LA DISTANCIA
Con la distancia que da el paso de los años, con la distancia que se produce cuando los hijos marchan de casa más cercanos y lejanos a la vez. Cuando mi hija mayor Ruth estaba en plena adolescencia ella me propuso un juego ya que conocía mi afición a escribir. Ella propuso un titulo y a partir de ese titulo yo tenia que escribir un cuento o una historia, como no podía ser de otra forma yo escribí un cuento para ella que ahora moviendo trastos de un piso para otro a aparecido, así que hoy lo comparto con vosotros, puede que sea un poco largo pero a mi hija en su momento le encantó. El dibujo esta realizado por mi hija Ruth.
MIRANDO LAS ESTRELLAS UNA NOCHE SIN LUNA.
Su nombre era Clara y tenía trece años,
su nombre era Clara y todos la creían muy afortunada porque parecía tenerlo
todo. Todo lo que se proponía solía salirle bien, sacaba buenas notas en la
escuela, era simpática, abierta, tenía unos ojos azules preciosos y una larga
melena rubia le caía por la espalda. Apuntaba ya un cuerpo casi perfecto de
mujer lo cual apuntaba que tendría el mundo a sus pies, pero ahora solo tenía
trece años.
El pueblo en el que vivía era pequeño,
tan pequeño que Clara sentía que casi se ahogaba en él. Le molestaba aquel
continuo ¿Qué haces Clara? ¿Hacia dónde vas?
Unos meses antes todo era diferente para
ella, no sentía ese desconcierto que la llevaba a sentirse en pocos momentos
triste y que no podía compartir con nadie.
Muchas veces, cuando lo veía todo oscuro,
notaba como se encerraba en ella misma y no sabia como explicar lo que le
pasaba. En esos momentos, su madre se acercaba con ternura a ella y le
preguntaba:
- - ¿Qué te pasa Clara?
Y entonces Clara rompía a llorar ya que no
sabía dar con la respuesta que albergaba su corazón.
- - Son cosas de la edad – solía
decir la abuela.
- - Eso es porque se está
convirtiendo en mujer – respondía su madre.
Mujer, ¿Qué significaba eso de hacerse
mujer? Y entonces se veía delante del espejo y notaba que casi ni sabía
reconocer las formas que este le devolvía. Aquella Clara no era la que mostraba
unos meses antes y los cambios eran continuos. Aquellos pechos antes lisos y
ahora pequeños y redondos que día a día iban creciendo, aquel pubis que se iba
poblando de pelo. A veces pensaba que el rostro que veía tras el espejo no era
el suyo y que aquella que intentaba esbozar una sonrisa no era la Clara que
ella conocía.
No, Clara no se sentía aun una mujer,
seguramente por eso, encima de su cama, aun descansaba Saray la muñeca que ha
estado siempre a su lado.
Ante tal desasosiego, sus padres
decidieron enviarla aquel verano a Barcelona a casa de la otra abuela. Clara
había nacido en esa ciudad y aunque casi ni la recordaba la lejanía del pueblo
y de su gente le fue bien.
En casa de la abuela vivía su tío Pedro
por quien la chica sentía un cariño especial. Pedro, solo tenía veinte años y
habían compartido muchos juegos de infancia, por lo cual más que tío y sobrina
ellos se consideraban amigos, Pedro era su cuentacuentos particular.
Junto a Pedro, se le abrió a Clara un
mundo totalmente desconocido para ella. Barcelona al verano es un mundo
aparte, circulan menos coches, se vive
más en la calle y hay un montón de cosas para hacer. Conciertos en los barrios,
fiestas, movimiento continuo y los domingos se escapaban a las playas de
Sitges. Clara comenzaba a sentirse mayor y Pedro estaba más que orgulloso de
mostrar una sobrina tan guapa.
No tardo la chica en entrar a formar
parte del grupo de amigos de su tío, aunque la abuela, con la experiencia que
dan los años siempre le decía a su hijo:
- - Cuídala que solo es una niña
aun.
-
¿Una niña? – solía responder
Pedro con una pose más que divertida - ¿Clara dile a tu abuela que ya eres toda
una mujer?
Clara se sentía más que feliz y como era
una chica abierta y simpática no tuvo ningún problema para ser aceptada en el
grupo de los mayores.
En el grupo estaba Roger, era este el
chico mayor de todo el grupo ya que tenía veinticinco años. Era alto, de pelo
oscuro y muy atractivo paro los ojos de Clara. También era simpático y pasaba
gran parte del tiempo hablando con Clara y cuando estaban en la playa casi
siempre le enseñaba juegos divertidos.
