LOS ZAPATICOS DE
LA REINA
Este jueves nos convoca el amigo Juan Carlos Celorio
desde su blog ¿Y QUE TE CUENTO?, la propuesta es reencuentros.
Este año para mi ha sido un año mágico que me ha llevado a algunos reencuentros, uno de los más especiales ha sido el encuentro con la amiga inseparable de mi infancia: Rita. Después de veintidos años nos pudimos encontrar en Córdoba la semana pasada, por eso mi escrito de esta semana se lo dedico a ella.
Con el paso de
los años, aún no he podido comprender porque aquellas flores amarillas, nos hacían
abrir los ojos emocionadas cuando las encontrábamos por los campos, eran estas
flores con diferencia, las más buscadas en el mes de mayo.
Compartimos clase en "Corea"
No recuerdo
tampoco, en que momento nació nuestra amistad ya que desde que logro recordar,
estas allí a mi lado, corriendo de una calle a otra, de tu casa en San León a
la mía en la calle ancha. Estuvimos juntas en preescolar y más tarde en
primaria, amigas que a veces se pelean para más tarde reconciliarse, aun
entonces no entendía porque los polos opuestos se atraen tanto. Tu callada y tímida,
yo intrépida y hablando hasta por los codos, las dos valientes viviendo nuestra
niñez e intentando no madurar deprisa. Juegos de niñas, que la vida separa pero
yo en aquel hospital recibía cada semana tus cartas. El primer verano, me
dejaron salir, recuerdo la escayola en mi pierna, yo sentada en la puerta de la
mercería de mi madre y tú siempre a mi lado, explicándonos miles de historias y
jugando a juegos más tranquilos. Más tarde de vuelta al hospital, me veía en
sueños jugando, yo no podía correr, pero tu corrías por mi porque en mis sueños tú estabas a mi lado.
Después de dos
años se acabó aquel dolor que parecía no tener fin, yo volví a Membrilla y allí
estabas tú, pero nuestro reencuentro duro apenas unos meses. Un largo tren de
color verde nos separó, yo escapaba a Cataluña junto a mi familia, tú
continuabas en el pueblo soñando que algún día podrías marchar. ¿Por qué las
dos teníamos aquella necesidad de dejar atrás los zapaticos de la reina?
De vez en
cuando, alguna escapada, algún verano volvía al pueblo y allí estabas tú,
empujando las zarzas para ver tu camino, no podías entender que yo en la ciudad
estaba más pérdida que tú que a veces es más fácil tener quince años en un
pueblo.
Idas y venidas,
encuentros y desencuentros, así se escapó nuestra niñez y nos hicimos mujeres,
a veces era posible saber de ti, pero durante años perdí tu pista. Nos volvimos
a encontrar cuando las dos pasábamos de los treinta, tantas cosas para
explicar, vidas distintas unidas por la amistad.
Volvemos a
perdernos en la distancia y en el tiempo, pero las veces que aquella niña que
fui regresa a mí, allí estas tu mirándome con tu eterna sonrisa.
Veintidós años después
volvemos a encontrarnos, mucha vida vivida reflejada en aquellos surcos que
cruzan nuestras caras. Pero nuestra infancia está aquí, en tus ojos y en los míos,
supongo que fue eso lo que vi, cuando tantos años después fui capaz de
reconocerte cuando bajaste del tren. Ahora no puedo menos que agradecer los
días de Córdoba y nuestro reencuentro.
Infancia en
Membrilla, correteando las calles, subiendo al Espino. Campos extensos
sembrados de trigo y a veces entre amapolas y espigas un regalo amarillo ¿sabes
tú porque llamábamos zapaticos de la reina a la flor botón de oro?
