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lunes, 27 de abril de 2020

LUCIÉRNAGAS EN EL NEGRO

LUCIÉRNAGAS EN EL NEGRO



1-   LUCIÉRNAGAS EN EL NEGRO

Salimos, sé que está prohibido, pero salimos. Pau está angustiado y acaba de susurrar en mi oído una propuesta deshonesta, ese tipo de propuestas en las que sabes que rozaras los límites. Llevábamos muchos días hablando de la posibilidad de hacer una excursión alrededor de l'estany, es una cosa que hacemos de forma habitual. Nos despertamos temprano, ponemos en una pequeña mochila lo que tenemos más a mano para comer y unas botellas de agua, solo queremos caminar y parar a descansar en uno de sus miradores. En días así, el tiempo no es importante, un recorrido que la mayoría de la gente hace corriendo en menos de una hora, nosotros lo saboreamos en tres. Pero está misma excursión en la noche nos da un poco de pereza, preferimos esperar a que llegue el buen tiempo y siempre por unas cosas u otras queda solo en un proyecto en el aire. Puede que ahora sea el momento, cuando estas confinado eres más consciente de la necesidad de salir.

El viernes, el presidente del gobierno, dio las órdenes estrictas del confinamiento: solo se puede salir a comprar, se ha de ir solo, estar fuera el tiempo estrictamente necesario, no pararse a hablar con nadie…Cada vez que lo pienso noto que el aire deja de fluir, que mis pulmones, los cuales creo libres del maldito virus, se encogen midiendo meticulosamente cada brizna de aire. Hoy es martes por la noche, vivo en una población pequeña y el lago sigue ahí esparciendo sus destellos en la oscuridad de la noche. Salimos.

Lo más peligroso es el parque circundante, hoy maldigo cada farola, cada pequeña luz en el suelo. Atravesamos rápido y con cuidado cruzando el césped, subiendo y bajando…Cogemos el camino más estrecho, el de siempre, el que te lleva directamente a La caseta de fusta[i]. Una vez en el camino nos sentimos a salvo introduciéndonos en la más absoluta de las oscuridades, hasta que los ojos se acostumbran.

Caminamos con cuidado ya que el día anterior llovió y hay zonas resbaladizas, nos tenemos que fiar de nuestros pies, de cada una de las sensaciones que perciben cuando pisan. Atravesamos con prisa las zonas más descubiertas, en una noche como esta las zonas boscosas son las mejores aliadas a pesar del peligro que entrañan, sabemos que los jabalíes corren a su antojo. Miramos desde lejos la zona de baño, preferimos no entrar por si acaso. Seguimos el camino atravesando algunos rincones con pasarelas que descansan plácidamente sobre el agua.

Después de casi una hora, llegamos a la zona donde salen las competiciones de remo, desde allí la vista de l'estany es magnífica, en la lejanía podemos apreciar alguna pequeña luz moviéndose: Coches que regresan y que circulan tímidamente en las carreteras colindantes, aunque yo prefiero centrar mis sentidos en el lago, en la lejanía sentimos el croar repetitivo de las ranas, algún pájaro perdido nada aprovechando la tranquilidad del momento. Ahora si soy capaz de llenar de aire mis pulmones, estoy sintiendo la libertad.

Cuando iniciamos el camino de regreso, pequeñas lucecitas brillan en el suelo, me acerco y las miro de cerca, son luciérnagas que espaden su luz en el negro de la noche. El regreso de hace más corto, a medio camino nos cruzamos con un corredor solitario que casi nos embiste. No lleva ninguna luz frontal, como nosotros está rozando lo prohibido, está saltándose las normas. Casi a la salida del camino, nos topamos con dos adolescentes que entran rápido por el camino aprovechando pequeños resquicios de libertad.

Cuando llegamos a la zona de luz encontramos menos personas paseando a sus perros, hablamos de ir por la zona del poblado neolítico, pero lo descartamos porque sabemos que está lleno de cámaras de vigilancia. Preferimos un camino tranquilo por el que no pasa nadie, pero con farolas. Frente a nosotros está la carretera de la salida norte de Banyoles, a lo lejos vemos la luz inconfundible del coche de la policía local, miramos de hacernos invisibles tras uno de los árboles, con suerte seguro que no nos ven…

-         -- Ustedes ¿no saben que no se puede pasear por aquí? – el coche policial había aparecido de golpe con las luces apagadas.

Intentamos buscar una excusa, explicar que me da miedo dejar de caminar porque si no seguro que no me moveré de la silla de ruedas no entra dentro de nada de lo permitido. Decir que Pau estaba a punto de una crisis de ansiedad menos, la policía atiende a normas establecidas no les gusta escuchar verdades, no es su problema.

-          --Mire señora, por esta vez no vamos a denunciarlos, pero que sepa que hay muchas mujeres aguantando en su casa con un maltratador y no les queda otra que aguantarse….

Me quedo alucinando porque no se muy bien a qué viene el comentario y aunque sé que me está hablando de una realidad punzante no me gusta que me culpabilicen de situaciones por las que hace años que no dejo de luchar.

-          --Hazte la tonta – me han dicho muchas veces, incluso los policías que estudiaron conmigo- ante situaciones así hazte la tonta y no discutas.

Les doy las gracias, porque en el fondo reconozco su labor y que no me gustaría estar en su pellejo y junto a Pau nos encaminamos a la entrada de la portería de nuestro piso. La vuelta al lago en la oscuridad de la noche tendremos que posponerla para tiempos mejores.



[i] Casita de madera el lugar público de baño del lago de Banyoles

RELATOS SIGUIENTES:

2- CORRES...
3- MARIONA
4- DE HALCONES Y DRAGONES
5- LA BÚSQUEDA DEL TESORO
6- NADAR
7- LA LOCA DE LOS GATOS RUBIOS





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