Pronto, Roger entro de lleno en el
corazón de Clara, ella no sabía muy bien que le estaba sucediendo pero sí que
notaba que le gustaba especialmente estar al lado de Roger, le gustaba su forma
de hablar, como sonreía, como se pasaba los dedos por el pelo de una forma muy
especial. Y los días que salían con el grupo, la chica se sentía nerviosa hasta
que lo veía aparecer. Entonces sentía como una cosa que le subía desde los pies
hacia la punta de su último pelo, era una cosa que ella no podía explicar.
Un domingo, en la playa, pidió a Roger
que la acompañara a pasear los dos solos y sin saber cómo le salió del corazón:
- - Te quiero, Roger….
Pero cuando Roger le respondió, lo hizo
como solían hablarle las personas mayores a quien la chica no quería escuchar.
No le habló como se habla a una mujer sino que la estaba tratando como si fuera
una niña pequeña.
Le dijo que era demasiado pequeña para
saber lo que sentía, que no tenía edad para pensar en esas cosas, que tenía que
centrarse más en sus estudios, que para eso del amor tenía mucho tiempo por
delante.
Y a partir de ese día Roger procuraba no
estar a solas con ella, hablaba menos con ella y ya sus juegos no eran tan
exclusivos.
Y cuando Clara se enteró que Roger salía
con una chica del grupo llamada Nuria que tenia veintidós años se le cayo el
mundo encima y no dejaba de pensar: ¿Qué
necesito para ser una mujer? .
Y así fueron pasando los días hasta que
llego septiembre y Clara regreso al pueblo junto con sus padres.
Pol acababa de cumplir los trece años,
pero era un poco más bajo que los chicos
de su edad. Con el pelo corto castaño claro, ojos marrones parecía no tener
nada especial. Pol vivía en el mismo pueblo que Clara junto con sus abuelos,
según comentaban en el pueblo su madre vivía en el extranjero. Pol era tímido y
callado y cuando en el colegio el profesor le preguntaba alguna cosa, le
costaba responder y casi siempre se sonrojaba.
Los chicos de la escuela solían reírse de
el o bien lo ignoraban, así que Pol no tenía casi amigos. Hacía dos años que
conocía a Clara y des del primer día que la vio sintió mariposas revoloteando
por su estómago.
Al principio, la miraba con admiración
casi con envidia, el querría ser abierto como Clara quien con una sola sonrisa
se ganaba la simpatía de todos.
Con el tiempo, veía la transformación de
Clara, le veía tan guapa! Habría dado cualquier cosa por ser más atrevido y
hablar con ella, por ser capaz de sentarse a su lado.
Pero el se veía cada día más pequeño y hasta feo,
entonces miraba a Clara y la veía con esa melena preciosa y con esos ojos
azules. Y la sentía hablar, tan abierta, tan simpática y el tan tímido y
callado, ella amiga de todos el sin amigos.
Aquel verano se había sentido más solo
que nunca, deseaba intensamente que llegara septiembre y volver a la escuela
para volver a ver el rostro de Clara. Así que en cuanto la vio entrar por la
puerta, sintió como su corazón golpeaba con fuerza a punto de salirse de su
pecho.
Pero la Clara que vio, no era la misma
que dejo de ver en junio, no sabía cómo explicarlo pero la sentía más mayor. Su
forma de vestir, de moverse, sus gestos todo la hacía distinta y más lejana a
él.
Y entonces sintió una gran tristeza y más
cuando sintió como Clara lo trataba con una absoluta prepotencia que también
utilizaba con el resto de compañeros de clase.
La chica no paraba de hablar de los
amigos de Barcelona, de los pubs que visitaba de noche, de los conciertos y de
su novio. Era este un tal Roger que tenía veinticinco años! Realmente Clara
estaba más lejos de el de lo que lo había estado nunca.
- -¿Me escribirás no? – le
pregunto Clara a Roger antes de marchar.
- - No lo se Clara, tengo muchas
cosas que hacer.
Y Clara regreso al pueblo y volvió a
sentir como el pueblo se le hacía pequeño. Se sentía la chica más desgraciada
del mundo. Cada día, le escribía una carta a Roger, cartas donde le hablaba de
su amor pero que después no le enviaba.
Se sentía dolida, no sentía que era esa
chica maravillosa que le decían en casa, y como una forma de sentirse
importante en la escuela empezó a explicar historias algunas reales de su
verano en Barcelona pero la mayoría inventadas de su amor con Roger.
Y cuantas más historias inventaba más
triste se sentía, aunque en el colegio no dejaba de hablar y de reír para no
dejar de ser aquella chica importante y admirada que había sido el tiempo
anterior.
Pero por la noche, ya encerrada en su
habitación, escribía en su diario: Soy tan desgraciada, parece que tengo muchos
amigos, pero me siento tan sola….
