CONVOCATORIA JUEVERA PARA EL JUEVES 28 DE JULIO, ESTA SEMANA LA AMIGA MONICA DESDE SU BLOG NEOGEMINIS, NOS INVITA A ESCRIBIR SOBRE....
ENCUENTROS
CRUCE DE CAMINO
Me crucé con él una mañana de domingo, yo bajaba las
escaleras tranquilamente y él subía atolondrado con la capucha de la sudadera tapándole
parte del rostro, pero aún así pude conocerlo. Lo que vino después fue lo
inesperado, una señora de una cierta edad gritando en la puerta de mi edificio:
--¡Que me acaba de robar la cartera! ¡Que acaba de entrar! ¡Qué
tienes que haberlo visto!
Tuve claro que era en el primero, desde que llegó aquella familia
siempre sucedían cosas extrañas, pero nunca habían llegado hasta ese punto. Tener
como vecinos a una familia de quinquis siempre te acaba poniendo en compromisos.
¿Y ahora que hago? – recuerdo que pensé, llamar a la policía
no es cosa fácil cuando convives con ellos dos pisos por debajo del tuyo. Fue una
de las veces que me saltó la vena criminológica, no me quedaba otra que aplicar
la criminología critica in situ.
--Venga señora—recuerdo que le dije—que esto lo arreglamos
en un periquete…
Llamé a la puerta sin titubear y al instante el padre,
primo, cuñado o lo que fuera, porque en aquella familia nada se podía dar por
contado. Me abrió la puerta.
--Mira, oye – le dije bajando la voz—que está señora dice
que le acaban de robar la cartera, a ver si lo podemos solucionar…
Entró adentro y salió con la cartera en la mano.
--¿Es está? – le pregunté a la señora
--Si, pero falta la tarjeta de crédito…
--Mira a ver si se te ha olvidado dentro… --vuelvo a decirle
Él regresa adentro y vuelve con la tarjeta. Cuando la señora
se va, ya tranquila, simplemente le digo, después de darle las gracias.
--Oye que me parece que habéis elegido un mal sitio para
dedicaros a estas cosas… que aquí todos nos conocemos y al final acabaran echándoos
de este lugar.
--Ya sé, ya se… -- me dice él—pero es que ha sió el Jonathan
que ya sabes que no está mu bien del coco…
Conozco a Jonathan de vista y se que tiene alguna
discapacidad psíquica, la suficiente para tener claro que es la única alma
noble que había aquel piso y que también es incapaz de robar.
--Bueno, yo he visto a otro…- le digo para que sepa que no
me chupo el dedo—uno que debe rondar por los dieciséis…
--Que no, que te equivocas…
Lo miro ya seria, y entonces me dice medio atolondrado.
--Vale, no es el Jonathan, es el sobrino de mi mujer, que bastante
tengo yo con aguantarlo…pero que conste –añade—que ese chaval aun no ha
cumplido los catorce…
Joder—pienso—estos quinquis se conocen mejor el código penal
que yo misma, vamos es que no se les escapa una…
La historia tiene continuación, también hay muchísimas anécdotas
más de aquellos años. Durante los seis años que conviví con ellos me lo tomé
con filosofía, de alguna forma tenía que agradecerles que gracias a ellos
estaba realizando unas de las mejores prácticas de criminología que nunca me
hubieran proporcionado desde la UdG (Universidad de Girona).
Como bien demuestras en el texto no hay mejor clase que la calle. Una experiencia que no es recomendable, pero que por desgracia está a la orden del dia.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y te deseo un feliz resto de verano.
Son vivencias difíciles, normalmente estas personas tienen unas historias detrás que nos ayudan a comprender (ojo, no a justificar) su forma improcedente de actuar.
ResponderEliminarBesos.
muy completo y perspicaz relato... buena detective.
ResponderEliminarLamentablemente no se puede convivir si no hay códigos, y por más que uno intente ser comprensivo y criterioso, con delincuentes no se puede bajar la guardia... te terminarán robando, y la culpa será tuya! jejeje. Un abrazo y muchas gracias por suamrte a la convocatoria.
ResponderEliminarNo tienen el mejor comportamiento, pero por lo menos tienen algunos límites. Como para tratar con quien cuenta la historia.
ResponderEliminarQue dice tener más anécdotas. ¿Habrás más historias?
Un abrazo.
Uf, qué delicado tener unos vecinos así... Lo resolviste con mucha diplomacia...
ResponderEliminarAl menos te sirvió de entrenamiento.
Muy interesante...
Besazo, Molí :)
Un buen relato, ameno y bien contado. Imagino que te darían un sobresaliente en las Prácticas ¿no?
ResponderEliminarUn encuentro para aprender la ley de la calle.
ResponderEliminarBesos.
Eso es "darle la vuelta a la tortilla". La realidad tien más de una cara y a veces solo vemos una pisibilidad. Me ha gustado mucho el relato, verdad como la vida misma. Esta actitud directa, cercana y sincera sin duda es el mejor camino a seguir en esa situación. La escuela de la vida.
ResponderEliminarSaludos