EL DRAPAIRE (EL TRAPERO)
La amiga Dorotea des de su bloc LAZOS Y RAIZES nos invita a recordar y rescatar oficios antiguos ya casi olvidados. Recuerdo que uno de los oficios más humildes representaba a la vez el miedo de los niños, des aquí quiero hacer un pequeño homenage a este personaje tan singular: en calatan EL DRAPAIRE, traducido como el trapero
EL DRAPAIRE
Te quedabas
mirándome a los ojos fijamente y con tu boquita apretada mientras yo hacía mil
y un malabarismos con la cuchara. Realmente cuando decías que no, era que no
porque a cabezona no había quien te ganara, y así en estas batallas entre tú y
yo fue como nació el Drapaire.
Cuando yo era pequeña corría por el pueblo un siniestro personaje, con la
cara sucia, la ropa de un color oscuro indefinido y las manos llenas de roña. Lo
más macabro de este hombre en cuestión era el saco que llevaba en la espalda. Los
niños más valientes lo perseguían y hasta le lanzaban piedras. Las pequeñas
como yo, solíamos correr hacia nuestras casas y buscar cobijo junto a los
mayores: - es el hombre del saco- decíamos
casi en un suspiro. Si por casualidad nuestra mirada se cruzaba con la del
tétrico hombre podíamos pasarnos noches sufriendo horribles pesadillas.
Y tu mi pequeña
que no querías comer, te quedabas apretando la boca casi retándome incluso a
veces enfadada escupías la comida o bien golpeabas la cuchara. No se valían aviones
voladores, ni pájaros, ni cuentos inventados de hadas, el milagro lo hacía
aquella campanita que sonaba muchas mañanas:
-Lo oyes? – te decía yo – Es el drapaire, lleva un saco enorme en el
que mete a las niñas que no quieren comer…..
Un día como por arte de magia desapareció el hombre del saco, de golpe
volvió la tranquilidad y los pequeños podíamos correr ya sin miedo por el pueblo.
El trapero había muerto y poco a poco los niños lo fuimos olvidando.
Fue como un
milagro mi niña, solo bastaba decir la palabra clave, justo en el momento y tu
boca se abría, no había negativas por tu parte, ni retos, ni llantos. Lo que si
comenzó a suceder, es que cada vez que sentías la campanilla, corrías
desesperada y te abrazabas a mis piernas pidiendo a gritos que te aupara en mis
brazos.
No tenía yo más de ocho años cuando un día mi madre lleno una vieja bolsa de viaje con ropa que
ya no utilizábamos y con comida, me cogió de la mano e hizo que la acompañara a
una casa desvencijada casi a las afueras del pueblo. En la casa nos encontramos
con una mujer llorosa con tres niños. Los pequeños nos pusimos a jugar de la
forma más normal. Cuando volvíamos hacia casa mi madre me explico que el padre
de los niños había muerto y que ahora eran muy pobres, tan pobres que necesitaban
de la ayuda de otras personas para poder vivir.
-Quien era su padre?- Pregunté yo
- Te acuerdas del trapero? Aquel
hombre que llevaba un saco en la espalda….?
En ese momento mi miedo anterior se disipo tornándose una pena inmensa, fue
justo en ese instante que comprendí que hasta el trapero había sido querido y
tenía quien lo necesitaba y lo echaba de menos.
Salimos las dos
cogidas de la mano caminando hacia el parque y nos encontramos justo delante de
la furgoneta vieja del drapaire. Tu mirabas dentro con curiosidad, y es que
había tantas cosas mágicas dentro! Y justo en ese momento el drapaire cogió la
campanita y la hizo sonar como hacia cada día. Por segundos te pusiste a llorar
despavorida y gritando:
-Mama, no dejes que me lleve el drapaire!-
Me costó
muchísimo tranquilizarte, tuve que pedirte perdón y explicarte que a veces los
mayores mentimos, que no existen personajes tan malos como para hacerle daño a
una niña. Costo que pasaran muchos días para que tú recuperaras la confianza y
superaras tus miedos. Durante muchos meses, hasta que el drapaire dejo de venir
por el barrio, teníamos que voltear por diversas calles con la seguridad de no
encontrarlo. Nunca más volví a meterte miedo, en tu infancia no existieron ni
brujas, ni ogros malos. Y es que todos los personajes de los cuentos sin
excepción, tienen alguien que los quiere, alguien que los necesita, alguien que
cuando no estén siempre los echara de menos.