Aquella noche, Clara no podía dormir,
sentía una tristeza tan fuerte que no tenía animo ni para meterse en la cama. Salió
de la casa y sin tener muy claro hacia dónde ir entro en el patio del colegio y
se sentó en un banco que quedaba en un rincón. No podía evitar que le cayeran
las lágrimas y casi instintivamente tapo su cara con las manos. El llanto, fue
tan intenso que parecía salir de ella todo aquello que hasta ese momento
parecía atormentarla, toda la tristeza y todo el dolor. Casi ni se dio cuenta,
de que un brazo rodeaba su espalda, solo pudo reaccionar cuando escucho aquella
voz:
- - ¿Qué te pasa Clara?
Entonces sintió un cuerpo menudo a su
lado, era Pol ese chico callado y tímido a quien ella nunca había prestado ni
la más mínima atención.
- -¿Por qué lloras?
Y ella quería dejar de llorar y no podía
pero de golpe salió de ella su clamor de pena:
- - Yo amo a Roger, pero él no me
ama.
Y sin saber cómo le explico a Pol, aquel
chico que ni tan solo era su amigo, toda la amargura y todo el dolor que
corroía su corazón.
Momentos después se hizo el silencio, Pol
continuaba a su lado y los dos miraban hacia el cielo.
- -
Hoy no hay luna Pol.
- .Si que debe haber, lo que
pasa es que esta tan pequeña que no podemos verla – respondió el chico.
Clara sintió de nuevo como le bajaban las
lágrimas, pero Pol la mantenía cogida por la espalda.
- -No está la luna – le dijo –
pero si que están las estrellas.
Clara miro al cielo y vio un montón de
estrellas resplandecientes.
- - Mi madre – dijo Pol – me dijo
– que siempre que tenga un deseo, aproveche noches como esta y se lo pida a las
estrellas.
- - Y eso ¿da algún resultado? –
pregunto la chica.
.- Te puedo asegurar que mi
madre nunca decía mentiras.
- -. Pero ¿Dónde está tu madre
Pol?
- - No lo se muy bien – respondió
Pol – un día cuando yo era más pequeño, me dijo que yo era lo que más quería
pero que en este pueblo se ahogaba, que se le había quedado pequeño y que necesitaba
irse. De vez en cuando me escribe y me dice que no deje de mirar las estrellas.
Clara abrazo a Pol y juntando sus labios
con los de él lo beso.
A partir de esa noche todo fue distinto,
Clara y Pol muchas noches salían juntos a mirar las estrellas. En la escuela
comenzaron a sentarse juntos, la chica aún es simpática y abierta pero de Pol
ha aprendido a ser más humilde y sincera. Ahora a Pol se le ve menos callado y
menos solo, a veces, se les ve a los dos cogidos de la mano compartiendo sus
miedos y dudas por hacerse mayores, los dos comprenden que crecer es difícil
pero que puede ser mucho más fácil cuando al lado tienes a un amigo de verdad.
Mi Clara particular se llama Ruth, es mi hija mayor aquí estaba en plena adolescencia y ahora ya esta ya cerca de los 40, y es que la distancia de los años.........
Gracias por compartir este relato escrito para tu hija. Me ha parecido encantador, lleno de ternura y de amor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Preciso cuento o realidad , es sumamente tierno y amoroso , gracias amiga por compartir pedacitos de tu familia .Feliz semana muakkkk
ResponderEliminarAhhh la dulce nostalgia de los lindos tiempos!!!
ResponderEliminarHermoso recuerdo, gracias por compartir.
=)
Hermoso cuento! Tierno y con ese toque de magia que le pones a todo lo que nos compartis. El dibujo es hermoso también. Gracias por abrir tus vivencias que tienen un sabor especial para los que te leemos. Un abrazo.
ResponderEliminarEncantador relato Moli. Gracias por compartir ese relato escrito para tu hija.
ResponderEliminarHermoso recuerdo
Mil besos
Isa
Que bonito escribir los sentimientos en modo relato, me ha encantado leerte, has sabido dejar que nos encariñáramos con Clara. Abrazos
ResponderEliminarTe agradezco que hayas decidido compartir este cuento tan tuyo, he disfrutado mucho leyéndolo porque quien más y quien menos hemos vivido experiencias similares de nuestros hijos.
ResponderEliminarEntrañable cuento Moli, he vuelto a ser la niña de antaño, gracias por compartir tan bello momento junto a Clara.
ResponderEliminarUn beso para ti y otro para Ruth. Mis felicitaciones a las dos.
Me encanto, está lleno de ternura y miedos, también verdades.
ResponderEliminarMil gracias por compartirlo.
Besos
Muy muy tierno... y un hermoso recuerdo.
ResponderEliminarUn beso.
Un hermoso y enternecedor relato.
ResponderEliminarBesos