El relato me encantó, y además es real, por lo que veo, es decir aconteció!!! Como una leve fragancia me quedó una frase:"yo en la ciudad estaba más pérdida que tú que a veces es más fácil tener quince años en un pueblo"
ResponderEliminarLo sabrán algún día?? tal vez no importe mucho más, que saber que se tienen una a la otra, pase el tiempo que pase
Un fuerte abrazo jueverísimo, Inma
No importa porque le pusisteis ese nombre, desde ahora cuando vea esas florecillas yo tambien las llamaré "zapaticos de la reina". Me ha gustado el relato y el final, ahora volveréis a reuniros de vez en cuando. Un abrazo
ResponderEliminarMe ha gustado mucho ese juego con el título, pensaba que serían, hasta pensé buscar en google esos zapaticos de la reina. Pero eso no es más que un estupendo recurso literario que no distrae de la historia de amistad que cuentas y que también me gustó.
ResponderEliminarBesos.
Hay personas tan importantes en la vida, que por mucho que te pases siglos sin hablar con ellas, cuando las vuelves a ver es como si no hubiese pasado el tiempo. Siguen siendo igual de cercanas que siempre. Bonito reencuentro de amigas.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Molí: en esta vida mientras vamos devorado calendarios, cada ves y con mas intensidad percibimos, a necesidad de reencontranos con las amistades de la niñez.
ResponderEliminarPero yo pienso que lo que que queremos realmente es reencontrarnos a nostros mismos. Volver a beber de las mismas fuentes,saber nuestros orígenes,investigar el fondo de todas nuestras frustaciones. Un abrazo amiga.
Que lindo tu relato de ese maravilloso encuentro...espero que se reunan de nuevo otra vez mas...porque puede que por la internet uno se vea con personas queridas pero el contacto jamas sera suplido por nada.....yo pronto tendre un reencuentro con mi adorada nieta...no se si este año...no se cuando...pero si se..estoy segura que llorare a mares en ese encuentro...bss
ResponderEliminarQué bueno reencontrarse niña en los ojos de una amiga!!...hermosa historia que me ha enternecido, muchas gracias por compartirla. Besos!
ResponderEliminarComo siempre me has emocionado hasta escapar unas lágrimas.
ResponderEliminarEsa es la amistad y lo demás es postureo.
Un beso muy grande a las dos.
Como siempre me has emocionado hasta escapar unas lágrimas.
ResponderEliminarEsa es la amistad y lo demás es postureo.
Un beso muy grande a las dos.
También se dicen "zapaticos de la reina" en mi Valdepeñas natal, tan cercano a tu Membrilla. Esos campos de trigo que hacían amarillear a las vides dejadas atrás, rompían ese color con el rojo de las amapolas y el amarillo de los zapaticos, cuando pasado El Peral, el paisaje de agosto era mas castellano.
ResponderEliminarMucha ternura y mucha amistas en tu aporte juevero.
Es verdad, nuestra patria es la juventud.
Un beso.
Y es que esas amigas de la niñez, nunca se olvidan.
ResponderEliminarMuy bien contado.
Un abrazo
Qué maravilloso relato Inma, es una suerte tener esa amiga de la niñez. Como dice Monstserrat, en los amigos de la niñez nos reencontramos con la niña que llevamos dentro.
ResponderEliminarUn beso.
Entrañable historia de una amistad que resurge a través de los años, me encantan esos reencuentros que afirman los buenos sentimientos que se han tenido siempre hacia el otro y viceversa. Felicidades y por muchos años más de amistad.
ResponderEliminarUn beso.
Qué bonita historia la de este reencuentro, sobre todo sabiendo que es una historia real. Espero que volváis a reencontraros muchas veces!
ResponderEliminarUn beso
¡Qué bonito reencuentro!Un relato emocionante, por cómo está contado y por lo que significa y tiene de real...muy, muy bonito...
ResponderEliminar¡Qué bonito reencuentro!Un relato emocionante, por cómo está contado y por lo que significa y tiene de real...muy, muy bonito...
ResponderEliminarMuy entrañable relato y lleno de autenticidad.
ResponderEliminarEnhorabuena por esa amistad tan bonita. La flor parece vuestro fiel testigo de alegrías...
Un gusto conocerte.
Un abrazo (y muchas gracias por leer mi texto) :)
Muy entrañable relato y lleno de autenticidad.
ResponderEliminarEnhorabuena por esa amistad tan bonita. La flor parece vuestro fiel testigo de alegrías...
Un gusto conocerte.
Un abrazo (y muchas gracias por leer mi texto) :)