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miércoles, 19 de julio de 2017

TINTINEOS DE HIERROS Y BASTONES

CONVOCATORIA PARA ESTE JUEVES 20 DE JULIO, EL AMIGO PEPE DESDE SU BLOG DESGRANANDO MOMENTOS NOS INVITA A HABLAR DE NUESTROS MIEDOS:

MI MIEDO Y YO




TINTINEOS DE HIERROS Y BASTONES


  Durante muchos años, tu imagen aparecía entre mis sueños. Sabía que eras tú porque despertaba empapada en un sudor frió y escondiendo un grito callado de terror.
Acababa de cumplir los diez años y regrese a la que sería mi estancia más larga en aquel hospital, en unos días en los que miles de niños polio vivíamos entre sábanas blancas y camas con barrotes, yo esperaba en el pabellón de las niñas internas del colegio el día de mi operación.

Primero las clases, más tarde el silencio en la sala en la que hacíamos los deberes y que servía a su vez de comedor, luego venia la cena, un rato para jugar y por último subíamos las escaleras hacia el inmenso dormitorio.

Nuestras voces se escuchaban en la penumbra, tintineos de hierros y bastones, a medio camino apretábamos el paso, porque allí estabas tú. Sombrío, oscuro y friódejándote abrazar por una cancela tan lóbrega como tú.

A medio camino entre la planta de abajo y nuestra inmensa habitación, se encontraba la sala de las pequeñas: niñas que entraban con menos de un año y que salían de aquella estancia cuando hacían la primera comunión. ¡La de llantos que escuche aquellos días intentando evitar estar cerca de ti! Porque seguro que si tú no te hallaras allí expectante, no me hubiera escurrido asustada a la sala del Niño Jesús, ni tampoco hubiera visto aquella pequeña de menos de tres años llorando desesperada y estirando sus pequeños brazos hacia su madre quien intentaba esconder lágrimas y pena en una amplia sonrisa:

-      -  No llores cariño mío, que la monjita es muy buena y te va a cuidar…..

Me escape de aquel horror apretando los labios ¡las mayores no debemos llorar! Y me di de bruces con tu sonrisa lúgubre, aún hoy pienso que te reías de nuestro dolor.

La visión de la mañana no era diferente, pasábamos con prisas junto a ti, tu negrura no desaparecía con la luz del día, ni con los rayos de un sol centelleante. Frió y equidistante, mantenías tu pose inerte dejándote sostener por cables y hierros viejos mientras nosotras desfilábamos con paso titubeante hacia el comedor.

No hay nada más extraño ni más cruel, que un ascensor oscuro y por siempre parado en medio de las escaleras de un hospital. Nada más insólito y siniestro que tú pose observadora y tranquila, mientras nosotras subíamos y bajábamos arrastrando corsés, hierros y bastones, con un terror inmenso hacia ti.


Aun hoy me pregunto ¿ese miedo incontrolable no sería por tu semblanza a aquellos ataúdes que encerraron para siempre a niños polio que quedaron eternamente en el olvido? 

18 comentarios:

  1. Uff que historia la has descrito super bien que me has hecho sentir hasta miedo ami , la verdad que los ascensores dan su dosis de miedo .
    Un fuere abrazo amiga feliz noche.

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  2. Más que miedo, me hiciste estremecer, ya de por sí es duro en adultos, mucho más en niños, pero qué da fortaleza y sensibilidad les deja.
    Un relato muy hermoso y doloroso
    Un beso, Molí

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  3. ¡Hola! Yo he sentido miedo y la sensación de que algo terrible iba a pasar de un momento a otro mientras te iba leyendo. Muy buen relato, con un sabor amargo.

    ¡Un abrazo!

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  4. es cierto wur los ascensores, dan miedo, sobre todo a los niños pequeños de tu époco qeu no los habian visto nunca. Un relato muy auténtico y bien narrado. Un beso con la mano. Con este calor mejeor guardar distancias.

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  5. Mas que miedo he sentido la dureza del relato.
    Besos.

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  6. Has sabido transmitir muy bien el miedo que te producía el ascensor en un sitio donde todo era dolor y sufrimiento. Me parece terrible la situación que has descrito. Te felicito.
    Un beso

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  7. Vaya! nunca hubiera pensado que un ascensor podía inspirar tanto terror y recelo! justificado, por supuesto, dentro del entorno y la circunstancia de aquel paso por el hospital de tu infancia, que tan profundamente quedó marcado en tu recuerdo como bien narras.
    Un fuerte abrazo

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  8. Yo he sentido más dolor que miedo en el relato. Es normal que los niños tengan miedo al ascensor, eso te come y haber si luego no te deja salir de sus entrañas.
    Un saludo.

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  9. Me has mantenido con los ojos clavados en la pantalla desde la primera palabra hasta la última. He sentido miedo, verdadero terror, incluso una pizca de desesperación y claustrofobia. ¿Quién no ha tenido alguna vez miedo de quedarse encerrado en un ascensor?
    Saludos

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  10. Un relato impactante. Has contado tus experiencias con aquella fuerza que da lo vivido, y el sufrimiento de una niña que no entiende el por qué de muchas cosas.
    Un abrazo

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  11. Muy buen relato. Me recuerda a mi infancia. Nunca entendí por qué nos hacían subir,tantas escaleras,teniendo ascensor. Siempre en nuestro dolor de lo vivido. La crueldad de las escaleras en medio de un ascensor. Felicidades por tu escrito.Saludos

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  12. Hola, Moli
    Un relato estremecedor, único, con ese panico que envolvía la vulnerabilidad de las pequeñitas.
    Es comprensible, los elevadores dan miedo, y la verdad también para algunos adultos. Yo les he temido desde siempre.
    Abrazo

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  13. Lo realmente impactante en tu relato es la fuerza expresiva con la que recuerdas el miedo hacia ese habitáculo estrecho e inanimado,testigo de excepción de vuestros sufrimientos. Es señal inequívoca de la profunda huella que dejó en tu por entonces tierno corazón infantil.
    Me ha encantado. Un fuerte abrazo.

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  14. Me has puesto el vello de punta. los miedos a esas edades deben ser horrorosos, gracias a Dios, esos no los tuve, llegaron todos de mayor.

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  15. Me has puesto el vello de punta. los miedos a esas edades deben ser horrorosos, gracias a Dios, esos no los tuve, llegaron todos de mayor.

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  16. Nos has encogido el corazón, amiga, hemos sentido tu miedo desde las vísceras, por lo vivido, por lo guardado dentro, por lo que hoy compartes. Gracias.
    Un beso

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  18. Que tristes se me antojan esos días de hospital y qué entendible el miedo de unas niñas y niños a un ascensor así.
    Besos.

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