35 CENTIMETROS
- - No se te ocurrirá ir a la boutique de esa
desvergonzada…
- - Que no mamá, que no- respondió Cyn con un mohín lleno
de hastío
- - Pues yo no entiendo que se os ha perdido últimamente
en Chelsea…
- - Nada mamá, tan simple que hay mucho más que
ver que allí que en nuestro aburrido South Kensington…
La boutique de la desvergonzada, no era otro que Bazaar
situado desde finales de los 50 en King’s Road justo el centro de la
escena del “Swinging London”. La boutique pertenecía a Mary Quant, mujer
emprendedora, pero ante todo creativa y original.
Cyn, Mary, Lou, Alice… juntaban sus pagas de
adolescentes procedentes de familias de clase media alta y se pasaban horas
decidiendo ante unos escaparates llenos de vida que nuevas prendas comparse. Una
mezcolanza de tejanos apretados en maniquíes delgadísimas se unía a los
incipientes pantalones acampanados. Blusas que se anudaban a la cintura y cuyos
botones podían abrirse hasta el infinito, infinidad de faldas que subían uno o
dos centímetros por encima de la rodilla iban acompañadas de medias de todos
los colores para gozo de las adolescentes. Mientras sus padres y abuelos la
emprendían a pedradas o a paraguazos contra los cristales que mostraban tanto
atrevimiento y colorido.
Se pasaban horas probándose ropa, aunque alguna de las
dependientas las reprendía agotada, esos eran los días en los que Mary Quant había
salido hacía el Soho para fotografiar y tomar notas de nuevas tendencias.
Oh, please, say to me
You'll let me be your man
And please, say to me
You'll let me hold your hand
You'll let me hold your hand
I want to hold your hand….
I want to hold yoy hand!!!- gritaban
las cuatro en un tiempo intentando imitar al cuarteto de Liverpool cuyos discos
habían de escuchar a escondidas.
Risas y gritos de unas chicas que habían
pasado parte de su infancia escuchando anécdotas de una guerra que les quedaba
muy atrás. Tenían la belleza de unos cuerpos que habían superado corsés, fajas
y complejos. Vivian de lleno la época del body positive, en el que eran bellas
las gorditas y también las muy delgadas. La ropa de Bazaaz estaba hecha para
todas aquellas que se atrevieran a dar un paso adelante y ponersela.
--Es una falda muy, pero que muy corta—escucharon decir
a una de las dependientas—la ha hecho a medida a petición de una clienta
habitual…
La preciosa falda de cuadros quedo extendida en el
mostrador, para alegría y sorpresa de todas ellas ¡era diminuta!
--Pero esto—increpo la clienta a quien atendían—pero
si parece una bufanda, así por curiosidad ¿Cuánto mide?
-- 35 centímetros exactamente.
--Pero ¿eso que tapa? – dijo escandalizada la
clienta.
--Pruébesela y me dice—dijo una Mary Quant sonriente
que acababa de entrar por la puerta.
--Pero así—señalo la señora unas impecables botas
altas sin tacones que portaba.
--Pues precisamente así, se verá mejor el efecto.
Quince centímetros exactos por encima de la rodilla,
todo un impacto para la vista. Esa tarde en Bazaar se vendieron seis minifaldas.
Dos fueron para la clienta que se vio espectacular, las cuatro restantes para
las adolescentes quienes durante todo el año una vez finalizadas las horas de
clase, se metían en una cabina telefónica para cambiar la falda de su uniforme
escolar por unas preciosas minifaldas.
Esa una osadía, pero convengamos que no a todas les quedaba igual, a algunas no las favorecía para nada! jeje Un abrazo entre minifaldas y recuerdos, Moli
ResponderEliminar¡Exacto! Como dice Moni, no a todas les quedaban bien esos 15 cm por encima de la rodilla jaja. Pero osado era, todo un desafío.
ResponderEliminarBesos. Espero que este comentario se publique. CAMPI me ayudó con el enlace en la entrada del listado.
Me hace mucha gracia porque yo veo esas faldas y me parecen largas *.* Me ha encantado el relato, sobre todo con la canción del cuarteto.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=jenWdylTtzs
Y las protagonistas eran unas valientes.
Un besazo enorme, Molí
Pues eran modas, y qué tiempos ¿eh?
ResponderEliminarUn abrazo