Dedicado sobre todo a mi amiga Cristina Blanco también escritora y que esta en el trance de cambiar sus pisadas sobre el suelo a volar sobre las ruedas de su nueva silla de ruedas. Y a todos aquellos polios que tienen que readaptar su vida y doblegarse a los caprichos del Sindrome Post Polio.
LA FE.................VOLAR SOBRE RUEDAS
Siguiendo la sugerencia de mi hermano, quien me dio el suficiente valor para volar sobre estas dos ruedas
Me siento como aquel día
que con casi ocho años fui capaz de correr en bicicleta desde la calle mayor
hasta la plaza del pueblo. Nunca he podido olvidar aquella sensación del viento
cortándose en mi cara y a aquellas mariposas revoloteando por mi estómago
cuando sin pensarlo me lance por la
bajada del Espino a toda velocidad.
Niña que no puede correr
pero que atraviesa el pueblo volando sobre dos ruedas de goma con un cuerpo de
metal. La fe, mi fe de correr como otras niñas se vio largamente recompensada aquel
día en el que mi hermano dejo ir el asiento de su antes bici roja rompiendo
todos mis miedos, piernas para que os quiero! Si aquel día por fin logré volar.
Tener polio es sinónimo
de fe, los polio nos hemos pasado la vida luchando para superar unas secuelas
físicas, en muchos casos sumamente incapacitantes. A muchos nos dijeron que
nunca podríamos andar, pero una gran mayoría, más temprano o más tarde
conseguimos caminar. Los que tuvimos más suerte, logramos caminar sin hierros
en las piernas, correr arrastrando una pierna, pedalear deprisa en una
bicicleta…..los menos afortunados consiguieron caminar después de años de
operaciones y arrastrando unas débiles piernas cubiertas por aparatos de hierro,
ilusionados ante cualquier pequeño avance: subir escaleras, caminar a lo largo
de una calle, está claro que éramos los reyes de la fe.
Han ido pasando los años, la mayoría estamos entre los
50 y los 70 años, aunque por desgracia también hay algunos con 25 o 30 años,
aquellos a los que la vacuna les fallo. Poca cosa se sabía de la polio, tal vez por ese motivo, nadie
pensó que aquellos niños que parecía habían superado su vulnerabilidad física a
golpes de fe les quedaba otra prueba mucho más dura de superar.
El síndrome Post polio,
se produce por la muerte de las neuromotoras, exactamente la muerte de aquellas
células neuromotoras que se activaron a partir de nuestra fe, concretada está
en un espíritu de superación forjado a base de duros ejercicios físicos de
rehabilitación. Fueron nuestras neuromotoras mágicas, aquellas que fueron
capaces de suplir a las neuromotoras que mato el polio virus en su ataque
inicial. Son neuromotoras que crearon nuevos axones con el propósito de
trabajar duro y ayudar a vivir a aquellos que lograron salir del pulmón de
acero y a correr, saltar, competir en fin a tener una vida bastante
normalizada. Aquellas neuromotoras apostaron por nosotros e hicieron un acto de
fe.
Ese trabajo duro tuvo un
precio, algo así como el cuento de la Cenicienta, en dicho cuento la magia
termina a las 12 de la noche. En el caso de los polio, la magia finaliza por
múltiples motivos: algunas cuando acaban de ser madres, otros cuando intentan
superar una depresión, una separación de la pareja, la muerte de un familiar
cercano, una vida trabajando duro, una caída, una enfermedad……cualquier cosa
puede ser el detonante para que nuestros neuromotoras mágicas se rindan y
comiencen a morir.
Y de la fe no queda otra
que pasar a la aceptación: nuestra vida cambia, es difícil seguir trabajando y
llevando una vida normal. Hay días que estamos doloridos como si tuviéramos un
ataque de gripe, cualquier pequeño esfuerzo nos hace agotarnos, no toleramos el
frio y ante este podemos convulsionar, nos duelen los miembros desgastados y en
muchísimos casos el dolor es más que acuciante. Perdemos fuerza y vamos
necesitando ayudas técnicas, muchos no dejamos de hacernos la misma pregunta:
tanto esfuerzo ¿para qué? Nos sentimos olvidados porque los médicos ya ni estudian la polio como
enfermedad y una gran mayoría desconoce el síndrome pos polio, porque aun con
grandes discapacidades no se nos reconoce nuestra imposibilidad para trabajar,
porque aunque nos duela el alma no hay un tratamiento posible, ni se nos
proporciona un servicio de fisioterapia o rehabilitación.
Y ahora viene el mayor
acto de fe: aceptar. Para poder aceptar tenemos que ir adaptándonos y es cuando
compruebas que el mundo es un lugar inhóspito para aquellos que no caminan o
que tienen muchas dificultades para caminar.
