CAIDA AL VACIO
La mañana se abría ante ella como el preludio de un nuevo día. Desde hacía unos meses, ese sentimiento restaurador que produce el sueño, raramente se daba. Un nuevo día en el vacío sin tener consciencia del porque de todo aquello que ella vivía intensamente y a lo que era incapaz de poner palabras.
Sabía, que la gran lacra de los países occidentales era la depresión y que está se daba principalmente en las mujeres. Sabía que aquella maldita pandemia las había condenado a ellas, principalmente a las más jóvenes que no seguían las nuevas normas, en el punto de mira de las enfermedades mentales.
¿Hasta que punto un trauma infantil puede condicionar una vida? ¿Que hacía que una serie de palabras (antes desconocidas) fueran ahora sus compañeras de viaje?
El profesor de minfundes les había hablado de la ansiedad la cual suele ir acompañada de la angustia y de como se han de mirar estás con comprensión y cariño. También le había enseñado a abrazarse a su misma ya que la nueva generación no era muy dada a los abrazos.
Ella no pedía mucho, ajena a esas nuevas tecnologías que ponían una barrera entre ella y el mundo. Durante los últimos años se había refugiado en sus libros, pero es que ahora ni eso la aliviaba. Había días que hubiera dado su vida per compartir unas palabras, por cruzar su mirada con aquellos que tenían sus ojos fijos en el móvil. El profesor decía que las miradas eran sanadoras, pero eran un bien tan escaso...
Se concentra en la vibración suave de la campanilla y del sonido reparador al final de la relajación de la clase. El recuerdo de ese sonido la acompañará en muchos momentos de decaimiento. A veces se pregunta si las cosas serían diferentes en otro lugar, le hubiera gustado ser mujer en uno de aquellos países donde el sonido del gong, carrillones y cuencos son un constante, así su minuto de paz podría llegar a ser una constante.