. Y al chocolate en cuestión, me lo imagino bien rico! Jeje un abrazo
ResponderEliminarEntiendo que la eligiera. Hizo lo lógico, lo que solo cabía hacer. Las excentricidades del Sr. tal no eran tan exageradas, entiendo que todas tenían un porqué, y funcionaban.
ResponderEliminarLas fotografías son geniales, traídas de antaño, y como un bonito homenaje a esa fábrica de chocolote.
Un beso enorme.
qué fácil es convencer a los exigentes poniéndoles en su sitio. Usar la cabeza es más importante que usar los dedos a la hora de mecanografiar. ¿ quién no ha colocado un calco al revés en sus inicios?Has montado una historia a través de un algo cierto lo que te hace ser la persona adecuada para manejar esa máquina de escribir. Un abrazo
ResponderEliminarAsi es, pasar la entrevista requiere varias maromas absurdas. Con razon no me dieron empleo en esa fabrica!!!
ResponderEliminarQué historia más interesante y el que haya llegado hasta ahora , aunque no sea en manos de la familia.
ResponderEliminarMe ha gustado el detalle de los dos bombones que dan a quien visita la fábrica siguiendo la táctica que de antemano eran del señor C.táctica que
Conforme iba leyéndote me iba aumentando la curiosidad por esa fábrica de chocolate a la que refieres, me parecía como muy real y quería saber si lo era. Por la fotos veo que parece que lo es, peeero ¿sabes al final lo que mas me ha gustado del relato? La estructura, la forma, la manera en la que nos has entrelazado, me imagino, realidad y ficción. Desde el principio hasta fin muy interesante. Un gusto leerte.
ResponderEliminarBesos