MIS HORAS EN LA
PELUQUERÍA, el amigo Alfredo desde su bloc LA PLAZA DEL DIAMANTE, nos invita a contar aventuras y anécdotas peluqueras,
LA PELUQUERÍA DE PAQUI
Mi odio a las peluquerías
se remonta a mi más tierna infancia, aún resuenan en mis oídos las palabras
impacientes de la peluquera:
-
Niña puedes
parar un momento! Es que no hay manera, ya verás que trasquilones….
Con más trasquilones que
con sin ellos volvía a mi casa con mi madre casi siempre enfadada.
Mi adolescencia no me
hizo afín a las peluquerías sino todo lo contrario. Eran días aquellos en los
que pedías la vez y podían pasar horas hasta que te atendieran, después venían los
estirones, los rulos y lo peor de todo aquellos secadores donde te hacían meter
la cabeza y aunque te estuvieras achicharrando se olvidaban de ti. Y al final
la sorpresa, te encontrabas en el espejo tu rostro con un pelo ondulado que bien
poco que bien poco se parecía a ti. Si
realmente odiaba ir a la peluquería y este odio me acompaño durante muchos
años. Bueno hasta que conocí la peluquería de Paqui.
Paqui estaba
especializada en peinar sobre todo a señoras más mayores así que fue mi madre
quien primero la conoció y estaba encantada, vamos le gustaba tanto ir que
siempre se negó en redondo a que la peinaran en el Hogar del Jubilado, aunque
en este lugar era mucho más barato:
-
Ni que me lo
regalen – decía- Yo me voy donde Paqui.
Y como yo seguía probando
peluquerías ya más que harta de tintes, gominas, peinados varios que
inexorablente desaparecían al día siguiente después de ir a dormir. Pues me fui
donde Paqui y me encanto. Paqui te hacía sentir como en casa, cuando llegabas te
preparaba un café o una infusión o lo que quisieras, te trataba con sumo cariño, te
escuchaba y te explicaba alguna que otra anécdota divertida total que pasaban las
horas volando.
Como no podía ser menos,
por esta peluquería también pasaban diversos personajes, bueno más bien señoras
originales como Teresa. Tere, como prefiere que la llamen, esta cercana a los
sesenta pero viste como si tuviera quince. Según ella, tiene un baúl lleno de
ropa de los 70, esta ropa es la que ella llevaba cuándo era mucho más joven,
pero como es muy cuidadosa pues, aun la conserva y ahora que vuelve
a estar de moda, tenemos a Tere como un pimpollo porque encima esta delgada.
Parlanchina y
dicharachera no hay quien la haga callar pero, vino la crisis y Tere venia
menos por la peluquería a cortarse las puntas y poco más. Para el tinte supo encontrar
los lugares más baratos donde comprarlo y ella misma se lo ponía. Y como la
crisis iba en aumento pues fueron muchas las que siguieron el ejemplo de Tere.
Hace unos dos años,
estaba yo en la peluquería y aparece Tere con el pelo envuelto en una toalla,
haciendo muecas, desesperada.
-
Es que, hace
una semana fui a Amer a comprar tinte en una droguería que cerraba…..
En Amer? – me digo yo –
si eso está a chorrocientos kilómetros…..
Pero a lo que iba, según Tere
el tinte era un marrón claro y cuando se quita la toalla me le encuentro con
una greñas de un rojo desbordante, ni rubio, ni marrón…ROJO en todo su esplendor.
Cuando Paqui empieza a
arreglar el desaguisado, aparece otra de las clientas habituales tapándose el pelo
con una toalla. La misma historia y el mismo color, y así hasta cuatro más una detrás
de otra. La que fue a buscar el tinte fue Tere pero se ve que trajo botes para
todo el barrio. Paqui y yo nos mirábamos y no sabíamos si llorar o reír.
A partir de aquel día Paqui
ajusto un poco los precios y los tintes se dan allí, no sea que por barato……
¡Madre de Dios!
ResponderEliminarEsta historia se parece a una que sufrió una amiga mía, que se fue a una famosísisima de un famosísisimo, le costó un ojo y parte del otro, y al día siguiente en vez de un pelo rubio, apareció de color verde extraterrestre.
En fin... que alguna algarada siempre sufrimos...