Para mí, una persona
activa que cada día recorrida los ocho Km que dan la vuelta al lago de Banyoles
y que iba al gimnasio para hacer musculación, de entrada no fue muy difícil
pasar a caminar con bastones y tener que hacer una vida menos activa. Siempre
pensé que esta era una nueva etapa en mi vida, que los años pasan para todos
que habían cosas nuevas que seguiría ofreciéndome la vida, todo un acto de fe.
Pensar en caminar sobre
ruedas, ya es otro tema, puedo caminar pero cada día el recorrido es más corto,
mi cansancio se agudiza, el mero hecho de viajar puede dejarme K.O. durante una
semana o más. El síndrome post polio avanza, lenta e inexorablemente avanza, así
que no queda otra que pensar en las ruedas. Para aquellas que compartimos
nuestra vida con un compañero sin problemas de movilidad, se nos presentan
nuevos dilemas y vamos retardando el momento ¿Cómo se sentirá el a mi lado si
yo voy en una scooter o en una silla de ruedas? Y vas dejando correr los días
aunque tus fuerzas sean menos, aunque consigas hacer menos cosas, aunque a
veces sientas un cansancio que hasta te lleva a llorar. Llorar de agotamiento,
sí, nunca me había pasado hasta que el síndrome post polio irrumpió en mi vida.
Pues bien, después de dar
vueltas y más vueltas, la semana pasada entró una scooter en mi vida. Mis
primeros paseos en ella han sido acompañada, sobre todo por mi nieto Lluc que
esta entusiasmado y es que no hay nada mejor que la compañía de un niño para
aprender a volar de nuevo. Me he pasado noches vigilándola, ya que no tenía
claras las instrucciones sobre la carga de baterías, me sentía como aquella
mama novata que fui un día.
Y hoy la prueba de fuego:
salir sola con mi scooter, atravesar mi
pequeña ciudad sintiendo como el aire rompía en mi cara, recorrer de punta a
punta el pasillo del supermercado (era una cosa que hace ya tiempo que no podía
hacer). Maravillarme ante el trato exquisito de las dependientas, realmente hay
un gran salto de caminar siempre con bastones a correr subida en una scooter y
este cambio he comprobado que es para bien.
Sé que el síndrome post
polio seguirá su camino de forma insidiosa en mí, de la misma forma en que
recorre los caminos y vidas de muchos compañeros y amigos, de aquellos niños a
los que la polio nos atacó. Sé que aceptar ayudas técnicas significa alargar la
vida de aquellos neuromotores mágicos que aún no se rinden y luchan por
sobrevivir. Sé que en la aceptación está la clave y que a pesar de todo la vida
nunca dejara de sorprenderme y de ofrecerme nuevos caminos, nuevas vías, este
es mi acto de fe.
* Como tengo ya por costumbre unas cuantas imagines, auténticos actos de fe que muestran como fue la infancia de los niños polio, como podéis ver hay de todo pero sobre todo FE.
Se que eres escritora y mecalegro que seas de las buenas.
ResponderEliminarTe felicito amiga. Fue un deleite leerte y con el pecho oprimido al leerme cuando te leo.Abrazos.
Se que eres escritora y mecalegro que seas de las buenas.
ResponderEliminarTe felicito amiga. Fue un deleite leerte y con el pecho oprimido al leerme cuando te leo.Abrazos.
Es increíble la forma en la que nos vamos adaptando a las circunstancias amiga, y como somos capaces de sacar el lado positivo inmediatamente de las ellas por muy malas que estas sean.
ResponderEliminarMe alegro que hayas aceptado la ayuda de esa escooter, para moverte, y mira que te lo digo yo que me costó hacerlo, y que hoy cuando llego a mi casa y en plan de broma cuando me preguntan como lo llevo, hasta bromeo con la gente diciendo "bien... si hasta llego mas, lejos, más rápido y encima llego a casa sin dolor" No me voy a quejar además de todo eso ¿Verdad?
Pero es que es verdad que me ha dado mucha mas libertad y sobre todo me gusta cada vez más sentir esa sensación de poder moverme como no podía hacerlo ya. Sin miedo a ir a los sitios y no poder regresar porque las fuerzas me fallaban. Y me gusta sentir cuando paseo tal como lo describes tú, el viento en mi cara, y otra cosa que me gusta es poder observar las cosas sin tener que mirar fijamente el suelo, y poder elevar la vista hacia arriba incluso quedarme mirando el cielo mientras "ruedo" eso, últimamente era algo impensable mientras andaba con la muleta ya que tenia que tener mucho cuidado de mirar por donde caminaba ya que hasta la piedra más pequeña, un pequeño bache en la calzada cualquier desnivel que pisara me desestabilizaba y me iba al suelo...En una palabra amiga me gusta la libertad que he recuperado y espero que tu la sientas igual.
Te felicito por tu scooter, y te felicito por tu escrito.
Un abrazo bien fuerte.
Hermosa narración verídica!!! con la que me identifico totalmente...sin fé no podríamos encarar el día a día y muchas felicitaciones por tu nuevas ruedas
ResponderEliminarEnhorabuena por la scooter.
