PROFESOR: JOAQUIM NOGUERÓ
1- ¿PORQUE ESCRIBO?
Siempre he
pensado que la culpa la tienen los indios, bueno ahora ya estoy convencida del
todo. No es que fuera yo muy de películas de cowboys y más en unos años en los
que estaba muy delimitado el tipo de películas que nos habían de gustar a las
niñas. Y aunque, como no podía ser de otra forma, no me perdía ninguna de las
películas de Marisol que llegaban cada dos semanas al cine de mi pequeño
pueblo. Yo, con lo que realmente me quedaba eclipsada, era con las danzas ante
el fuego de los indios. Así que lo tuve claro cuando con cinco años una amiga
de mi madre me hizo la pregunta crucial:
--Y tu guapa
¿Qué quieres ser de mayor? —
--Jefe de
los indios—respondí sin titubear.
Desde aquel
día me gane a pulso mi fama de fantasiosa: --Muchos pájaros en la cabeza,
tienes tu…
Dos años
después, tuve mi futuro claro, ya que un día decidí que sería capitana de un
barco en ultramar. La cosa no sería muy chocante, salvo por dos problemas
difíciles de subsanar. El primero era que era impensable una niña de mediados
de los sesenta pretendiera llegar más lejos que ser azafata de avión. El
segundo y más difícil, era que no había visto el mar en mi vida y que en la
inmensa estepa manchega que rodeaba mi infancia predominaban más los colores
rojiverdes de los campos de trigo, nada que ver con los tonos azulados del
Mediterráneo más cercano, pero a kilómetros de mí.
El segundo
culpable de mi afición a leer continuamente, hecho que me llevo a escribir, fue
el escritor inglés Charles Dickens, con quien a parir de los trece años tuve
conversaciones más que interesantes, no os podéis imaginar todo lo que aprendí
de él. Y aunque mi escritor preferido no me hablo en ningún momento de
técnicas, ni de personajes, ni de narradores; tengo que decir, que dominaba
como nadie el arte del embaucador. Así fue como me explicó que en un
bosquecillo cercano. Por cierto, yo en aquellos años vivía en L’Hospitalet de
Llobregat. Pues como decía en un bosque que descubrí un día en el que me escapé
de casa buscando alguna aventura digna de explicar. Descubrí entre l’Hospitalet
y Esplugues un pequeño bosque que según tengo entendido sirvió de escondite al
presidente republicano Negrin.
No sé, quien
le hablo a Charles del susodicho bosque, la cuestión es que se pasó noches
insistiendo. Porque el insigne escritor, tenía el vicio de que en cuanto me
veía dormida atravesaba mis sueños y se ponía a charlar conmigo. Supongo, que
los escritores ya difuntos tienen ese vicio: hacer de mentores de las
jovencitas que tienen la manía de escribir.
Como decía,
fue Charles quien me convenció de que en el bosquecillo de Negrin había un
tesoro por descubrir. Me enseñó exactamente el lugar, me dijo, aunque ahora me
es difícil recordar todos los detalles; los pasos, los giros…para llegar al
punto exacto, en el que yo pala en mano tenía que buscar. ¡La de días que me
tiré buscando el dichoso tesoro! Así que mientras mis amigas se dedicaban al
arte del ligoteo, yo como una ilusa rascaba la tierra de un bosque en
L’Hospitalet, bueno tampoco es que estuviera muy por la labor de tener novio y
esas cosas que me tocaban por edad…
Y volvió a
surgir la dichosa pregunta, otra amiga de mi madre, pero en un lugar diferente
y con las connotaciones de lo que se esperaba de las hijas de los recién
llegados emigrantes:
--Y tu ¿De
qué piensas trabajar? ---
--Quiero ser
escritora---fue mi respuesta.
Mi madre esta
vez intentó dar una disculpa ante semejante osadía por mi parte:
--Está es
que siempre ha tenido la cabeza llena de pájaros…—
Y aunque no
me quedo otra que incorporarme al mundo laboral con trece años, simultaneando
estudios y trabajo. Conseguí lo máximo a lo que la hija de una familia obrera
podía aspirar: Me saqué mi título de Comercio y Mecanografía para poder
trabajar en una oficina, trabajo que ejercí por poco tiempo porque siempre lo
odié.
De mis
lecturas de Dickens, Víctor Hugo, Charlotte Bronte y otros escritores que
tocaban a fondo cuestiones sociales. Nació mi otra vocación: la de educadora social
y años más tarde criminóloga. Ejercí como educadora, lo de criminóloga ya es
más difícil, pero da para mucho en este mundo de la imaginación
Y aunque de
alguna forma, siempre he estado escribiendo, si más no mi imaginación era todo
un bullicio de historias e ideas. Tener una familia con una historia digna de
ser escrita para que no se pierda en la vacuidad del olvido, aunque solo sea
por eso, sé, ahora más que nunca, que quiero escribir. El legado de mi madre,
está compuesto por infinidad de historias, la mayoría de ellas reales y tengo
claro que superan cualquier ficción. Así que gracias a las aventuras que me
hizo vivir el autor de Oliver Twist, a sus palabras y consejos leídos entre
líneas y filtrados en mis sueños. Gracias a una madre que tenía que ocultar su
fiel creencia en mi porque a una chica emigrante de familia obrera, no le
quedaba otra que aportar su salario para la subsistencia de la familia, fue
capaz de trasmitir una historia de antepasados que esta forjada por cientos de
historias. Así que no me queda otra que escribir y yo encantada…
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