CONVOCATORIA JUEVERA PARA EL JUEVES 10 DE JUNIO, LA AMIGA MONICA DESDE SU BLOG NEOGEMINIS NOS INVITA A ESCRIBIR SOBRE: ESCENAS DE CINE
HOMBRE DE GRIS
Aparece ya en los recuerdos de mis primeros años, aunque
cuando en mi adolescencia lo mencioné, tanto mama como los abuelos se
empecinaron en decirme que era solo un sueño. Uno de aquellos sueños en los que
también aparecía él con su inseparable sombrero y su traje gris.
En mi sueño, él jugaba conmigo, con uno de aquellos coches
que corrían cuando les dabas cuerda, también había un elefante de peluche con
el que pasaba su larga trompa por mi cara mientras yo reía a carcajadas hasta
que de golpe algo se rompió; una especie de lámpara se hizo añicos mientras yo
gritaba y mama me cogía amorosamente del suelo. En ese instante y ante mi
impotencia, el desaparecía de mi vista, hasta la siguiente noche en la que la
pesadilla se repetía.
Mi padre había muerto en la guerra, en una de aquellas
guerras en las que los muertos se cuentan por miles de miles. Un muerto más del
que no quedó ni el rastro de una fotografía por eso yo no tenía presente la
imagen de mi padre. Su lugar, lo ocupaba el abuelo, un hombre severo quien no
soportaba a los niños y cuyos castigos tenían doblegada mi voluntad. Supongo
que ese era el motivo de mi carácter retraído y de una imaginación desbordante
que crecía cada noche que aparecía el hombre del traje gris ante mi ventana.
En mi mente aparece él durante años, yo me hacía el dormido
y cuando en el silencio de la noche se difuminaban las pisadas de mama, abría
mi ventana y allí estaba, como si ya formara parte de la neblina difusa de la
oscuridad. El brillo tenue de un cigarrillo lo delataba y una mirada que me
inspiraba tranquilidad.
Yo tenía quince años cuando deje de verlo, se diluyo en
medio de la penumbra de una madrugada gris y quedó mezclado en mis recuerdos
como la parte inseparable de un sueño que me había dado la suficiente fortaleza
para crecer. Pocos días después de su desaparición el abuelo murió y yo ingresé
en un instituto de una lejana ciudad.
Cuando regresé, bastantes años más tarde, yo tenía treinta años, la abuela había muerto y
mama se había vuelto a casar. El caserón de mi infancia lo habían dejado a mi
nombre. Todo un mundo a mi alcance para indagar. Fue entonces cuando supe de
las cartas que durante años me envió mi padre y que sus desvelos por mí lo habían
llevado a vivir en mi misma ciudad.
Una historia mil veces repetida, mujer de familia rica,
chico pobre de quien se enamora, matrimonio a escondidas y como resultado yo. Después
viene la ruptura una familia que niega el derecho sagrado de la paternidad y
que de paso me roban mis juegos con el padre más amoroso que podía tocarme en
suerte. Y ahora sé que el velo por mí. Por eso cada día su imagen inalterable me recordaba que no
era un sueño. Que algún día yo sería capaz de armar el puzle de mi vida y
encontrarlo en medio. En su última carta pedía verme, sabía que le quedaban
pocos días de vida, pero ni eso le concedieron. No puedo perdonar a mi madre
pero es que tampoco quiero.
Una historia trágica de abandono impoesto y descubrimiento de una verdad que duele apenas recordarla. La has hilado de maravillas Moli. muchas gracias por sumarte a mi propuesta. Un abrazo
ResponderEliminarLos secretos familiares son terribles y las mentiras aún más. Has logrado un relato sobrecogedor.
ResponderEliminarEl padre siempre lo acompañó y en el fondo el niño lo sabe. Ojalá pueda reconstruir todo el puzle.
Besos
Una historia que por desgracia se repite muchas veces. Me encanto es un drama que perjudica a mas de una persona. El amor de un padre es tan grande como el de una madre ..no hay que separar a los hijos de ese amor aunque la pareja no funcione, es una gran lacra. Enhorabuena me gusto muchísimo . Besos.,
ResponderEliminarEstremecedor relato. has conseguido meternos dentro de ese drama de abandono, que fue obligado y que has sabido llevarnos a un final donde un padre que amaba y una hija que tardó demasiado en saberlo.
ResponderEliminarBesos.
Muy bueno, emotivo, y además, narrado con fluidez. Todo el tiempo mantienes esa intriga misteriosa del hombre con bombín en la niebla. Me llama la atención que has percibido el fotograma desde dentro, desde la ventana, mientras que yo lo he visto desde los ojos del hombre.
ResponderEliminarTienes imaginación y sensibilidad. ¡Enhorabuena!
Un abrazo
tan creíble tu narración que andan sueltos centenares o miles de casos que nos cuentas. Sombres de un señor que no eran sueños que ese aferraban a la mente de una niña que vivía una tragedia. Un abrazo
ResponderEliminarNo siempre es obligatorio perdonar. Opino que allá cada uno con las decisiones tomadas; con historias como esta yo tampoco hubiera tenido intención de perdonar;
ResponderEliminarCuando te roban parte de tu vida, por desacuerdos de familia, el trauma supongo que perdura para siempre.
Una historia muy intensa, dura, y sencillamente paradójicamente muy entrañable.
Felicidades Molí.
Besos.
La imagen te ha llevado a una historia familiar.
ResponderEliminarBesos.
Sabía que había una conexión entre ese hombre de gris y el padre del protagonista.
ResponderEliminarUNa identidad, un pasado oculto por una arbitraria decisión. Difícil que perdone a su madre.
Que bien contado. Y buen uso de la imagen.
Un abrazo.
Que mal la madre, cuanto daño por tan poco beneficio. Solo perjudicar. Menos mal que al final todo se sabe.
ResponderEliminarHas aguantado muy bien el misterio toda la historia
Besosss Imma
El abandono es un temazo y tú has elaborado un gran texto sobre él. Me cala.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tu relato tiene los ingredientes para dejarte pegada a la pantalla sin poder dejar de leer, porque hasta el final no has querido que vislumbráramos el secreto.
ResponderEliminarLo has conseguido una vez más, te felicito.
No solo roban la infancia a veces, roban una vida, recuerdos, memoria, sonrisas, vivencias... Tu texto atrapa, Molí, desde el primer párrafo. Podría ser un relato de fantasmas, el típico hombre de gris, o bien el fantasma que vela o tiene cuentas pendientes pero no, era algo real, algo que había transformado la realidad de dos vidas que habían obligado a vivir de modo separado cuando, el azar de la misma vida, estaba jugando a encontrarlos.
ResponderEliminarMe ha parecido una historia preciosa y la frase final. No todo se puede perdonar ni siquiera con amor.
Un beso enrome.
Hay infancias muy duras. Sí el narrador cree que el padre ausente veló por él, es un gesto precioso. La vida luego es compleja, pero los recuerdos quedan.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz tarde