PROFESOR: JOAQUIM NOGUERÓ
6- TEXTO Y METATEXTO
Nuegados
INGREDIENTES: 18 huevos, 1,5 Kl de miel, 3 Kl de harina, vinagre,
aceite de oliva.
Los días del invierno crudo parecían haber llegado a su fin y
aunque ya se había iniciado la primavera había días aun en los que
el frío se hacía notar, el paso fronterizo se iniciaba con la semana
santa, con sus procesiones de las que ya conocía cada uno de sus pasos,
con toda la familia en la calle siguiendo el vaivén de los nazarenos y con el
abuelo que año tras año se negaba a seguir un ritual en el que no creía. Pero
días antes de que esto ocurriera estaban los nuégados y su dulce ritual.
PREPARACIÓN:Se utilizara como
medida las medias cascaras de un huevo. Se baten los huevos y se les va
añadiendo 18 medidas de aceite (frito previamente), se añaden 8 medidas de
vinagre y se sigue batiendo, se va añadiendo la harina poco a poco hasta que
quede una masa consistente que se pueda modelar con las manos.
Desde donde mi memoria alcanza, llega la imagen de mi madre trajinando
en la cocina junto a Catalina, nuestra vecina más entrañable, la gavilla de
sarmientos encendidos, calentaban una enorme sartén con aceite y yo saliendo y
entrando, hasta el momento en que la masa estaba hecha. Entonces, justo en
ese momento, era cuando los más pequeños podíamos participar amasando con
nuestras manos y observando las tiras de la masa que surgían cual milagro.
Se van haciendo unas tiras largas
con la masa (tiras como churros) y se ponen extendidas en la mesa sobre un
mantel limpio para que reposen y queden resecas por fuera.
Según me explicaba mi madre, durante los días anteriores al jueves
santo no se podía cocinar, de ahí que, en días sucesivos, quedaran
perfectamente colocados en la cocina platos con tortillas de patatas, bacalao
frito, torrijas y los nuégados que en las casas de Membrilla nunca podían
faltar.
Poner bastante aceite en una olla a
calentar, se van cortando las tiras de la masa en trozos pequeños y se ponen a
freír (con cuidado porque el aceite tiende a rebosar), se van friendo por
tandas y con cuidado que no se quemen o que queden poco fritos.
Me encantaban las bolitas aun calientes y vigilando los movimientos de
mi madre las cogía presurosa de la fuente, las ponía en mi boca sin soltar ni
una queja, aunque mi lengua se quemara.
Una vez sacados del fuego se pone
medio kilo de miel a calentar en una sartén grande, se calienta hasta que esta
quede en punto de caramelo (esto se comprueba tirando unas gotas de miel en un
vaso con agua, cuando se solidifica ya está a punto de caramelo). En ese
momento se van tirando los trozos fritos de la masa y se van mezclando con la
miel, una vez hecha la mezcla se va emplatando en forma de rosca, mojándote los
dedos para no quemarte.
Durante días iba cogiendo trocitos de la rosca, lo mejor era aquella
miel que quedaba enganchada en el plato y que una vez en la boca casi se
enganchaba en los dientes, cerraba los ojos sintiéndola derretirse en mi boca.
Aun hoy no sé porque eran mucho más buenos los nuégados robados que aquellos que
mi madre me permitía comer.
Deben de estar super dulces vamos que calorías pero que leñe bienvenidas sean .. Gracias por la receta y todo lo demás .
ResponderEliminar!!!Madre mía!!! Me has transportado, de nuevo, a mi niñez. En mi casa, mi madre, tambien dejaba hecho el menú de Semana Santa, el miércoles,(ese día se comía garbanzos, con espinacas, bacalao "esmigao" y "pellas") Ese menú consistía en bacalao rebozado frito, tortilla, torrijas y arroz con leche.
ResponderEliminarComo teníamos un bar, para lo de los nuegados, no teníamos tiempo, aunque alguna vez se compraban en la Confitería del Triunfo.
Besos.
Estos dias de reclusion las cocinas estan a tope, hasta los mas pequeños se apuntan. Abrazucos
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