BAILAR AL SON DEL AGUA

 

BAILAR AL SON DEL AGUA

Un día dejé de bailar, tras de mí quedaron mis bailes de adolescente que reivindicaba con su cuerpo la rabia acumulada durante años. 

Si, porque la duda que impide el baile a los cuerpos no normativos, se basa en que estos en la danza no muestran la misma sensualidad, o el mismo "yo que se..." Pues eso que comencé a amar mi cuerpo a través del baile en una discoteca del extrarradio protegida por mis amigos, unos chulitos de barrio que me enseñaron a volar cada domingo.

Los años me llevaron a bailes ocasionales, mis parejas no eran buenos bailadores. Así que algunas veces me escapé a fiestas improvisadas ante bandas musicales que tocaban con frenesí. ¡Me encantaba escaparme a bailar! Muchas veces lo hacía con mis hijas pequeñas a mi lado y nos lo pasábamos muy bien.

Cuando necesité de los bastones, supe que se había acabado, es difícil bailar cuando toda tu caminas en blog. Después, con la scooter se hizo más difícil aún. Y aunque ahora a diferencia de en mi adolescencia, se me invitaba a bailar e incluso se me insistía. Yo no sabía, ni se, del dominio de un cuerpo con bastones o los giros perfectos en una silla de ruedas.

Pero el milagro en mi lo produjo Ana y sus clases de aquafitnes que la mayoría de días se convierten en danza. En el agua me siento libre de ataduras y puedo bailar. Soy capaz de crear olas de colores que me acompañen. Soy capaz de volar. Y es entonces cuando mi vida se llena con otro sentido,mi cuerpo no normativo pasa de ser una cárcel a una fuente de placer. 

El baile es el alma en movimiento, ya sea danzando sobre los pies, marcando el son con unas ruedas o moviéndote cual pez.