CONTANDO SEMANAS CON SINDEL....
SEMANA 15
PALABRA: DOLOR
DOLOR
Casi no llegué a verla ya que pasó rápida como un rayo. Mi
grito puso en alerta al resto, cuando en su volar giratorio dejo su huella en
forma de punzada.
- -- ¿Cómo era? – preguntaban unos
- -- ¿Grande, negra y peluda? —decían otros
- -- Y yo que se—fue mi respuesta, mientras aspiraba
un llanto incipiente.
- -- ¿Pero ha salido de las matas o iba volando?
Héctor se acercó a mi en silencio, hacía pocos meses que asistía
a la escuela y había llegado de uno de esos pueblos imposibles de encontrar en
el mapa escolar. Fue a causa de esa pose entre tímido y callado que los veteranos comenzaron a
llamarle “el paleto”.
Suavemente estiro de mi brazo, intentando buscar rastros del
atacante, un pequeño punto iba elevándose, mientras el decía con su voz
tranquila.
- -- Abeja no ha sido, porque si no aquí tendríamos
su saquito con el veneno… una avispa seguro…
- -- ¿Y que se puede hacer para que no duela tanto? Le
pregunte mientras el soplaba sobre el pequeño montículo.
- -- Hay un remedio, es algo asqueroso y puede que no
te guste—fue su respuesta.
- -- ¡Lo que sea! – le dije gritando.
Se dirigió a un rincón del camino y cuando se giró de espadas,
solo llegamos a escuchar el fluir de su orina. Con un palo hizo una mezcla
entre orín y tierra y cogiendo un pegote de este barro lo coloco con bastante
maña en la marca de la picadura.
- ..Un ratito y se pasa—fue lo único que dijo.
Fue curioso ver los rostros del resto de la clase, mezcla de
asombro y asco. Pero a mi tanto me daba porque en minutos ceso el dolor y la
quemazón.
En aquellos años, la mayoría de amistades y noviazgos, se
iniciaban con unos pequeños cortes y mezclando la sangre. Yo me uní a Héctor
gracias a una mezcla mágica con componentes inusuales. Los dos teníamos doce
años, a la semana siguiente ya nos juntábamos como novios. A los quince nos
entregamos él uno al otro acelerados por la pasión. Aquella primera vez también
me dolió, pero ya había aprendido que el dolor acompañado de ternura y amor se
hace sentir menos.
Hermosa historia! Dos dolores distintos uno que es inicio de un amor.
ResponderEliminarbesos
Me has recordado mi infancia, cuando estábamos en el campo y nos picaba una mi abuela ponía en práctica ese remedio y si, funcionaba. Un abrazo de colores
ResponderEliminarQue manera más original de escribir sobre el dolor!!! Nunca se me habría ocurrido pensar en lo que duele un aguijón. Lo otro tampoco pero también es cierto.
ResponderEliminarUn abrazo.🐝💘
Ya te digo que es cierto , todos los años hasta que tuve al menos 14 años me picada una avispa en el brazo o la cara como un monstruo de hinchada y lo peor era el dolor que provoca . Un besote
ResponderEliminarMuy tierna historia nacida de la pureza ante un pinchazo doloroso! Un abrazo, Moli
ResponderEliminarRecuerdos de la infancia me trae tu aporte lleno de belleza a pesar del dolor. Besos
ResponderEliminarQué bonito Molí,
ResponderEliminarTu frase última es definitiva.
Muchos besos.
Genial las primeras picaduras siempre crean un dolor..... pero con amor pasan rápdo
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