CUESTIÓN DE FE
Vuelvo a estar sentada frente a
la imagen de Saint Pierre siguiendo la impetuosa fuerza de su dedo en alto. Mis
labios se mueven en lo que parece una plegaria, solo yo le hablo, solo yo puedo
hacerlo ahora….
En las imágenes de mi infancia me
veo justo en el mismo lugar siguiendo con atención los labios de Carmen, mi
abuela materna. La observaba intentando entrar en aquel estado de
concentración, en aquel mundo desconocido para mi, hija de ateos. Mi madre
respetaba mi pasión por seguir a la abuela a la iglesia de Ceret, el pueblo
donde año tras año pasaba mis veranos.
Sabia pocas cosas de aquella
abuela española, a veces me costaba comprender sus palabras dichas en un
francés bastante básico donde entremezclaba palabras en catalán y en
castellano. Pero en una de esas noches de confidencias de adolescente me
explicó algo que nunca antes había compartido, el deposito de ese legado
quedo en mí, es por eso que siempre regreso frente a Saint Pierre y más ahora
que solo yo soy la memoria viva de la familia.
La abuela, según me contó, llegó a Ceret el otoño de 1938 huyendo de una guerra atroz. Nacida en un remoto pueblo andaluz, un día se
escapó del pueblo siguiendo a su amor: Pedro.
- - Las mismas palomas
blancas que me iluminaron para marchar, se tornaron palomas durmientes el día
que comenzaron los tiros. - me dijo.
Pedro y mi abuela vivieron su
amor en Barcelona, el implicado políticamente en los movimientos de la CNT, el
sindicato anarquista. Ambos no dudaron en coger las armas con tal de seguir
juntos. Juntos dispuestos a morir con la fe de conseguir un mundo mejor, porque
nunca habían creído las promesas de esa vida de después que quedaba en las
manos de un dios en los que ninguno de los dos creía.
-Lo veíamos venir, pero no
queríamos verlo……- me dijo ya con lágrimas en los ojos- cuando Pedro fue hecho
prisionero solo intercedió por el su tío, un obispo que vivía protegido en la
zona nacional, el precio a pagar era caro, pero a cambio el seguiría viviendo
protegido en el seminario. Y allí no se sabe cómo ni porque apareció aquella fe
de la que tanto había renegado.
De rodillas ante la imagen de
Saint Pierre una joven mujer busca respuestas. Una nueva vida crece en ella,
Pedro su amor desde la infancia nunca lo sabrá, porque a pesar de todo el podrá
seguir viviendo, mientras que sus compañeros morirán por miles ante las tropas
nacionales.
-No conocía ni una palabra de francés
– me dijo- por eso cuando sentía aquel tono dulce en la iglesia, me imaginaba a
Pedro susurrándome al oído palabras de amor de aquellas bellas. Y yo cada día
en la iglesia renovaba mis votos de amor ante el santo que mira hasta dos años
después no supe que también se llamaba Pedro, pero en francés….
Mi madre siempre me explico que
su padre murió en la guerra, que fue uno de aquellos fusilados al que ella no
pudo conocer ni en foto. Yo si pude ver su foto el día que murió aquel cura que
por sus obras y condición podía haber llegado a obispo pero que prefirió hacer
su apostolado en una pequeña iglesia de un barrio obrero. A través de su foto
pude ver de quien heredé mis ojos verdes intensos.
Vuelvo a estar sentada frente a
la imagen de Saint Pierre, siento a la abuela a mi lado en esa silla vacía. Sé
que él está escuchándonos como siempre lo hizo y que de alguna forma hace que
mi vida sea menos difícil. Mi hija juega en la plaza, la llamo y me abraza,
puede que algún día le hable de mi legado, de momento prefiero que crezca sin
dioses ni dogmas, creo que con mi amor tiene suficiente.
Una bella historia de amor y fe ..a veces los caminos nos llevan a preguntarnos muchas cosas y algunas como en esta ocasión fue un legado familiar ..Me gusta lo que dices al final que crezca sin dioses ni dogmas si tiene amor ella sabrá encontrar su propia fe.
ResponderEliminarComo siempre un placer leerte .
Abrazos !!.
Es una historia de amor, de querer. Esos amores interrumpidos pero que nunca se rompen y que permanecen en el corazón, en el de ella ya sabemos que si. Me ha encantado porque aluna historia parecida he oido contar a las tias de mi madre. Un abrazo
ResponderEliminarPrecioso tu relato y la forma en la que tu protagonista entiende la fe. Me ha encantado.
ResponderEliminarBss.
Qué hermosa historia… Y es que, al final, la fe brota de cualquiera de las esquinas de la vida. Ella siempre acaba asomándose desde su propia esencia, sin más motivo o religión que tender su mano de luz.
ResponderEliminarMe ha encantado. Un placer leerte, querida amiga.
Abrazos muchos, y feliz tarde 💙
Desde luego siempre hay cosas inexplicables y aquel hombre recibió sin duda una llamada que le hizo tomar los hábitos, eso lo salvó y seguro que salvó a otros cuantos más, y es que todos los curas por suerte no son iguales.
ResponderEliminarUn abrazo
Madre mía... cómo me ha gustado la historia... (ya querrían muchas películas tener un guión así). Felicidades por el relato y cómo lo has contado.
ResponderEliminarBss ;)
Sin duda alguna, el amor es la mejor religión.
ResponderEliminarBesos.
Maravillosa historia, bellamente narrada por tu elegante y cálido estilo. Un placer leerte. Un abrazo
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe gusta el tono de tu relato, como nos va llevando
ResponderEliminarcon delicadeza hacia el pasado, circunstancias externas peligrosas, epifanía, historia familiar.
Gracias por anfitrionar este jueves con un tema tan complejo y personal, como fascinante.
Beso grande y feliz fin de semana, Inma.
A veces esa fe nos ayuda a vivir y comprender mejor nuestro interior. Puedo sentir que esto que nos cuentas es de verdad...A veces sueño con mi padre y aunque solo sea un sueño, sé que el está a mi lado, a cada paso que soy...
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