MARIBEL
- - Un hijo
no es un refugio de cobardes…….
Me lo decía
mirándome a los ojos, mientras yo observaba acongojada su cuerpo escuálido y es
que dos semanas en huelga de hambre ¡pueden cambiar tanto la fisonomía de una
persona! De todas formas, sentía que aquella Maribel a quien tenía ante mí a
veces la veía como una completa desconocida, cinco meses separaban a mi mejor
amiga de aquella extraña a quien ni tan solo podía llamarla Maribel.
La conocí
en la primavera del 79, casi un mes después del nacimiento de mi segunda hija,
coincidimos en la consulta de un pediatra privado aunque antes nos habíamos cruzado
varias veces en la puerta de la guardería a la que iba mi hija mayor. De
entrada nos llamó la atención la coincidencia en el nombre de nuestras hijas,
un nombre no demasiado común en aquellos años: Ruth.
Justo
a partir de ese momento nos unimos, de la misma forma en que lo hicieron las dos
pequeñas de poco más de dos años y yo casi una adolescente desarraigada e
incomprendida pase de una soledad intensa al calor firme y enérgico de una mano
amiga. En poco tiempo tuve en quien confiar en todos los aspectos, aquello que
me negaba mi familia comenzó a dármelo ella, mi amiga del alma Maribel.
Días
de playa, tardes de cine, noche mágica de San Joan en la que nos hicimos mil y
una confidencias, la parte humana en su esplendor, lágrimas y risas. Yo
inocente sintiendo mi mundo de fantasías junto a ella dura y pragmática con un
sentido crítico rotundo hacia el mundo y hacia la política.
Las
madres tienen un no sé qué de brujas, o al menos la mía lo tenía, siempre pensó
que había algo en mi amiga que no era agua clara pero yo pensaba en la
tendencia de mi madre a sospechar de cualquiera con quien yo me sintiese bien.
Y fue precisamente mi madre quien enseguida supo atar cabos:
- - ¿No te
has enterado que este fin de semana han estado deteniendo terroristas en
Hospitalet?
- - Pues
ni idea – le respondí yo que no sabía a qué venía aquel interés de mi madre por
el terrorismo.
- - Pues
si – continuo ella – han detenido a unas tres parejas, todos eran miembros del
GRAPO.
Yo seguía
alucinando.
- - Y una
pareja vivía aquí mismo en la avenida Severo Ochoa……
No
puede ser, no puede ser…..me repetía a mí misma, mientras corría en busca de La
Vanguardia para recabar una mayor información. Coincidía todo menos los nombres,
calle, número, piso….todo. Y enseguida una pregunta: ¿Qué había sido de la
pequeña Ruth?
Aún
hoy, en medio de mis libros, conservo uno al que le tengo un cariño especial,
es un libro para estudiantes de Magisterio pero yo siempre le llame el libro
que me ayudo ver algo de luz. Maribel, sabiendo de mi gran interés por la pedagogía,
me presto aquel libro unos días antes de su detención, en aquellos momentos de
desconcierto, fui mirando concienzudamente entre sus páginas y en una de ellas,
encontré el nombre autentico de mi amiga y su dirección en Madrid. Para mí, a
partir de aquel momento, la palabra
terrorismo paso a tener unas connotaciones muy distintas de las que tiene para
la gente normal ya que durante muchos años esta palabra en mi corazón era
superada por la palabra amistad.
Con el
devenir de los años, deje de tener noticias de Maribel quien una vez salió de
prisión continuo vinculada al GRAPO. Sí que supe algo más de su hija quien creció
con su abuela y sus tías en Madrid. Ahora casi cuarenta años después soy
consciente de que esta experiencia me marco de por vida y que me llevo hace
unos años a licenciarme en Criminología. Mi visión sobre el terrorismo nunca ha dejado
de lado el lado humano, ni el de los terroristas, ni el de sus víctimas.
Todas las historias tienen dos lados y tienen dos miradas. Un abrazo
ResponderEliminarUna historia muy dura ya no solo por la parte del terrorismo en si que lo es , sino que aquí se mezcla la parte de amistad que se tiene sobre una persona que cuando menos te lo esperas te sorprende y de que manera .
ResponderEliminarMe ha gustado tu párrafo final .
Un abrazo y feliz semana.
Tremenda historia! Del lado que se mire esto, siempre deja un saldo de tristeza e irracionalidad.
ResponderEliminarUn beso.
Una historia larga, (como todas las tuyas) y bién hilada. Estos son los relatos que rompen el corozón, y te hacen pensar si el terrorismo sirve para algo más que no sean lloros y lamentos. Un abrazo
ResponderEliminarUna historia muy bonita, emotiva y muy original la que te inspiro tu amiga Maribel.
ResponderEliminar!Abrazo!
Hace un tiempo me intereso saber sobre los psicópatas, al oír una información que estimaba esta singularidad entre el 2% al 5% de la sociedad. Un libro escrito por un psiquiatra titulado Psicópatas, el camaleón social, me produjo una desazón parecida a la que reflejas en tu personaje.
ResponderEliminarNos queremos consolar transformando a estas personas en monstruos fácilmente identificables, pero la verdad es que podría ser cualquiera.
Me gustó tu relato.
Un saludo.
Una triste y desoladora amistad. Qué pena tener que esconderse detrás de otra identidad para tapar las malas entrañas.
ResponderEliminarUn beso
Desde luego una amistad tan fuerte puede cambiar la visión que teniamos hasta ahora del terrorismo, al que intentamos comprender; aunque es practicamente imposible.
ResponderEliminarUn abrazo
En la mili tuve amistad con muchos vascos simpatizantes de ETA, no creo que ninguno llegara a participar, pero justificaban aquellas barbaridades. Y eran, supongo siguen siendo, muy buena gente.
ResponderEliminarBesos.