ResponderEliminarPara acabarlo de redondear faltaría alguna foto tuya en bici. ¿No había ninguna?
Gracias por la bici. Maravillosa bici que hizo felices a no se sabe cuántos niños. Porque antes de su vida manchega, en que hizo felices a al menos 3, había tenido una vida cordobesa cuyos detalles desconozco.
EliminarLa experiencia que describes es la misma que veo hemos experimentado todas las personas que terminamos sentándonos en una scooter o una silla de ruedas.
ResponderEliminarVamos retrasando el momento porque "todavía puedo", no aceptamos esa nueva limitación que sentimos. Pero una vez dado el paso, todas son sensaciones maravillosas. Poder hacer la compra en el super sin ningún agobio, recorrer grandes distancias, no parar en todo el día de ir y venir sin que la fatiga y el cansancio te venzan.
La primera vez que me subí en mi scooter me fui a la feria del libro, en el Parque de Málaga. Y acabadito de regar, ese suelo resbaloso, lleno de pisadas, de hojas, semillas... Aquel paseo que me di fue un desquite de tantos años con miedo a resbalar por semejante acerado. Como una niña que estrena sus botas de aguas metiéndose en todos los charcos un día de lluvia. Eso experimenté.
A raíz de ahí, las sensaciones de libertad, de movilidad, y esas de las que habla Consuelo, fueron inmensas.
Hoy soy feliz en mi silla de ruedas porque me permite vivir.
Enhorabuena por tu post.
Bienvenida al club, Inma.
Un beso rodado ;)
Inma veras la libertat q dá a ti y a la persona q llevas al lado. Yo hace mas de 22años que lo utilizo y me ha puesto alas a más q tampoco te machacas tanto y se trata de cuidarnos lo maximo posible. A ver si un dia coincidimos en Banyoles o en Ripoll y hacemos una carrera. Saluditos y animo a todos los polios q nosotros podemos. Conxi
ResponderEliminarTu relato me ha impactado, sé que es completamente real cada una de las palabras, por ello creo que al leerlo sentí muchas más sensaciones. Realmente creo que deben tener una fe enorme para poder salir adelante con tantos impedimentos, para soportar lo que han pasado desde niños y seguir soportando hoy sus secuelas. Son seres con una fortaleza admirable, que han sabido llevar la enfermedad con dignidad para vencerla. Y lo han logrado más allá de las recaídas no han dejado que nada los deje caer. Me ha gustado mucho conocer esta parte de historia, para aprender que cuando una persona es íntegra y tiene fe, todo lo puede.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Tu propia experiencia narrada en este relato juevero, me ha gustado la entereza que tienes y esa fe tan geabde, unngran ejemplo, y una gran mujer.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Este móvil escribe como quiere mil perdones por los errores quise decir grande.
EliminarMás besos
Este móvil escribe como quiere mil perdones por los errores quise decir grande.
EliminarMás besos
Tu propia experiencia narrada en este relato juevero, me ha gustado la entereza que tienes y esa fe tan geabde, unngran ejemplo, y una gran mujer.
ResponderEliminarUn beso enorme.
¿Quién dijo que para volar eran necesarias unas alas? NO, y tú lo sabes bien tal y como nos demuestras, describes y sientes. Solo es necesaria fuerza de voluntad y, una vocecita que nos diga: ¿Cómo que no puedes? ¿Quién te ha dicho eso?
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte y un beso enorme.
Toda esta entrada es una acto maravilloso de fe. Me introduces en una enfermedad que no conocía, y ahora puedo comprender lo dura que es y el gran esfuerzo de voluntad que significa llevar a cuestas algo así. Es tremendo el optimismo, la aceptación y la capacidad tan grande de superación que tienes. Todo un ejemplo para mí y tantos que con mucho menos nos venimos abajo.
ResponderEliminarEnhorabuena por ese espíritu invencible. Aquí se puede ver que realmente la fe mueve montañas. Que tu silla "voladora" te de muchas alegrías.
Un abrazo grande :)
Toda esta entrada es una acto maravilloso de fe. Me introduces en una enfermedad que no conocía, y ahora puedo comprender lo dura que es y el gran esfuerzo de voluntad que significa llevar a cuestas algo así. Es tremendo el optimismo, la aceptación y la capacidad tan grande de superación que tienes. Todo un ejemplo para mí y tantos que con mucho menos nos venimos abajo.
ResponderEliminarEnhorabuena por ese espíritu invencible. Aquí se puede ver que realmente la fe mueve montañas. Que tu silla "voladora" te de muchas alegrías.
Un abrazo grande :)
Moli que hermosa historia real que hasta la he vivido a tu lado, si no existiera la fe en estos casos apaga y vámonos, porque es de gran belleza está lucha porque la vida es eso lucha constante sino por una cosa por otra, lo importante es tener fe y esperanza para conseguir los retos y llegar a las metas. Eres genuina amiga eso es lo que más me gusta de ti.
ResponderEliminarBesos de fe siempre para ti.