YA VIENEN LOS REYES

Les gustaban los días de Navidad cuando la tía Carmen pasaba a buscarlos para llevarlos al centro. La tía ya hacía años que había conseguido escapar de la corrala y dejar un poco de espacio para los dos hermanitos que llegaron después. Aunque cuando Paloma y Luis lo hablaban por lo bajinis tenían claro que hubieran preferido que la tía se hubiera quedado en casa en el lugar de aquellos dos llorones.

Madrid se mostraba engalanado con sus luces de Navidad y los niños se quedaban embelesados mirando hacía lo alto e imaginando que esos días el cielo solía acercarse a ellos para saludarlos. La tía les hacía recorrer la Gran Vía y los tres se paraban en cada una de las tiendas de juguetes. Carmen con sus apenas quince años añoraba aquella infancia que nunca tuvo y al igual que su sobrina de siete soñaba con aquellas muñecas cuyos vestidos ellas nunca tendrían ni en sueños. Luis prefería los coches de carreras y ese año en una de las tiendas tenían uno con un cablecito que se unía a un mando que llevaba al coche a rodar solo. Días antes, habían escondido bajo el colchón los calcetines rotos, a ver si así los reyes no se enteraban de que necesitaban calcetines y a lo mejor les traían uno de aquellos juguetes que lucían en las jugueterías de lujo del centro de la ciudad. Sabían que dos días después, justo el día 5,  la cabalgata de reyes desfilaría por ese centro que ellos visitaban solo ese día cuando la señorita le daba fiesta a la tía Carmen. Nunca habían estado en la cabalgata de reyes, era misión imposible pues ese día mamá tejía hasta tarde y papá esperaba las luces de nuevo día para recoger más cartones. Era posible que el secreto de los juguetes estuviera ahí y es que ninguno de los niños de la corrala ni de sus alrededores habían estado nunca en la cabalgata madrileña. Era por eso que los reyes solo les traían calcetines, o batas, o mandiles. Los juguetes eran para los niños que esperaban y agasajaban a sus majestades. Pensando en ello tuvieron ya seguro que en este nuevo año y a pesar de su empeño, los reyes volverían a traerles a cada uno un par de calcetines nuevos.