A mí no me saben sacar mis rizos. Llego a casa y dos días después ya puedo darle mi mano... :-)
Besos enormes.
ajajajaja bien cabe el dicho de que lo barato sale caro..pero vamos...a mas de una le ha ocurrido que por querer cortarse las puntitas termina con el pelo trasquilado..o por pintarse como tere termina en un Pizasso...lo bueno del cabello es que...crece...besossss divertida tu entrada Moli
ResponderEliminarYo tampoco soy afín a las peluquerías ni ahora ni nunca.
ResponderEliminarDe niña no me gustaba la peluquería ahora solo me gusta el momento lavado de pelo, lo demás me agobia, con decirte que yo misma casi siempre me corto el flequillo y las puntas... Jajajaja...
ResponderEliminarRecuerdo esa peluquera que iba al hogar del pensionista a peinar a mi abuela, yo prefería ir a la barbería con mi abuelo...
Besines...
De niña no me gustaba la peluquería ahora solo me gusta el momento lavado de pelo, lo demás me agobia, con decirte que yo misma casi siempre me corto el flequillo y las puntas... Jajajaja...
ResponderEliminarRecuerdo esa peluquera que iba al hogar del pensionista a peinar a mi abuela, yo prefería ir a la barbería con mi abuelo...
Besines...
Es que no hay nada como la peluquera de barrio, y al final todas regresaron.
ResponderEliminarUn abrazo
Me pasaba lo mismo que cuentas en la peluquería, pero veo que para un chico es menos grave, al menos no nos ondulan el pelo.
ResponderEliminarEso sí, la mujer, por lo que leo, muy maja y entregada, porque esas del tinte de Amer era como para mandarlas por ahí, jeje.
Besos..
jaja es que esa Paqui debe ser una de las "multitasquin" como dicen, o sea una todoterreno que sabe sacarte de todos los aprietes... merece conservar su clientela!
ResponderEliminarMuy divertido tu relato.
un abrazo
Ja,ja,ja, pobrecitas, menudo disgusto! Yo me he llevado muchos berrinches después de salir de la peluquería y mirarme en el espejo de mi casa y ver que no me han cortado cómo yo quería, o me han cortado demasiado...encontrar una peluquería donde te entiendan es todo un éxito y cuando la encuentras ya no quieres cambiar.
ResponderEliminarUn beso
La peluquería de Paqui es casi un centro cívico vecinal. ¡Yo quiero ir! Eso sí, paso de colorines, pero vida social toda la que me echen.
ResponderEliminarGracias por participar.
La peluquería es como el confesionario, mejor no cambiar para que los pecados no se aireen jajajajaja .Mi pelo es así de rojo, pero no por equivocación, si no por puro gusto.
ResponderEliminarbesossss
La peluquería es como el confesionario, mejor no cambiar para que los pecados no se aireen jajajajaja .Mi pelo es así de rojo, pero no por equivocación, si no por puro gusto.
ResponderEliminarbesossss
Pues sí, no te falta razón, muchas veces, lo barato, de balde es caro.
ResponderEliminarYo soy una perezosa para ir a la peluquería, pero comprendo que cuando salgo me veo mucho mejor.
Agradezco tu visita en mi espacio, vuelve cuando gustes, yo siempre tengo por costumbre devolver la visita.
Cariños y buen fin de semana.
kasioles
¡¡Qué bueno, qué risa!!
ResponderEliminarLa de mi barrio solamente sabía hacer el "casco de bombero" a todas las señoras, jajajaja.
Beset.
Compi, la reserva la haces tú o yo si me das los nombres y los días?
A que reserva te refieres a la de Vilafames?
EliminarA que reserva te refieres a la de Vilafames?
EliminarPor Dios!! ...me has hecho recordar a una compañera de secundario, rubia, tan rubia que parecía tener ya blanco el pelo... y eso que el agua en Buenos Aires hace que el cabello se oscurezca... pero ella insistía que no "usaba" nada y que mantenía un rubio platinado natural... hasta que un día se apareció en la escuela con un mechón "verde"... y todo había sido culpa del henna... seeeee... jajajajajajaja!
ResponderEliminarBesos Molí!
Moli, gracias por tu visita a mi blog...Me encanta leer las curiosidades que ocurren en las peluquerías. No suelo ir, pero si alguna vez voy me quedo admirada de las confianzas entre clientas y peluquera...Mi abrazo y mi cariño.
ResponderEliminarM.Jesús
Moli, gracias por tu visita a mi blog...Me encanta leer las curiosidades que ocurren en las peluquerías. No suelo ir, pero si alguna vez voy me quedo admirada de las confianzas entre clientas y peluquera...Mi abrazo y mi cariño.
ResponderEliminarM.Jesús