Convocatoria juevera para el jueves 26 de marzo, la amiga Mag desde su blog LA TRASTIENDA DEL PECADO, nos invita a entrar en....
La
habitación del cuadro: Amarillo y azul
En el laberinto de las nebulosas, mis manos tantean
todos los alrededores, intento escapar pues aún no tengo claro si estoy en uno
de mis sueños, o en una realidad imposible. El tacto de mis dedos se para ante
lo que parece un trozo de madera que detiene mis pasos. Entre la niebla deduzco
lo que creo que es una puerta, giro el pomo y la abro.
La potencia de la luz solar me impide de entrada fijarme
en el lugar, una vez dentro y mientras mis ojos se van acostumbrando al contraste,
veo ante mí una gran ventana de la que proviene tal halo de luz. La ventana
está abierta ya que se escucha el griterío de unos niños, no sé el año ni el
lugar porque los niños juegan a la peonza, un juego casi desconocido para los
niños de los últimos años.
Me giro y justo ante mi encuentro uno de los lienzos de
mi pintor favorito: Henri Matisse. El amarillo rabioso de las calles y de las
montañas llena mis pulmones del olor del trigo a punto de cortar. Al fondo el
azul del mar, justo delante un pequeño pueblo – Colliure sin duda – pienso.
Mientras voy resiguiendo con mis ojos la fuerza de la
pintura, pienso en la belleza de lo sencillo que el artista supo imprimir en
cada una de sus obras, en aquella libertad que grita a través de unos tonos
primarios de pintura. Del fauvismo y su significado, de la fiera indómita de
cada artista. Del despertar a esos colores y su influencia del toque del Mediterráneo,
un mar que ofrece un colorido especial a cada lugar que acaricia.
Llevaba demasiados días perdida, en el gris opaco de las
nebulosas y ese cuadro abrió en mí el camino de una posible esperanza. Me apoyé
sobre el alfeizar de la ventana para que a través de la distancia y de aquella
luz de mediodía ver si era posible sacar notas de aquella maravilla. Escuché el
vaivén de las olas con el ritmo acompasado de los días de verano y el griterío de
aquellos mismos niños jugando con el mar. Y escuche la fortaleza de los hombres
que dando golpes con la hoz iban segando aquel trigo con el que después de trillarlo
y molerlo, conseguirían una harina pura con la que harían sus panes a lo largo
del año. Y llegó hasta mí el olor de pan caliente y de cochura.
Y entonces fue, cuando me sentí con fuerzas para
enfrentarme de nuevo a la neblina, mis colores preferidos estaban allí: el
amarillo del trigo y el azul del mar. Y si una cosa tengo clara es que estos
dos colores cuando se funden dan a luz al verde de la esperanza. Las otras dos
paredes de la habitación son de un blanco inmaculado, cojo un pincel dispuesta
a pintar porque a pesar de toda la vida sigue.
El azul del mar, el amarillo del sol y de las mieses, el verde de los árboles y la esperanza y el blanco donde poder seguir inventando colores y vivencias, son la apropiada palestra para salir de esta oscura situación.
ResponderEliminarBello y poético trabajo.
Besos.
El color de la esperanza, el color de la siembra. Dos analogías que has bordado en este texto donde un sueño, las cosas que nos gustan, el canto de esperanza como te he dicho, la fuerza precisa para salir adelante...
ResponderEliminarEl mar, el campo... En definitiva, la vida y su fortaleza, su lucha.
Un precioso texto con un claro mensaje, al menos para mí.
Muchísimas gracias, Inma, por aportar luz en estos días con tantas nubes.
Un beso enorme.
Estupendo texto. De una simbología maravillosa, inspirador y revitalizante, sobre todo para este tramo que nos toca transitar. Muchas gracias Moli por esta necesaria inyección de optimismo que nos dejas. Un fuerte y colorido abrazo
ResponderEliminarEmpezar la mañana con tu texto, MOLI, es todo un lujo. Suscribo a los tres comentarios anteriores. Tu energía, vitalidad y esperanza llegan hasta aquí y se derraman generosas como la luz del sol.
ResponderEliminarBesos y gracias
Pd. Estuve en Collioure hace años. ¡Qué belleza!
No me extraña el porque fue elegida por los Impresionistas y Machado...
Que bien has conjugado los colores con las letras expresadas ..mirar el cuadro es ver todo lo que describes y llenar tu iris de energía , ya que ese color amarillo lo llena todo de luz y buenas vibraciones ..y el azul del cielo y del mar nos da la tranquilidad necesaria para seguir contemplando el pequeño pueblo que esta en centro de todo el inmenso color .
ResponderEliminarMuy buen texto, lleno de ganas de volar ..Un abrazo y deseo que estés bien.
Hola! Estoy muy feliz de volver a leerte! Un relato impecable, bello y sensible. Un halo de esperanza para este momento de un mundo nebuloso como vos le decis y como lo estamos viendo. Creo que todos apuntamos a lo mismo, a buscar algo que nos dé fuerzas para transitar esto y llegar a un futuro mejor. Un abrazo enorme.
ResponderEliminar¡Matisse! Me encanta tu cuadro y tu relato; lleno de vida, de luz, mar... Muy necesario para estos días ;)
ResponderEliminarEspero que todo te vaya bien, Molí.
Un besazo
Qué preciosidad, Inma, un himno a la alegría!!!
ResponderEliminarGracias!!!
Un paseo por la obra e influencias de Matisse. Muy bueno. De hecho me encanta y consigue traspasar la tela con su poncelet hasta hacerte sentir, como hace tu protagonista, la fuerza de esos colores y el azul de ese mar tan nuestro.
ResponderEliminarMuy bune post. Un abrazo y feliz tarde
Un cuadro tan colorido, tan iluminado, tan lleno de vida el que has plasmado con tus palabras.
ResponderEliminarBesos enormes.
Un texto que es un homenaje al color y al arte que ellos engendran, para mí es lo más importante , ver cómo lo has hecho protagonistas de tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
He seguido tus palabras con la respiración entrecortada porque la luz y la esperanza del cuadro han entrado de lleno también en mi habitación disipando las neblinas de la actualidad. ¡Cuánto poder tienen tus palabras! Un abrazo
ResponderEliminarMe encantó la analogía del cómo se crea el verde y su significado... y el final también es estupendo!
ResponderEliminarUn beso.