Mi relato lo escribi como homenaje a mi madre al inicio de mis escritos en los jueveros, he querido volver a recuperarlo y compartirlo con todos vosotros.
ESPERANDO A CLARA
En las primeras horas del día esta como en duermevela, siente las voces de las chicas:
-Venga María, a levantarse, hoy toca ducha.
Se encoge en la cama, hace tiempo que odia la ducha. El momento en que se encuentra desnuda mirando un cuerpo que ya no reconoce como suyo. Cuerpo arrugado, flácido, feo….algún extraño robo su cuerpo precioso y terso.
Después de la ducha, desayuno. Que hace ella en medio de tantos viejos?. María que ya no reconoce ni su rostro en el espejo. Y piensa en el rostro de….no recuerda su nombre. Sube a la habitación deprisa y coge una foto enmarcada puesta sobre su mesita. Desde la foto un rostro dulce le sonríe, un rostro que ella mira más de cien veces durante el día. Detrás del marco un papel: - Para recordarme de Clara.
Abre un cajón y coge una pequeña libreta. Aquella donde Clara le dijo que había de escribir todo lo que le ocurriera.
- Esta será tu memoria – le había dicho Clara, su hija el único rostro que aun recordaba.
Poco a poco, fue leyendo, todos los días parecían igual, ni rastro de Clara. Cuantos días hacía que no venía?.
Baja hacia la entrada y se sienta esperando, como cada día hace espera la llegada de Clara. Se siente perdida y tiene miedo, en el tiempo que lleva en ese lugar ha visto infinidad de caras. Rostros desconocidos a los que se va acostumbrando, personas que la ayudan, que la cuidan, pero también que le impiden hacer muchas de las cosas que a María le gustaba hacer.
Se va a la salita y coge su libro, aquel libro de historias cortitas que le regalo Clara: - Son cuentos que solo duran un minuto, es para que los recuerdes.
Pero ella se pone a leer y se queda dormida, puede leer, conoce las letras, pero muchas veces no entiende las palabras.
Abre los ojos, es la mañana o es mediodía? Y Clara no viene?. Vuelve a la habitación, coge la libreta y cuenta los días donde no ha escrito nada sobre Clara.
Pasó mediodía, ya comió, se sienta ante un televisor en el que ve imágenes que no comprende, un murmullo de fondo, el audífono hace meses que no funciona, o no se lo saben poner….
Dormida, soñando….un beso la despierta. Su rostro se ilumina, si la felicidad tiene un nombre este es el rostro de María cuando tiene ante si a Clara.
- Vamos a pasear? Pregunta María.
- Hoy no podemos, llueve- responde risueña su hija- Pero ven sígueme….
María la sigue cogida de la mano, suben a la habitación. Allí esta aquel álbum, un album de fotos que Clara le hizo poco después de entrar a vivir a aquella residencia.
“María, tu vida, tu familia” pone en la tapa. Y allí esta María, joven, fresca y lozana. La María que ella reconoce y no aquel rostro desconocido que cada día la mira des del espejo.
Casi de noche Clara se marcha: - Recuerda de escribir en la libreta todo lo que recuerdes de este día.
Se despiden con un beso, María va hacia el comedor, es la hora de la cena. Clara, la guardiana de los recuerdos de María, siente como otros muchos días como las lágrimas resbalan por su cara.
Confieso que tu texto me ha emocionado, hasta tal punto que he leído las últimas líneas con los ojos llorosos *__* Ha sido precioso. Por una parte triste... Pero precioso. Felicidades.
ResponderEliminarUn besazo
Me ha dolido mucho tu relato. Me has hecho saltar lágrimas. Muy triste llegar a ese punto en donde la vida se deshace un poquito más cada día sin que se halle el sentido de las cosas. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarEste mal tan horrible como és el Alzeimer. creo que sólo se da en los paises civilizados. Pues vaya plan,pienso. Los pobres africanos que vienen a buscar en Europa, una vida mejor y más placentera, habria que explicarles, esta historia y mil que hay como esta.Un beso.
ResponderEliminarBuenas querida Molí , que decirte toda una realidad vivida en tu propia familia , pero aún así creo que estarás de acuerdo que en sus lagunas alguna que otra vez en algún momento su mirada reflejaba un pequeño atisbo de querer conocer a esa persona que la besaba..
ResponderEliminarTe deseo un feliz mes de AGOSTO un abrazo.
Me ha dado una tristeza enorme este relato, deja correr las emociones línea tras línea, y al llegar al final se sienten aún más. Hermoso y triste, un beso.
ResponderEliminarAy amiga! que enfermedad má mala es esta, la enfermedad del olvido la llaman, y desde luego debe ser tristísimo no acordarse ni de uno mismo.
ResponderEliminarUn abrazo
Entristecida ante este emotivo relato de una circunstancia tan dolorosa. Gracias por contarnos este recuerdo y por participar. Un beso
ResponderEliminarHola, Moli
ResponderEliminarEs un relato enternecedor, triste y encantador a la vez. Clara es la guardiana de las puertas del olvido. Su arduo trabajo es no dejar que los recuerdos se escapen por esa puerta.
Abrazo
Una muy triste realidad, que en esta sociedad nos toca vivir
ResponderEliminar¡Hola! Me has hecho soltar varias lágrimas mientras leía el relato. Muy triste, qué desasosiego debe sentirse en una situación así, estar rodeados de extraños conocidos. Terrible. Pero está narrado con una dulzura increíble. Gracias por compartirlo <3
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Tan bello como triste, es una enfermedad cruel para el que la padece y para los que tiene junto a él.
ResponderEliminarUn abrazo.