CONVOCATORIA JUEVERA PARA EL JUEVES 3 DE DICIEMBRE, LA AMIGA DOROTEA DESDE SU BLOG LAZOS Y RAICES NOS INVITA A ESCRIBIR SOBRE ....REUNIONES
NAVIDAD
Decidió que esa navidad se celebraría a pesar de las recomendaciones, superaban en dos al numero de personas permitidas, pero si algo tenía claro Marta de aquel año atroz era que todo era relativo. Su mejor amiga había estado ingresada más de un mes como consecuencia de aquel virus desconocido, Paco compañero de estudios acabó entubado justo el día en que le daban el alta y Rosa su hija junto a sus dos nietos acababan de pasarlo en casa de forma leve, realmente era un virus caprichoso que nunca sabías que sorpresa te deparaba.
Pero Marta que había aprendido a vivir franqueando el miedo ya desde su infancia, pensó que había cosas más terribles que el virus en si. La indolencia que parecía poseer cada día más a sus vecinos, esa falta de empatía, el control acérrimo de cada acto que estuviera escrupulosamente penalizado en una lista de acciones que eran modificadas semanalmente.
Luisa había pasado la peor parte de la pandemia en aquella residencia en la que le tocaba pasar sus últimos días. Encerrada en su habitación sin nada más que hacer que ver pasar las horas y vislumbrando por su ventana la llegada del coche funerario, disfrazado a veces, si, pero inconfundible por su longitud.
Cuando parecía haber pasado todo (lo supo porque Ana y sus nietos vinieron a visitarla) se encontró con una distancia infranqueable, con la prohibición de besar y abrazar. Y ahora de nuevo se repetía la pesadilla, nunca su vida había presagiado un invierno más duro y frio, a pesar de tener los radiadores candentes.
Costó casi un mes de autorizaciones y de visitas a diferentes administraciones, sufrieron todo tipo de amenazas. Parecía que más que un familiar ingresado libremente en una residencia se tratara de un secuestro en toda regla, legal si, pero secuestro. El cáncer terminal no daba tregua, había estado haciendo su trabajo durante aquellos meses. ¡Háblale tu al cáncer de una pandemia! Para el no hay un antes y un después….
Veinticuatro de diciembre, Luisa se prepara para una navidad con tonos grises. En un instante como si de un sueño se tratara apareció Marta con medio rostro cubierto. Preparó su maleta, arrancando con destreza su ropa de cada colgador, no quedo nada de ella en aquella prisión de paredes blancas. No hubo despedida por parte de aquellos que vivieron su salida como una afrenta.
Y aquella noche regreso la Navidad, con el cagatio1 y los niños cantando y golpeando, con su hija Marta, nietos ya adultos y los biznietos pequeños diablillos. La escudella y carn d’olla2 caliente entonaron su cuerpo y aunque últimamente todo lo vomitaba, esa noche recuperó gran parte de la fuerza perdida en los últimos meses. El tío le cago una cajita con un mensaje escueto:
--Yaya te quedas en casa, no te dejamos marchar!!
Ana llora mientras en una caja pone esa ropa que apenas hace una semana puso en una maleta, sabia que eran pocos días pero esperaba que el tiempo les diera más tregua. Luisa murió en casa, como antes habían muerto todos sus ancestros, se fue acompañada de una sonrisa amplia signo inequívoco de su felicidad. Había valido la pena todo: las peleas con la administración, las amenazas, jugarse su puesto de trabajo con una reducción que le permitiese cuidar de su madre…Había valido la pena saltarse las normas superando en dos al número de personas en aquella cena y en la comida del día siguiente. No habría otra navidad como aquella ni un regalo mejor para Luisa.
1Tronco que golpean los niños en Cataluña la noche previa a la navidad, lo hacen cantando una cancioncilla para incitarlo a cagar. Suele cagar dulces y otros pequeños regalos.
Se mezcla en tu relato, el dolor, la tristeza, la soledad, con la ternura y la esperanza aunque se trate de un final, el mejor, el que llega abrazado a un ser querido. Con emoción, te dejo un cariñoso abrazo juevero.
ResponderEliminarMe daba la impresión de estar viéndolo todo y de sentir las emociones de cada uno. Viva por esta navidad que por ser distinta fue mejor en muchos sentidos. Ánimo a todos que el espíritu navideño es lo que llevamos dentro como recuerdo de tantas fiestas memorables. Gracias, Inma, por tu preciosa aportación y un beso navideño
ResponderEliminarUffffff Moli! Esta es la primera Navidad que mi madre no está, se fué en Agosto. Con tu relato he regresado a este verano tan doloroso. ¡ la extraño tanto, que no se como hacer sin ella !
ResponderEliminarDisculpa mis palabras.
Besos con cariño.
Cuantos sentimientos hay que tu entrada, y cuanta verdad también. A veces saltarse las normas no está mal cuando el amor hacia esa persona es más fuerte que la lógica y lo prudente. Un relato hermoso aún triste pero la vida es así tan bien. Besos y abrazos Moli .
ResponderEliminarDesolador relato pero que sirve para poner, blanco sobre negro, las tonterías por las que a veces nos amargamos y convertimos en tristes, días que son alegres por la única razón de estar vivos y sanos.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.
Me ha emocionado, querida amiga. Un crudo y triste relato, aun sumido en belleza y ternura, que no deja de ser reflejo de una realidad que golpea duro…
ResponderEliminarMuy emotivo, Molí…
Un abrazo enorme 💙
Valió la pena. Se acercan las fechas más bonitas de nuestra cultura, la conmemoración del nacimiento de Jesús, y para celebrarlo todos TODOS juntos.
ResponderEliminarLa historia que cuentas con final feliz es el punto y final que debe perdurar.
Feliz fin de semana Un abrazo
Para mi tu relato está lleno de tristeza pero también de fortaleza, amor y esperanza. Lograron que Luisa pudiera morir en casa, rodeada de los suyos, a pesar de todo. Bien por esa hija.
ResponderEliminarBesos
Un relato duro, pero a la vez emotivo y esperanzador....
ResponderEliminarUn saludo
Tremendo relato que nos pone frente a situaciones límites que debemos enfrentar con valentía y sensibilidad. Un abrazo
ResponderEliminarMuy realista y triste, pero es la vida, y este año nos ha enseñado qué tanto dependemos de la salud, y en el país, del turismo y los bares.
ResponderEliminarMuy buen texto. Un abrazo