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miércoles, 29 de enero de 2020


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LA LUCIDEZ DE LOS LOCOS

Lo sabía, no se puede conducir con prisas en noche cerrada y lloviendo. Pero mi cansancio, mis ganas de llegar a casa y desconectar de un trabajo monótono y vacío...ya sé que no hay justificación que valga y ahora tendré que pagar.

Era el loco de mi pequeña ciudad, era por todos conocido. El que siempre y en el momento justo era capaz de decir lo que nadie hubiera osado. El que cuando se cruzaba con cualquier mandatario, le cantaba las cuarenta, así sin más. El que con su entrada al bar, hacía temblar a más de uno porque en esas cosas que dicen que tienen los locos, era capaz de decir verdades como templos. El que hacía reír a Paquita en sus días oscuros contándole cualquier chascarrillo con doble filo. El que se dejaba perseguir por los niños en las noches estivales. El que indujo la creación de juegos en los que el alma latente era el: el loco.

No lo vi, solo pasó ante mis ojos una especie de sombra, que salía de la maleza. Sabía de su afición a recorrer el bosque, en las noches de lluvia y de cómo en un sin sentido a veces asomaba su rostro por la carretera. Lo tenía que haber previsto, porque el cuerdo era yo y no él.

Murió en el acto, de las veinte mil posibilidades, siempre creemos que la muerte es la más improbable, nunca jugamos con la certeza de que la muerte forma parte de la vida y que como tal nos está rondando continuamente. La suerte estaba echada y yo era consciente de las consecuencias. No habría clemencia para mí ya que cada ciudad necesita a su loco.

--Él era el loco de la ciudad—me dijeron varias voces al unísono—tú lo has matado. Lo tienes que sustituir a partir de ahora mismo.

Ahora soy yo el loco de mi pequeña ciudad, soy el que enreda a los niños para hacerlos reír. Soy el que conoce todos los entresijos de la gente, sus locuras, sus actos deleznables, porque sabiéndome loco todo me lo explican a mi.



Relato inspirado por la canción de SOPA DE CABRA: El boig de la ciutat (El loco de la ciudad)


14 comentarios:

  1. Toda ciudad debe tener su loco, esta idea me impactó. Muy buen relato.
    un fuerte abrazo.

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  2. A veces son necesarios tenerlos cerca, ellos con sus locuras nos enseñan a sonreír en días oscuros como bien cuentas en tu relato..Me gustó.
    Un abrazo y feliz semana.

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  3. Cuando las ciudades eran mas recogidas, mas amigables todas tenían un loco, el de mi ciudad se llamaba, bueno le llamaban Burt Lancaster por su parecido, siempre me han gustado ese tipo de locos. Tu idea me ha parecido estupenda y te ha quedado genial. Un abrazo

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  4. Eso se ha perdido, querida amiga y paisana. Ahora los locos están en las redacciones y en los escaños.
    Tienen "dossiers" (y si no los tienen , los inventan), de todo el que se mueve por sus alrededores y son susceptibles de demostrar su locura.
    Besos.

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  5. Más que un loco, creo que era un valiente, una persona muy cuerda que los demás vestían y él se dejaba vestir, por algo que solo él debía saber. Y lo que no sabía, o tal vez sí, es que era una especie de "maldición" que va de mano en mano... Y es que siempre se necesita a alguien que cargue con la mochila.
    Mala suerte para el loco.
    El final es un giro con el que no contaba. Me ha sorprendido. Si ya no era castigo el haber matado a alguien, encima toca ocupar su lugar. Nada fácil.
    Un beso enorme.

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  6. Te había escrito un comentario desde el móvil pero se perdió en la estratósfera. Lo que más me gustó de tu genial relato es el final en el que el que mata al loco toma su lugar, como debe ser: chacun à sa place, dit-on en français

    Cuando traté de adivinar antes que titulo elegirías, supuse -erróneamente- que sería el mismo que elegí yo, así que me has sorprendido gratamente.

    Besos

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  7. Pues hay locos, que de locos no tienen nada. Decir verdades como templos con todo el aplomo del mundo no es estar loco, pero cuando esas verdades no son "políticamente correctas" lo fácil es quitar importancia tachando de loco a quien las dice. Ni más ni menos.
    Mira, me ha dado para reflexionar tu relato.
    Bas.

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  8. Vaya a saber cuál sea el motivo por el que siempre hay un loco en los pequeños pueblos, catalizador de toda la queja grupal y los misterios que puedan impulsar esa necesidad de locura. Muy bien relato Moli. Muchas gracias por sumarte.

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  9. La locura y la niñez se dan abrazos
    De un pedazo de infinito
    Y un asomo de verdad rasgaba el mundo
    Desde el fondo del delirio dice una cancion, cuanto de verdad en tu relato y que tremenda responsabilidad ahora traer el desahogo del delirio y la alegria a los pequeños , muy bonito. Un abrazo

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  10. Me ha encantado tu final, había quedado el puesto vacante y ¿quien mejor para sustituirlo que aquel que lo había atropellado?Es un alarde de ingenio.
    Me ha gustado mucho

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  11. Wow, tu relato me pareció tierno y espeluznante al mismo tiempo. No conocía la canción. Si hablamos de locos, habría dicho "The fool on the hill" de Los Beatles ;)
    Un besazo, Molí

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  12. Me ah encantado. El loco, el ahora loco, sustituyendo al de siempre, por haberlo matado. Sin querer, claro, pero ojo, porque sin querer, acaba tomando el gusto a su nuevo oficio.

    De verdad un hallazgo. Un abrazo

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  13. Ernesto, se llamaba, Teto le decían, me hiciste recordarlo
    Abrazo

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  14. Siempre hay locos en las ciudades y en los pueblos.

    Besos.

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