Siempre por la mañana,
Hiciera sol o lloviese
A pesar del frio o de la niebla,
De calle en calle, oíamos gritar:
Mujeres que llega el trapero!
Como cada mañana te veíamos llegar…..
Llevabas un saco en la espalda
Un puro apagado, un traje roto,
La boina y las alpargatas.
Siempre te seguía un rebaño de niños
Eras toda una atracción
Tú, tu saco y la canción:
Soy el trapero
Compro botellas y papel,
Compro trapos y sopa sucia
Paraguas y muebles viejos…..
Soy el trapero….iban cantando los chavales
“Ya me estáis jorobando demasiado
¿No os ha dicho vuestra madre,
Que yo soy el hombre del saco?”
Y así hasta la noche
De calle en calle, y de taberna en taberna
Con tus papeles, y el cuerpo lleno de vino
Regresaras a tu casa
Regresaras feliz, porque todo lo has
comprado:
Pescado, vino y una vela
Y un poco de amor, que te ha debido dar
Cualquier furcia vieja
No tienes nunca tiempo para pensar
A dormir, sopla la vela.
Y mañana a volver al mundo,
Tu, tu saco y tu canción
Soy el trapero….
Compro botellas y papel,
Compro trapos y ropa sucia
Paraguas y muebles viejos….
Soy el trapero….los niños siguen cantando
“Ya me estáis jorobando demasiado
¿No os ha dicho vuestra madre,
Que yo soy el hombre del saco?”
Querida Moli...te aplico ese adjetivo porque tu cuento me ha llenado de mucha ternura...has mezclado dos historias de tiempos diferentes, narradores distintos pero con un mismo contenido de una manera maravillosa...Me sentí transportada al pasado y a la vez me vi reflejada en los métodos que usamos a veces para hacer que los niños obedezcan..De verdad, es una historia perfecta para leer este jueves...besos
ResponderEliminarUn relato sobrecogedor, especialmente ese punto de inflexión que das al entender y hacernos entender que hasta el drapaire tenía seres queridos y, a partir de allí, el toque de ternura hacia ese personaje de aspecto aterrador.
ResponderEliminarMe encantó lo leído y el modo en que lo planteaste. Besos.
Un personaje universal y que , ¡pobrecillo!, ha sido la bestia negra de todos los niños cuando hacíamos una trastada.
ResponderEliminarQué bonito relto. Me gusta como lo cuentas desde las dos perspectivas.
ResponderEliminarUn saludo.
¿Que niño no ha tenido miedo alguna vez al hombre del saco? Nuestros mayores nos inquietaban con este o parecidos personajes, a pesar de lo cual no crecimos traumatizados o al menos eso creo. Me ha gustado tu historia y como la has desarrollado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
hermosa descripción desde la mirada de los niños.... lo he disfrutado . Saludos amiga.
ResponderEliminarA veces nos asustan de niños con personas y motivos sin sentido.
ResponderEliminarHoy los traperos serían otra cosa pero tu historia está llena de esa raíz infantil tan bonita, tan ingenua, donde todo nos lo creemos.
Buen desarrollo.
Un beso muy grande. Nos vemos el jueves.
Un aire del pasado sopla por tu relato: tus propios miedos infantiles y lo de pasarlos casi sin querer a tu hijita. Menos mal que supiste despejarlos y despejar su mundillo. Gracias por participar con tu entrañable narración. Un abrazo.
ResponderEliminarUna historia preciosa contada desde las dos perspectivas.No conocía la figura del trapaire, pero sí oí hablar muchas veces del "hombre del saco"...ignoraba que fueran la misma persona.
ResponderEliminarUn beso
Es un oficio que durante muchos años funciono por toda la ciudad de Barcelona y que como todo se ha extinguido.
ResponderEliminarMuy interesante tu entrada.
Muchas gracias por tu visita en mi blog.
Besos
Me encantó tu relato.
ResponderEliminarSabes? Yo de niña tenia miedo al hombre del saco jajaja ahora me río pero de niña no.
Un besazo.
Buenas tardes, Molí:
ResponderEliminarMi más sincera admiración por tu ingenio narrativo y por tu maestría técnica.
Me ha cautivado lo que cuentas y me ha fascinado cómo lo cuentas: la manera en que combinas las perspectivas temporales, cómo conjuntas las voces y tu cuidado uso de un lenguaje tan sugerente como funcional.
Gracias por regalarnos este relato, Molí.