LUCIÉRNAGAS EN EL NEGRO
3- MARIONA
--Mama, salgo un momento—lo
dice casi sin pronunciar porque sabe que la respuesta de su madre será un no
rotundo. Su madre tan legalista ella, que está deseando que pongan una norma
para cumplirla.
Desde hace dos días que
no paran de discutir, cuando vivían con su padre todo parecía más fácil, por lo
menos mientras eran ellos los que discutían ella podía hacer y deshacer sin sentirse controlada.
Un buen novio, eso era lo que necesitaba su madre.
Había quedado con Andreu,
con Andreu el insistente, se repitió a sí misma. Según su madre la cosa iba para largo, aunque
Pilar desde lo de la separación tendía a un negativismo exacerbado. Mariona
estaba convencida que no era para tanto. Un virus ¿y qué? Acaso Pilar en su
trabajo como enfermera no estaba acostumbrada a lidiar con miles de virus, y
este por lo que le habían dicho era incluso menos grave que una gripe. Algo
tramaba el gobierno de Madrid, de eso habían estado hablando toda la tarde en
el grupo de wattsatt. Aunque ahora para ella eso era lo de menos. Que era
virgen, coño, que con casi dieciocho años era virgen a pesar de su fama de
ligera entre sus amigas. Que, aunque ella explicaba y presumía no iba más allá de
lo que había leído o había visto en las películas y eso no se podía soportar. ¿Y
si al gobierno de Madrid se le ocurría confinar a la gente durante años? Porque
Mariona aparte de no creer en la virulencia de un virus posiblemente inventado
estaba convencida de que las triquiñuelas de los gobernantes de las Españas no
tenían medida.
Había quedado con Andreu
aunque conocía de sobras su fama de ligón, casi todas las chicas que conocía habían
pasado por sus manos. Se suponía que como amante funcionaba más que bien y ella
no quería que aquella primera vez fuera un fracaso. Llevaba más de un año
enamorada de Enric, nunca hubiera imaginado que quien le robaría el corazón
seria el gordito empollón. Fue en una asamblea de alumnos cuando se fijó en el
por primera vez. El chico que siempre permanecía callado hizo una propuesta
innovadora basada en el deporte para casos de bulling. Marcarían unas rutas de
supervivencia y el acosador las realizaría en solitario junto al acosado. Enric
lo tenía todo estudiado y planificado, mostrando un nivel de empatía que ella
no conocía en otros compañeros de clase. Y es que Mariona la chica más
despampanante del instituto en sus años de primaria había sido una niña a quien le costaba desarrollarse
y eso había propiciado todo tipo de maltratos a nivel grupal. Mariona conocía de
demasiado cerca el bulling.
Y se enamoró de Enric
como una tonta y como tal no dejo de hacer tonterías. Cada día se hacía la
encontradiza para cruzar algunas palabras y hasta le propuso que le ayudara con
un trabajo que ella ya tenía hecho de sobras. Conociendo su gran afición a
correr, le propuso participar juntos en la marcha de los cuarenta kilómetros,
aunque cometió un pequeño fallo, para que no se notará demasiado que se moría
por él, convenció al resto de la colla para que participaran.
Pero Enric iba a la suyo,
le costó mucho entender que ella nunca le interesaría y eso que tenía
claro que su primera vez, esa que guardaba cual tesoro seria para Enric porque
dentro de sus creencias sobre el amor, el inicio de las relaciones sexuales se habían
de dar entre dos personas que amándose, estuvieran decididas a entregarse y a
aprender juntas en las artes amatorias. Enric, por lo que ella sabía nunca había
estado con ninguna chica, al igual que ella.
Pero se acabó el
instituto y ese final marcó también el final de sus encuentros con su amor. No
supo encontrar el camino, las excusas. Podía simplemente haberse puesto a
correr a su lado, como en el proyecto de Enric para casos de bulling. Puede que
así él se hubiera fijado en ella, pero la separación de sus padres puso en su
vida nuevas preocupaciones y Mariona lo único que deseaba era escapar y no
pensar. Así fue como aquel verano se centró sobre todo en sus salidas con la
colla. En septiembre inició el grado de pedagogía en la Universidad de Girona.
Durante los días de
verano, se produjo una especie de galanteo entre Andreu y ella. El, ya llevaba
tiempo tirándole la caña y ella esos días decidió seguirle el juego. Se
siguieron viendo, aunque su relación no fue más allá de unos largos besos que a
Mariona dejaban impasible, también algunos toqueteos que ella cortaba de forma rápida
ya que se sentía incomoda. Pero Andreu más que dejarla de lado, se volvía aún
más insistente.
--Ya sé que eres de las
que se hacen rogar---le había dicho un día, pero seguro que el día que estemos
juntos serás la bomba.
No le gustaba Andreu, sus
expresiones machistas, su forma de hacer, su insistencia…Pero entonces ¿Por qué
había quedado con él? Era una respuesta que ni siquiera sabía, una vez en l'estany, antes de enfilar el camino de la caseta de fusta estuvo a punto de
girarse y dejarlo plantado. Fue justo en ese momento en que vio venir a Enric
corriendo y como este,paso de ella como solía hacer últimamente. Se aferró a los
labios de Andreu con desespero intentando que se produjera un milagro: Que Enric hubiera estado siempre enamorado de ella aunque se lo hubiera ocultado, que se parará de golpe a saludarla,
que la insultará, que se pusiera a llorar…cualquier cosa que la hiciera escapar
a su destino.
--No seas impaciente—le susurro
Andreu al oído—que lo bueno se hace esperar…
Cogidos de la mano se
adentraron en la oscuridad, él ya sabía justo el lugar donde nadie los vería. Un
pequeño claro dentro de la zona arbolada en el que seguro que él había hecho lo
mismo con otras, muchas otras veces. La siguió besando y ambos se quitaron parte
de la ropa. Mariona simplemente se dejó hacer, sintiendo un dolor que
atravesaba desde sus entrañas al corazón, no sintió nada más que la hiciera
sentir el placer sexual que sus amigas le atribuían a Andreu. Minutos después,
el intentó penetrarla una segunda vez, Mariona grito un no intenso que atravesó
gran parte del lago. Era el mismo no que Mariona había escuchado desde pequeña en boca de Pilar, noche tras noche atravesando las paredes de su habitación.
--Loca, estas como una
cabra---escuchó a sus espaldas mientras corriendo se colocaba la ropa, ahora
solo tenía ganas de correr, de llegar a su casa, encerrarse en su cuarto y ponerse a
llorar.
Nos estas dejando unos capítulos muy lindos amiga ..gracias por compartirlos ..
ResponderEliminarUn besazo .
Otra historia digna de ser narrada. A veces el exceso de idealización acaba jugandonos en contra.
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